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El presidente estadounidense, George W. Bush, desafía el poder
legislativo a cada paso de su gestión, cuando debería aunar fuerzas
con el Congreso para revertir su impopularidad, afirma hoy el diario
La Opinión.
Bush aprovechó su potestad para realizar designaciones especiales
durante el receso de Semana Santa y nombró a tres nuevos funcionarios
a espaldas del Capitolio, especifica el rotativo en un editorial.
Ellos son, Susan Dudley, al frente de la oficina de Información y
Asuntos Regulatorios; Andrew Biggs, como subcomisionado de la agencia
de Seguro Social; y Sam Fox, como embajador en Bélgica.
La acción contraría el espíritu de cooperación que solicitó el
mandatario cuando los demócratas ganaron la mayoría de escaños en
ambas cámaras.
El diario señala que el nombramiento de Dudley entraña una
contradicción administrativa, debido a su propensión a políticas de
libre mercado, ajenas a su nueva labor de guardiana del medio ambiente
y distribuidora de medicamentos y comida.
En cuanto a Biggs, sus antecedentes contravienen los deseos
populares de mayor protagonismo del gobierno en el financiamiento de
la educación y la salud, dada la tendencia del nuevo funcionario de
privatizar el seguro federal.
La constitución de Estados Unidos prevé que el mandatario puede
elegir a miembros de su gabinete sin consultas previas durante los
diez días de fiestas por la Pascua.
Con esta medida, los padres fundadores trataron de evitar que el
ejecutivo quedara paralizado por las largas distancias que debían
recorrer los congresistas desde sus casas en los siglos XIII y XIX.
Aunque las comunicaciones ya no suponen un impedimento para el
funcionamiento del país, la ley continúa vigente para beneficio de los
presidentes, que aprovechan este período del año para realizar cambios
sin consultar a los legislativos.