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Gira de Bush: tránsito tardío sobre terreno minado

ROBERTO GILI COLOM

La sentencia emitida por el dirigente de la Central Única de Trabajadores de Brasil, Carlos Spis, justo al inicio de la gira latinoamericana del presidente de Estados Unidos, pasó de advertencia a memoria histórica.

"Vamos a seguirlo hasta donde vaya para expresarle nuestro rechazo a su política criminal", dijo el líder sindical dos semanas atrás, y así fue.

George W. Bush fue perseguido durante siete días por una ráfaga de protestas y manifestaciones antiimperialistas que pasaron de lo callejero a lo nacional, de la retórica a lo esencial y trascendente.

Bush visitó Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, del 8 al 14 de marzo, con la tardía pretensión global de frenar la era de cambios que vive el subcontinente, donde ahora se desafía la hegemonía estadounidense con menos diplomacia y mayor desenfado.

Una buena parte de los análisis coinciden en que el recorrido del gobernante por América Latina se trazó varios objetivos.

De un lado, trató de recuperar espacios perdidos en los órdenes económico y político ante la influencia de fuerzas de izquierda renovadas en esta región, una zona vital cuyo control se les escapa como agua entre los dedos.

El nuevo presidente de Ecuador, Rafael Correa, expresó en forma clara su intención de no renovar el contrato de utilización de la base de Manta por tropas estadounidenses, lo cual obligará al Comando Sur a rediseñar sus planes de control regional.

En el ámbito económico, resulta notable hoy la penetración mercantil de otros centros de poder asentados en Europa y Asia.

El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se fue a pique en la Cumbre de Mar del Plata, Argentina (noviembre de 2005), cuando los socios del MERCOSUR no dejaron pasar esa iniciativa.

El aislamiento del presidente venezolano, Hugo Chávez, que transitó de necesidad a pesadilla en los pasillos del Departamento de Estado, se considera fue incluido como línea en el portafolio del viaje, calificado por una congresista de "vacaciones" en tiempos de crisis.

En "tanques pensantes" de Estados Unidos se asegura que el recorrido pudiera operar en sentido totalmente opuesto a lo previsto, en lo concerniente a la aspiración de cercar o bloquear a Chávez.

En Uruguay, luego de un asado, Bush cometió un revelador lapsus mentis al decir: "Venezuela tiene carnes fantásticas", para referirse a las de Uruguay.

En ese momento el líder venezolano hablaba ante 40 mil personas que lo vitoreaban como a un caudillo troyano en un estadio de Buenos Aires.

La "expedición" de Bush persiguió contrarrestar la influencia de la Revolución Bolivariana en el subcontinente y de poderosas y atractivas iniciativas integracionistas elaboradas a varias manos, que benefician hoy a cientos de miles de latinoamericanos y caribeños.

El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, dijo en Bolivia el pasado día 11 que los médicos cubanos y venezolanos atienden en un día a más pacientes que los que se propone ver en tres años el barco hospital USNS Comfort, de los Servicios Médicos de la Marina de Guerra de Estados Unidos.

Durante su escala inicial en Brasil, Bush hizo mención a esa embarcación, la cual -informó- hara escalas en puertos de Latinoamérica y el Caribe.

La gira se propuso reforzar los vínculos con aliados mediante recursos que fueron desde "el compromiso eventual" y "el cheque en blanco" hasta los dichos de "si necesitan ayuda me llaman", como lo hizo Bush en Montevideo.

Al propio tiempo, pretendió desviar la atención sobre la real amenaza de revés que se avecina para las tropas de Estados Unidos en Iraq, al cumplirse cuatro años de invasión y ocupación de esa nación.

Para diversos centros de reflexión la visita estaría destinada también a promover una supuesta agenda positiva, remedo de Alianza para el Progreso, avalada por un capital político en virtual bancarrota.

"Esto de Bush son unas vacaciones que se toma en un momento en que todo le va mal", dijo la congresista demócrata Hilsa Solís.

El viaje fue precedido por un proyecto de presupuesto del gobierno estadounidense en el que se reducen en forma drástica las ayudas destinadas a lo que algunos todavía llaman "patio trasero", con la excepción de Colombia.

Desde febrero de este año, en que John Negroponte asumió como Secretario de Estado Adjunto, hay muestras de giro en la política de Washington hacia América Latina.

El veterano asesor ha adoptado históricamente una posición de línea dura e intervencionista hacia todo lo que percibe como amenaza para el sistema estadounidense en el área.

El recorrido, como pronosticaron algunos escépticos, se convirtió en un desastre de relaciones públicas comparable a la visita de Richard Nixon en 1958, cuando el entonces vicepresidente fue recibido a pedradas en Caracas.

¡Fuera Bush¡, ¡Bush genocida¡, ¡No pasarás¡ y otras frases gruesas e irrepetibles fueron leyendas que quedaron en muros y vidrieras de McDonalds, empresas y embajadas norteamericanas, no solo en países incluidos en el recorrido.

"Nos parece una falta de respeto, un cinismo increíble que el hombre que ordenó el genocidio en Iraq y Afganistán (...) hable de compasión, de democracia y de justicia social", dijeron Madres Fundadoras de Plaza de Mayo.

La repudiada visita de Bush originó manifestaciones de rebelión popular que pusieron en jaque a los gobiernos de las naciones incluidas en el trayecto, cuyos servicios de inteligencia y de policía alertaron sobre "posibles excesos".

Políticos, sindicalistas y militantes sociales se pronunciaron por declarar "persona no grata" al gobernante estadounidense.

"Bogotá se blinda para recibir a Bush", tituló un periódico norteamericano. Mientras, en la propia capital colombiana, un colega se preguntaba ¿por qué tanto despliegue de seguridad para visitar a (Alvaro Uribe) su principal aliado en Suramérica?".

Durante la escala en México, última del periplo, decenas de manifestantes quemaron banderas de Estados Unidos y portaron pancartas con consignas. Una decía en inglés, "Bush, no eres bienvenido en México. Vete al infierno".

En Mérida, donde pernoctó la delegación el martes, los movilizados portaron banderas mexicanas y corearon a todo pulmón la palabra "Asesino".

Bush caminó tardíamente sobre terrenos minados y con olor a pólvora fresca.

 

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