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La creación de la Organización de Países Exportadores y Productores de
Gas de Sudamérica (OPEGASUR), impulsada por Venezuela, Argentina y
Bolivia, surge hoy como un elemento integrador y de apoyo a la
soberanía energética en la región.
La relevancia de la iniciativa esta en la creciente aceptación de
ese combustible en la economía internacional, donde gana espacio en
condición de materia prima clave de la industria petroquímica y como
sustituto del oro negro en importantes acciones de la vida diaria.
En efecto, cada día son más las instalaciones generadoras de
electricidad que utilizan turbinas movidas a gas, que tiene un impacto
ecológico mucho menor sobre el entorno en comparación con el crudo.
Mientras, para el caso específico de Sudamérica, la nueva entidad
estará orientada a consolidar la soberanía de los pueblos en la
materia, unido a una mejor valoración de los recursos naturales.
Asimismo, fomentará el intercambio de tecnologías y experiencias,
inversiones conjuntas y la industrialización del gas, esto último con
vistas a aportar mayor valor agregado a la riqueza energética del
área.
Más allá de su simple efecto económico, la OPEGASUR se enmarca en
las numerosas iniciativas activadas para impulsar el proceso de
integración con un elevado contenido social, elemento característico
de los nuevos tiempos que vive el subcontinente latinoamericano.
Según el ministro venezolano de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez,
un esquema de ese tipo crea condiciones para el establecimiento de
mecanismos de valoración del gas, inversiones conjuntas e incluso
empresas mixtas.
Para las empresas del sector, uno de los ejes de la organización
podría ser el Gran Gasoducto del Sur, con un costo de 20 mil millones
de dólares, llamado a enlazar a Venezuela, Brasil, Bolivia y
Argentina.
A la nueva asociación Venezuela aporta reservas de 150 billones de
pies cúbicos de gas natural —las mayores del continente— sumadas a
cerca de 70 billones correspondientes a los restantes socios.
No obstante, el potencial podría ser aun mayor, pues los estimados
de la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) consideran la opción
de que lleguen a 196 billones de pies cúbicos una vez que se
certifiquen las existencias en la Plataforma Deltana.
El proyecto es visto además por los expertos de la industria como
un posible componente en una especie de estructura de carácter
mundial, donde ingresarían naciones como Rusia, Qatar, Arabia Saudita
y los Emiratos Árabes Unidos, todas con importantes inventarios de
gas.
En el centro de esta estrategia esta la defensa de los recursos
naturales frente al sostenido incremento de la demanda en los países
industrializados, sujetos a un desenfrenado repunte del consumo sin
tomar en cuenta políticas de empleo racional de ese potencial.
Los esfuerzos en esa dirección recibirían también el respaldo del
Banco del Sur, cuya creación se adelanta en la actualidad, y que
asumiría el financiamiento de obras de infraestructura en países en
desarrollo.
Si bien las instalaciones para el procesamiento y transporte del
gas natural requieren de tecnología costosa, los elevados precios del
petróleo justifican la explotación de esos recursos y su utilización
en la economía.
A lo anterior se suma el mínimo costo ambiental de su empleo y su
presencia en la elaboración de rubros vitales en la actualidad como
los plásticos y fertilizantes.