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Cientos de palestinos enfrentaron a la policía israelí en la cercanía
de la mezquita de Al Aqsa, Jerusalén, donde se construye un puente que
los musulmanes califican de afrenta al tercer santuario Islam.
Según testigos de los choques, los manifestantes apedrearon a los
agentes, quemaron neumáticos y contenedores de basura, pero la
respuesta policial fue desproporcionada.
La radio militar israelí aludió a que un ómnibus de turismo también
fue dañado en el curso de las demostraciones.
Esta versión del conflicto israelo-palestino se reactivó el pasado
martes, cuando comenzaron las labores dirigidas a instalar un puente
entre el Muro de las Lamentaciones y la Puerta de los Magrebíes.
Una manifestación similar fue reprimida el viernes por las fuerzas
antimotines en esa parte de Jerusalén oriental, incidente que causó
más de 30 heridos y una veintena de arrestos.
Israel obvió las protestas y afirmó que continuará con las obras,
actualmente en fase de excavaciones arqueológicas que de continuar
afectará los cimientos de la mezquita de Al Aqsa.
El Waqf, organismo responsable de proteger los bienes confesionales
musulmanes, confirmó la hipótesis de los daños al templo de persistir
el programa de construcción.
Según el ministro de Seguridad Interior, Avi Dichter, las obras
podrían extenderse por un año, pero permanece firme la decisión de
continuarlas.
No obstante, en el propio ejecutivo israelí existen discrepancias
respecto a esa nueva construcción, como fue el caso del viceministro
de Defensa, Efraim Sneh.
Para Dichter no existen posibilidades de una nueva Intifada
(levantamiento palestino), aunque la del 2000 fue desatada por el
entonces jefe opositor Ariel Sharon al penetrar en un área de la
Explanada de las Mezquitas.