De todos modos, para el pueblo añú, que ya había puesto nombre en
su lengua originaria a los lugares y las cosas, el dato es
irrelevante. "Veneíza" —que en su dialecto significa lago azul—, así
denominaron el lugar donde viven, y es la teoría que siguen
defendiendo cinco siglos después.
Los palafitos ya estaban aquí en 1499, cuando aparecieron los
primeros conquistadores, y son los únicos testigos de los saqueos de
corsarios y piratas como Henry Morgan, el Olonés, William Jackson,
entre otros de aquellos terribles bandidos del mar.
¿Mudarse a tierra firme? Eso nunca. Los añú son una etnia fluvial.
"Kona aliley atey": hombres que caminan sobre el agua. Y podría
agregarse —aunque esto lo supieron más tarde—, sobre un enorme
yacimiento petrolero, que sería sustento de la nación entera.
Pero los pueblos añú terminaron el siglo XX seriamente amenazados.
Las enfermedades de la piel y del estómago, y el parasitismo, se
hicieron crónicos, debido al hábito de bañarse o hacer sus necesidades
fisiológicas sobre las mismas aguas donde residen.
Siempre fue así, pero a fuerza de repetirse un día y otro, año tras
año, los índices de contaminación se dispararon. Sin medicamentos ni
personal sanitario que los asistiera, sus poblaciones corrían peligro.
"Nunca Caracas escuchó nuestros reclamos, ni nos tuvo en cuenta",
asegura Luis Felipe Pirela, anciano de más de un siglo de vida.
"Aquellos eran tiempos malos, de pura esclavitud".
Así los halló el Gobierno bolivariano a su llegada al poder, y
también los primeros doctores cubanos que arribaron acá en 1999.
En poco tiempo se notó la mejoría en los indicadores de salud.
Sin embargo, el programa fue abruptamente cortado por las
aspiraciones a la presidencia del gobernador del estado de Zulia, en
el extremo noroeste del país, quien enarboló en su campaña electoral
un fuerte acento anticubano.
"Se fueron los cubanos, ¿qué va a ser de nosotros ahorita?", decía
un cartel escrito con trazos rústicos y apurados que apareció en una
pared. Pero el reclamo unánime del pueblo los trajo de vuelta; y con
ellos a estomatólogos, educadores, instructores deportivos, quienes
desandan hoy cada rincón de la geografía zuliana.
Sobre los palafitos se montaron consultas, se prepararon aulas, y
el pueblo añú, por primera vez en su historia, pudo disponer de los
servicios que antes le fueron negados.
Todos los días, Rubia Mendoza monta en su cayuco, y a golpe de remo
navega hasta otra choza sobre zancos, como la suya, donde aprendió a
leer y a escribir, y ahora está a punto de concluir el sexto grado.
Desde que nació, hace 70 años, ha vivido en la Laguna de Sinamaica,
refugio de la principal comunidad añú, con unos 5 500 habitantes.
Aunque siempre quiso estudiar, "en otros tiempos no hubo cómo
hacerlo". De modo que, aunque algunos podrían pensar que ya es tarde,
Rubia asegura que "si hemos tenido esta oportunidad, debemos
aprovecharla. Voluntad es lo que se sobra".
La estomatóloga Nereyda Beltrán también apela al cayuco, que es el
medio exclusivo de transporte en Sinamaica. De tanto hacerlo para
llegar al consultorio o realizar labor de terreno, ya está
acostumbrada. Pero hasta el último vecino aprecia el gesto, porque
nunca antes un médico se aventuró por esta región.
Por ello, cuando el Misión Barrio Adentro se instaló en uno de los
sectores más apartados de la laguna, el embarcadero se hizo pequeño
para tanto bote cargado de pacientes.
Desde entonces, Johny González, uno de los primeros en recibir
asistencia, admira a los doctores cubanos, porque "siempre están a la
orden y trabajan incansablemente".
Y Agrimilda Sánchez, quien llevaba tres años tomando remedios
caseros para aliviar los dolores de muela, agrega que son muy
queridos, debido a su sencillez y al cariño con que tratan al que los
necesita.
De palafito en palafito, el sentimiento es el mismo. Cuentan que
desde hace mucho, aquí sintonizaban Radio Habana Cuba para escuchar a
Fidel Castro, y que soñaban con un líder como él; pero nunca pensaron
que fuera capaz de hacer tanto por los kona aliley atey, los hombres
que caminan sobre el agua.