Caldera sin secretos

Sergio Rojas asegura que para lograrlo bastan el cumplimiento de los principios tecnológicos y disciplina en su manipulación

Orlando Guevara Núñez

Si los requisitos tecnológicos se cumplen con rigor y disciplina en su operación, cualquier caldera puede ser eficiente.

La defensa a ultranza de esos principios y el amor por lo que hacen Sergio Rojas Palú y el colectivo que dirige, la sala de calderas del hospital Juan Bruno Zayas, en Santiago de Cuba, se ha convertido en punto referente en su explotación.

Este trabajador que, con 69 años de edad y 44 de labor, no habla de jubilación tiene siempre a mano elementos tecnológicos que, en su criterio, deben ser inviolables en la buena operación de la caldera. Menciona, entre otros, la descarga de los niveles de agua o drenaje y su control, drenaje del calentador, chequear que la caldera no trabaje con agua "dura" y comprobar sistemáticamente el funcionamiento de la válvula de seguridad.

La operación tiene su complejidad, ya que diariamente deben manipularse 294 válvulas que van desde media hasta seis pulgadas. Entre los "secretos" a voces de Sergio y su grupo está el conocer muy bien cada paso y hacerlo todo con rigor.

Estas calderas —explicó— son de una tecnología cubano-búlgara y en otros centros se han desechado. La montada en el Juan Bruno Zayas, que data de igual época, fue declarada eficiente el 13 de agosto de 1993, condición que mantiene.

Muestra con orgullo la caldera que nunca ha dejado de prestar servicios al hospital, pues de ella depende, en gran medida, que los pacientes reciban la buena atención que merecen.

Esa caldera se diseñó para consumir 291 litros de fuel oil o diésel, cada hora. Y desde 1993 consume entre 117 y 120 litros en igual tiempo. En eso influye la emulsión del combustible al 10%.

Para Sergio el horario de ocho horas puede prolongarse si las necesidades lo aconsejan. Él confía plenamente en la capacidad de los dos operadores que comparten esa responsabilidad y elogia la consagración de estos. Hace poco estuvo 15 días en el hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital del país, transmitiendo sus experiencias para contribuir al mejor funcionamiento de las calderas allí instaladas.

El sentido de pertenencia de este ejemplo de trabajador, lo revela cuando afirma que quiere y cuida la caldera como a su propia familia.

 

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