Es a partir de ahora cuando la temporada beisbolera comienza a
elevar la temperatura, cuando sale a relucir la mejor o peor
preparación de cada conjunto, cuando los bates pesan cada vez más y
cuando los pitchers tienen que sacar a relucir el pensamiento
táctico —lamentablemente muy escaso—, para poder sortear con éxito
los partidos que restan por jugar, la mayoría de ellos decisivos a
medida que se acerca el final de la etapa clasificatoria.
Un somero análisis de Oriente a Occidente nos dice que los
santiagueros se han cogido muy en serio el recuperar el cetro
perdido el año pasado y, poco a poco, se han convertido en el equipo
más ganador, el único con 30 triunfos, apoyados en la mejor ofensiva
de la justa, única por encima de 300 y con más de 300 carreras
anotadas.
Otro conjunto visiblemente abocado a entrar de nuevo en la
disputa del trofeo de campeón es Ciego de Ávila, ahora afectado por
la lesión de uno de los mejores receptores del país, el olímpico
Roger Machado. Granma sigue aferrado en el segundo puesto del D, a
pesar de su descalabro ante las Avispas. Camagüey está dando hasta
el momento una agradable sorpresa, mientras los Naranjas
villaclareños constituyen una decepción, bateando menos que nadie,
240, y se verán obligados a superar lo que bien pudiera llamarse "slump"
colectivo si no quieren verse fuera.
El panorama en el oeste está más despejado, pues Pinar del Río
—otra vez con el maestro Jorge Fuentes como timonel—, disfruta de la
mayor ventaja de un puntero, 7 juegos sobre la Isla, y en la
candente llave B no hay dudas de que, sea cual sea la posición final
de Azules, Vaqueros y Gallos, ellos serán los clasificados.
Pero faltan 42 encuentros por efectuar y el cansancio pudiera
hacer mella en algunos. No hay duda alguna, la XLVI entra a partir
de ahora en su mejor momento, el de mayor expectación. ¡Ahora es
cuando es!