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Una crispada calma prevalece hoy aquí tras los disturbios callejeros
entre partidarios y opositores del gobierno que este jueves dejaron
cinco muertos y alrededor de 150 heridos, según recuentos
concordantes.
Algunos comercios comenzaban a abrir sus puertas después de una
noche tensa a pesar del toque de queda impuesto por las autoridades
para detener los virulentos combates, sobre todo en el oeste
metropolitano.
La capital libanesa se prepara para el fin de semana tras la prueba
de fuerza del martes, cuando la oposición, liderada por el Hizbalá
(Partido de Dios), el ex general maronita Michel Aoun y entidades
nacionalistas inmovilizaron al país con una huelga general.
El paro fue suspendido ese mismo día después que la oposición
considerara que su mensaje al gobierno del primer ministro Fuad
Siniora, apoyado por los parlamentarios musulmanes sunitas y cristiano
maronitas, había sido claro: podemos derrocarlo.
Acorde con testimonios los combates callejeros, considerados los
más graves desde la guerra civil (1975-1990), ocurrieron en el
distrito popular de Zokak el Blatt, aunque menudearon los estallidos
de violencia política en otras zonas.
Al igual que tras los disturbios del martes, empleados municipales
limpiaban las calles de neumáticos quemados y restos de autos que
corrieron la misma suerte.
La contienda se describe como una entre partidarios y opositores
del gobierno de Siniora, pero se sobrentiende que los legisladores
sunitas liderados por Saad Hariri, hijo del extinto ex primer ministro
Rafic Hariri, coordina las operaciones en el bando oficial.