.—
El liderazgo demócrata del Senado estadounidense espera reforzar hoy
una resolución contra el incremento de tropas norteamericanas en Iraq,
un polémico plan defendido por la Casa Blanca.
La dirección de la Cámara alta confía en que la iniciativa contra
el presidente George W. Bush cuente con el respaldo de más de un
congresista republicano, una semana antes que el Ejecutivo dirija su
discurso sobre el Estado de la Unión.
Los principales delegados del llamado partido del asno en la Casa
de Representantes y el Senado están seguros que conseguirán los votos
necesarios para armar una fuerte oposición a la decisión de Bush de
enviar refuerzos al país árabe.
Por lo pronto, el senador Chuck Hagel, republicano de Nebraska y
potencial candidato presidencial para 2008, confirmó que trabajará
junto a los demócratas para certificar un proyecto que congele la
nueva estrategia de la Oficina Oval.
Hagel comentó a reporteros en Washington que su adhesión a la
propuesta de los opositores a Bush insuflará un carácter bipartidista
a la medida, al tiempo que no descarta la posterior incorporación de
otros republicanos.
Desde inicios de esta semana, el mandatario tejano convocó al
Comité Nacional Republicano para que lo ayude a convencer a
correligionarios escépticos, y fomentar un contexto político favorable
al aumento de efectivos en el orden de 21 mil 500.
Empero, la mayoría demócrata en el Congreso y la misma opinión
pública generalizada han reiterado sus críticas contra el programado
aumento de fuerzas estadounidenses en Iraq, y sugieren es hora de
repliegue, no de ofensiva.
Considerando que la táctica norteamericana sólo podría sostenerse
con una escalada en el número de unidades enviadas por el Pentágono,
acentuamos nuestra total disconformidad con el plan del presidente W.
Bush, recalcaron los asambleístas.
El senador Richard Durbin habló en nombre de los demócratas y
afirmó que 20 mil soldados son muy pocos para poner fin a la guerra en
Iraq y demasiadas vidas norteamericanas para arriesgar.
Desde el inicio de la agresión liderada por Washington en marzo de
2003, más de tres mil militares estadounidenses ya han muerto en el
conflicto y otros 20 mil regresaron heridos a este país.
Durbin recalcó que en el cuarto año de la conflagración es tiempo
de que las autoridades iraquíes defiendan su propia nación y se
esfuercen en desactivar por sus medios a los comandos de la
insurgencia.