Perturbador y al mismo tiempo seductor es el lenguaje de las
imágenes de la exposición Daños colaterales, que exhibe la
UNEAC en su espacio de la Galería Villa Manuela. Ernesto Javier
Fernández (La Habana, 1963) y René Rodríguez (Santa Clara, 1966) son
los responsables artísticos de este conjunto donde fotografía y
diseño, implicados en una puesta visual deslumbrante y
estremecedora, celebran, cantan, se duelen y reflexionan sobre el
paisaje urbano de la capital cubana.
Una comunión especial se establece entre las fotos de segmentos
citadinos maltrechos por el paso del tiempo y el vandalismo de
quienes carecen del más mínimo sentido de pertenencia, y el
maquillaje light proveniente de los tópicos de la publicidad.
Llama la atención el tratamiento iconográfico de signos que, de
manera cotidiana, acompañan las vivencias de los habitantes de la
ciudad, reconocidos, universales y hasta lúdicos. Esta simbiosis
resta patetismo al resultado artístico y lo enrutan hacia una
especulación ensayística que a veces se echa de menos en nuestras
exposiciones gráficas.
Ernesto Javier, con una larga faena reporteril pese a su juventud
y experiencias en el campo de la indagación antropológica cultural
como la que consiguió en el Centro Cultural Zapata, en la ciudad
alemana de Stuttgart, maneja relaciones sutiles entre el texto
fotográfico original y su codificación visual definitiva. En
Rodríguez se nota una filiación conceptual unívoca, a veces
previsible, pero indudablemente impactante.
Resaltan la excelente museografía y la selección de obras,
aunque, debido al peso de las propuestas de ambos artistas, pienso
que se pudieron hacer dos exposiciones personales. Tal vez sea
asunto de una próxima vez. La de ahora garantiza un momento logrado
en sí mismo de la fotografía y el diseño.