Una ola de esperanza se apoderó de la Plaza de la Fe Juan Pablo II
cuando cientos de miles de simpatizantes del sandinismo se congregaron
en la explanada para escuchar el primer discurso de Daniel Ortega en
su función de presidente de Nicaragua.
Había fiesta en la multitud del pueblo de Sandino, que acababa de
recuperar la esperanza. En la riada humana que bajaba por la avenida
Bolívar, cada vez que uno se acercaba a una persona, la palabra de
orden en las respuestas a las preguntas era "trabajo".
Santos Ortega, con el mismo apellido de su Presidente y un niño a
cuestas, respondió con una sonrisa: "Es un día importante para el
país. La fe está en ellos, los sandinistas; que haya más trabajo para
llevar el bocado de comida a la casa. Los gobiernos anteriores no
miraban al pueblo. Los últimos 16 años solo han sido de sufrimientos".
El clamor era realmente dramático por la repetición constante de
los anhelos, por lo que falta. Ana Bravo quiere que sus hijos tengan
mejor futuro, que aprendan y tengan medicinas. "Para sobrevivir vamos
a la cosecha del café y después la pasamos difícil. Lo que espero
ahora es empleo".
En cuanto saben que les pregunta un cubano, el nombre de Fidel
salta rápido a los labios, como en los de Omar Cauce, quien dice haber
estado en Cuba. "Deseo que el Comandante se recupere pronto porque es
la luz de Latinoamérica", expresó.
"Se nos ha negado el acceso a la educación, a la salud", afirma un
hombre de pantalón negro y camisa roja con una bandera de los mismos
colores, que alzó la voz para afirmar que "la fuerza moral que tiene
el Comandante Fidel no la tiene nadie".
Allí habló Chávez para saludar a Daniel Ortega y entregarle una
réplica de la espada de Simón Bolívar, también envió un saludo a Fidel
en una intervención breve, pero de fogosidad revolucionaria.
Lo siguió Evo Morales, emocionado y enarbolando su idea de que
Fidel es el Comandante de la liberación latinoamericana y afirmó que
Bolivia se sumaba a Cuba, Venezuela y Nicaragua en el combate contra
la injusticia.
Daniel Ortega se quitó la banda presidencial y proclamó ante el mar
de sandinistas que ella pertenecía a los campesinos, a los
trabajadores, a la juventud y recordó que el neoliberalismo había
logrado crecimiento económico, pero la riqueza no iba a los
necesitados.
Destacó que en los últimos 16 años se ha sumido en la pobreza a los
nicaragüenses y que era hora de emprender el camino que le permita al
pueblo comer, educarse, curarse. Los retos son grandes —enfatizó— por
el modelo implantado, pues por ejemplo, en 1990 los sandinistas
dejaron el poder con un 12% de analfabetismo y ahora hay un 35%.
Reiteró los compromisos de campaña de trabajar por sacar del hambre
y la pobreza al pueblo, y se pronunció contra las privatizaciones,
como la de la energía, efectuada parcialmente en los años
neoliberales, un problema a enfrentar con la colaboración de
Venezuela, afirmó.
Ortega coronó su discurso con un llamado a la unidad de los
nicaragüenses y de toda América Latina.