René de la Cruz, Premio Nacional de Teatro y de Televisión

¿Su mejor papel? Él mismo

ANTONIO PANEQUE BRIZUELA
paneque.b@granma.cip.cu

Foto:PEPE MURRIETARené de la Cruz puede hacer de "bueno" y de "malo" y en ambos casos es "bueno". En la escala dramática, puede alcanzar los más variados registros, desde un Arlequín hasta un rancheador, papeles todos que describen épocas, escenarios y cualidades suyas. Pero es innegable que el papel de simple mortal —mientras más humilde mejor— es en el que más se destaca este actor. Pareciera que ha sido su propósito atrapar en sus papeles el espíritu del cubano.

"No hombre, no, compadre, nada de eso —nos dice apenas olfatea la intención de rastrear en sus méritos—. Lo que pasa es que yo he sido así: un cubano nato, del campo, pobre, miserable, descalzo, huérfano, ese fui. Mi madre murió cuando yo tenía un año y mi padre cuando tenía seis. Me crió una hermana, mi vida no ha sido fácil. En eso no tengo que imitar a nadie. Ahora, llevar esa vivencia al arte, es otra cosa".

Tal vez por todo eso, René de la Cruz Solares (Banao, Sancti Spíritus, 2 de enero de 1931), podría considerar sintetizada su vida y su actuación en el personaje de Julito el pescador, el papel más amado por su pueblo y por él mismo y, sin dudas, el que más se identifica con él. "Yo he hecho muchos personajes, pero de verdad, de verdad, ese".

Artista de formación autodidacta (cursó solo en sus inicios en la capital apenas unos meses de actuación con un profesor catalán), es amplio y rico su trabajo artístico como actor y director, durante 60 de sus 75 años dedicados al oficio.

Su talento ha dejado profunda huella en el teatro, el cine y la televisión, mediante numerosas piezas teatrales, películas y seriales, comprendidos Día y noche, En silencio ha tenido que ser y Julito el pescador.

Para llegar a este último papel, el actor tuvo primero que identificarse con el "original", Juan Saíz, un pescador de carne y hueso, policía y jefe de policías en su natal Santa Cruz del Norte, donde René se pasó días enteros conviviendo con él y absorbiéndole cuerpo y espíritu. Tuvo hasta que aprender a nadar.

Saíz, un guajiro noble, profundo, de manos duras, era uno de los alrededor de 60 agentes de la Seguridad del Estado que fueron puestos a disposición de los realizadores, entre ellos el director Jesús Cabrera, para diseñar los personajes del serial y, desde un principio, fue concebido René en el papel, pero con el nombre de Julito el pescador.

"Y fue el personaje que más gustó —afirma ahora Cabrera—, por su sinceridad, honradez, profundidad y también uno de los mayores atractivos de En silencio¼ Mostró cosas muy auténticas salidas de Juan Saíz, como aquella en que uno de los contrarrevolucionarios le pregunta: "Ven acá, ¿esto es seguro;" y Julito le contesta: "Aquí seguridad es lo que se sobra".

"René nos dio una clase magistral, por su riqueza, por lo que aportó. Fue tal su profesionalidad e integralidad que trascendió al personaje original. Nadie olvida la escena final de Julito el pescador, el reencuentro con La Flaca, interpretada por Consuelito Vidal, que fue filmada en toma uno, sin ensayo. Cuando terminó, todos lloramos, incluidos ellos dos".

Laureado doblemente, en los últimos días con el Premio Nacional de Teatro y antes con el Premio Nacional de la Televisión, René de la Cruz es, sin embargo, parco, a la hora de hablar de su público.

"Me siento muy acogido por mi pueblo y lo que me queda es para él. No tengo mucho que decirle. Solo gracias, gracias"¼

 

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