Después de los sucesos del 30 de noviembre en Santiago de Cuba y
del desembarco del Granma, aquel 2 de diciembre de 1956, la tiranía
castrense con la cooperación de la prensa burguesa y de las agencias
yanquis AP y UPI hizo los mayores esfuerzos por distorsionar la verdad
de cuanto estaba ocurriendo en la Sierra Maestra. Primero ofrecieron
la versión de la muerte del comandante Fidel Castro. Después
anunciaron la liquidación de los expedicionarios en el combate de
Alegría de Pío. Con la publicación de estas mentiras el régimen y su
amo imperialista buscaban causar un efecto sicológico en las masas
populares, introduciendo en ellas el derrotismo, y así frenar la
acción combativa de la juventud contra Batista.
Pero todo cuanto hizo el tirano resultó inútil. La llama de la
insurrección, en pocos días, cobraba fuerza. En todo el país, decenas
de jóvenes eran presentados ante los tribunales de Urgencia acusados
por los cuerpos represivos de realizar acciones contra el régimen. Los
diarios de la época recogían en sus páginas los despachos de sus
corresponsales en los cuales informaban de ocupaciones de armas,
explosiones de petardos, incendios ocasionados por cocteles Molotov,
sabotajes en servicios de electricidad y teléfonos, etc.
Desde el arribo del Granma a las costas de Oriente, la lucha del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio contra la tiranía se incrementó
en toda la República. Días después los expedicionarios se reagrupaban
bajo la dirección de Fidel Castro en las montañas orientales y creaban
las bases materiales para las actividades guerrilleras que dieron
nacimiento al Ejército Rebelde.
Impotente para sofocar las llamas de la insurrección, Batista
pretendió, con el empleo de la violencia y el terror, desorganizar el
movimiento de apoyo a los guerrilleros de la Sierra Maestra. Es por
ello que se escogió la provincia de Oriente para implantar el terror,
y se encargó de realizar la criminal faena al asesino Fermín Cowley,
entonces jefe del Regimiento 7, con asiento en Holguín.
Cerca de la medianoche del 24 de diciembre, se llevó a cabo la
cacería de revolucionarios en Holguín, Mayarí, Banes, Puerto Padre y
Victoria de las Tunas. Las víctimas fueron arrancadas violentamente de
sus hogares por los asesinos uniformados de amarillo, sin hacer caso a
las protestas de los familiares. Al siguiente día, 23 cadáveres, en su
mayoría militantes del M-26-7 y del PSP, fueron encontrados ultimados
a balazos o colgando de árboles horriblemente torturados. La
monstruosidad no logró provocar el pánico en el pueblo, sino, por el
contrario, su reacción fue de indignada condenación, a la vez que
contribuyó a forjar una poderosa unidad entre todas las organizaciones
revolucionarias y mostrar que la insurrección era el único camino
posible para derrocar a la tiranía.
Con el asesinato de cuadros del M-26-7 se pretendió destruir la
organización en la Costa Norte de Oriente. Y con la desaparición
física de dirigentes sindicales del PSP, intentaron paralizar la lucha
de los trabajadores en los centrales, y hacer entonces una zafra
tranquila, según los deseos de las empresas norteamericanas.
La ola de crímenes, llamada por el pueblo las Pascuas Sangrientas,
comenzó el día 24 con el asesinato en Niquero de Rafael Orejón,
dirigente del M-26-7 en esa localidad.
Los periódicos de la época ofrecieron una versión de la salvaje
hazaña facilitada por el Buró de Prensa del Regimiento 7, cuyo texto
transcribimos:
Holguín.—El sereno del reparto "González" dio cuenta que a las once
y media de la noche escuchó un tiroteo. Posteriormente identificó los
cadáveres de William Alcides Aguilera Ochoa y de Luis Peña Martínez.
El primero era miembro del M-26-7 en Holguín, y el segundo realizó una
notable labor entre los cuadros revolucionarios de esa ciudad.
En la entrada del camino del central "San José", barrio Arroyo
Blanco del Sur, fue hallado muerto a balazos Jesús Feliú Leyva.
La victima era obrero tabaquero, militante del PSP.
En el parque, de Cacocum, hallaron a las dos y media de la
madrugada el cadáver de Gilberto González Rojas, con varias heridas de
arma de fuego. González Rojas trabajaba como telefonista de los
ferrocarriles y pertenecía al M-26-7. Dirigió varios sabotajes contra
puentes ferroviarios e instalaciones eléctricas.
En el batey del Central Preston dieron muerte a tiros a Armando
Guzmán Guindys. Desde joven había comenzado a trabajar en la industria
azucarera. Sus asesinos lo dieron por muerto, y poco después murió en
el hospital. Señaló momentos antes de fallecer a los autores del
crimen.
Los cadáveres de Alejo Tomás López y Héctor Infante aparecieron en
el lugar conocido como "La Puya", barrio Delicias. López, trabajador
azucarero, ocupaba el cargo de secretario general del PSP en Puerto
Padre. Infante, trabajador del Central "Delicias" (hoy Antonio
Guiteras), se distinguió en la defensa de los intereses de sus
compañeros.
También militaba en el PSP.
Con dos heridas de bala encontraron en la prolongación de Martí,
frente al parque infantil de Banes, el cadáver de Thelmo Esperance. La
víctima se opuso frente al tirano desde el 10 de marzo, y
posteriormente ingresó en el M-26-7.
Dio cuenta en el cuartel de la Guardia Rural el guardajurado
Roberto Fonseca haber encontrado muerto de dos balazos a Enrique
Morgan, obrero del Central "Preston". Morgan trabajaba como ayudante
de carpintero en el hoy central "Guatemala". Pertenecía al PSP.
Florencio Torrenzo Morales, guardajurado, comunicó en cuartel de la
Guardia Rural de Mayarí que en el callejón de Montezuelo, barrio Juan
Vicente, hallaron el cadáver de Silverio Núñez Hernández con un cartel
en la espalda: "Traidor al Movimiento 26 de Julio". Núñez era un
trabajador que se había sumado a la lucha contra la tiranía y fue
asesinado por los esbirros, que con ese cartel pretendían ocultar su
crimen.
En el barrio Corralito actuó el teniente Rivero Bernal, lugar donde
hallaron un individuo con una herida de bala en la cabeza, quien
resultó ser Pedro Díaz Coello, vecino de Ciudad Jardín, Holguín. Díaz
Coello ocupaba el cargo de Coordinador del M-26-7 en esa ciudad.
Reportaron desde Victoria de las Tunas que en una finca del barrio
Domínguez, apareció colgado en un árbol Pelayo Cusidó Torres.
Cusidó fue un combatiente contra la tiranía. En una ocasión fue
amenazado de muerte por el entonces teniente Sosa Blanco, por sus
actividades conspirativas. En el barrio Curana también hallaron
ahorcado a Aquiles Espinosa, trabajador agrícola que luchaba contra el
tirano militando en el M-26-7.
Con numerosas heridas de punzón y de arma de fuego encontraron en
el kilómetro 86 de Ia carretera a Puerto Manatí el cadáver de Ángel
Valerio Consuegra. La víctima desde los nueve años ayudaba a su padre,
quien era pescador en la zona de Manatí. A los 17 años ingresó en las
filas de los comunistas.
Denunció en Cueto, Evelio Feria Hidalgo que al transitar por el
camino real halló muerto con varias heridas de bala a Loynaz
echavarría Cordobez, vecino de Marcané. Loynaz Echavarría era un
querido dirigente de los trabajadores azucareros en el central "Marcané",
que hoy lleva su nombre. Ocupaba en el momento de su muerte los cargos
de responsable del Frente Obrero y el de Finanzas del Comité
Provincial del PSP en la Costa Norte.
En el central "San Germán" dio a conocer el jefe del Puesto de la
Guardia Rural, teniente Agustín Martínez, que en una guardarraya de la
colonia "San Francisco" encontraron muerto con varias heridas de arma
de fuego a José Marcial Pérez Cruz. El occiso había comenzado a
trabajar como carretero y después se hizo chofer de un camión. Había
sido un activo miembro del M-26-7.
El alcalde de barrio de San Andrés denunció en el Puesto de la
Guardia Rural el hallazgo en el camino de Guabiasiabo de un individuo
muerto a tiros, quien resultó ser José Mendoza García. José Mendoza
García, no como se dio en la nota oficial, era obrero panadero,
profundamente querido en la zona de San Andrés. Miembro del PSP,
combatió activamente a la tiranía desde el 10 de marzo.
En el barrio de Buenaventura mataron de un balazo en el pecho a
Isaac Hernández Oliver. La víctima se había unido a la lucha del
pueblo contra los que se adueñaron del poder apoyados en las
bayonetas.
Antonio Concepción Perodín fue hallado muerto con varios balazos en
el cuerpo, en la colonia "Guarana", Puerto Padre. Concepción Perodín,
desde la imposición del régimen del cuartelazo, se situó frente a él
hasta su muerte.
En la nota oficial publicada en los diarios el Buró de Prensa del
Regimiento 7 omitió informar otros tres crímenes.
Los de Ramón Téllez Peña, práctico de farmacia; Luis Sera Moreno y
Enrique Casals Villarreal, pertenecientes al PSP.