El pasado 15 de noviembre, la Oficina de Auditoría del Gobierno
(GAO), órgano del Congreso de los Estados Unidos dedicado a investigar
cómo el gobierno federal y sus agencias administran el presupuesto
federal y a valorar el grado de eficacia con que ejecutan sus
funciones y programas, publicó un extenso informe de 63 páginas
titulado: "La asistencia a la democracia en Cuba necesita mejor
administración y supervisión".
Tras una concienzuda revisión de los recursos millonarios
destinados por el gobierno de los Estados Unidos para promover la
subversión en nuestro país y concebir y amamantar a los escuálidos y
desacreditados grupúsculos mercenarios en Cuba, el mencionado
documento llegó a la inevitable conclusión de que los fondos
destinados a esos fines han sido malgastados.
El informe había sido solicitado por dos congresistas, el
republicano por Arizona, Jeff Flake y el demócrata por Massachusetts,
William Delahunt, miembros del Comité de Relaciones Internacionales de
la Cámara de Representantes que han promovido iniciativas dirigidas a
flexibilizar el bloqueo contra Cuba y promover cambios en la política
anticubana de la Administración de Bush.
El informe conduciría a la burla de no ser por la gravedad de los
hechos que revela: cómo y en qué se han gastado 73,5 millones de
dólares entre 1996 y 2005 para tratar de subvertir el orden interno en
nuestro país.
De inmediato, importantes medios de prensa norteamericanos se
hicieron eco de las irregularidades y del corrupto despilfarro en el
uso de los casi 74 millones de dólares que, sólo por esta vía, que no
es la única para financiar a sus grupos mercenarios en Cuba, el
gobierno de los Estados Unidos ha extraído de los bolsillos de los
contribuyentes norteamericanos para financiar su criminal y fracasada
política contra Cuba y mantener activa la industria de la
contrarrevolución anticubana mediante los programas para promover la
llamada "democracia" en nuestro país, que son dirigidos por
instituciones como la Agencia para el Desarrollo Internacional de los
Estados Unidos (USAID) y el Departamento de Estado.
Según los propios medios norteamericanos, más de la mitad de los
fondos nunca llegaron a Cuba, sino que permanecieron en Miami.
Asimismo, parte del dinero se utilizó para comprar artículos tales
como vídeo-juegos, conservas de cangrejo, bicicletas, abrigos y
chocolates de lujo y lectores de DVD, reflejando, en toda su magnitud,
el negocio oficial norteamericano de la contrarrevolución en Cuba y
los enormes dividendos que este reporta a la industria anticubana
asentada en Miami.
El informe también revela que, del total de los fondos malgastados,
una parte se despilfarra en medios que la Sección de Intereses de los
Estados Unidos en La Habana intenta distribuir en Cuba, para lo cual
esa Oficina habría repartido, entre 1996 y 2006, 385 000 libras de
medicinas, alimentos y ropas, 23 000 radios de onda corta, así como
millones de libros, boletines y otros materiales "informativos", según
datos publicados en el propio documento de la GAO. A ello se suma la
realización de "cursos de periodismo" por correspondencia para más de
200 mercenarios, la publicación de aproximadamente 23 000 informes de
los llamados "periodistas independientes" sobre la situación en Cuba y
el financiamiento de la visita a nuestro país de más de 200 "expertos
internacionales" para entrenar a la contrarrevolución interna.
Esto confirma los fundamentos de la reiterada denuncia de nuestro
gobierno contra la SINA, que actúa como cuartel general de la
contrarrevolución, y demuestra de modo irrefutable cómo esa Oficina de
Intereses viola flagrantemente la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas, del 18 de abril de 1961, al introducir en Cuba, abusando
de sus privilegios diplomáticos, artículos y materiales que no son
para uso oficial de esa Misión, sino para abastecer a los mercenarios
que trabajan al servicio del gobierno de los Estados Unidos.
El informe de la GAO aporta pruebas irrebatibles sobre las
sistemáticas denuncias del gobierno cubano acerca de que la mal
llamada disidencia no es más que un grupo financiado y dirigido por el
gobierno norteamericano, verdaderos mercenarios y asalariados al
servicio del enemigo histórico del pueblo cubano: el imperialismo
yanki, que no esconde hoy su voraz intención de volver a apoderarse de
Cuba, para lo cual no escatiman en recursos, a pesar de que jamás
conseguirán su objetivo final, que es derrocar a la Revolución.
Resulta insólito constatar el desprecio que sienten por el propio
pueblo norteamericano, al que intentan manipular constantemente, para
hacerle creer en una política inmoral y fracasada que se propone
quebrar la voluntad independentista y soberana de nuestro pueblo, y
cuyo financiamiento, además, le imponen.
Mediante sus programas subversivos contra Cuba, la Administración
de Bush financia ilimitadamente los viajes para dar aliento a los
apátridas, mientras niega a los norteamericanos su derecho a viajar a
Cuba y a relacionarse con nuestro país y reduce cruelmente las visitas
de los cubanos residentes en los Estados Unidos, a una vez cada tres
años, a aquellos que de forma arbitraria han redefinido como sus
familiares en Cuba.
A su vez, la Administración de Bush impone mayores restricciones al
envío de remesas y paquetes de los cubanos residentes en los Estados
Unidos a sus familiares en Cuba, mientras mantiene abierta una sucia y
gruesa tubería de recursos de todo tipo, solo a disposición de los
mercenarios que viven del negocio de la contrarrevolución.
La Administración de Bush impone también cada vez mayores
restricciones a Cuba para adquirir en los Estados Unidos medicinas
vitales para nuestros niños, ancianos y otros sectores vulnerables, y
establece permanentemente obstáculos a la compra de alimentos en su
mercado para el consumo de toda nuestra población, mientras que,
cínicamente, envía todo tipo de medicinas, y hasta abrigos y
chocolates de lujo, a los elementos contrarrevolucionarios que lamen
la bota del imperio.
La Administración de Bush impone al pueblo de Cuba el bloqueo más
prolongado y cruel que haya conocido la historia de la humanidad,
mientras nutre y mantiene con esmero a sus parásitos asalariados, tan
corruptos e inmorales como el imperialismo que los sostiene.
Esta es la verdadera política "humanitaria" y en materia de
"derechos humanos" que la mafia de Miami y los congresistas
anticubanos de la Florida desean para nuestro pueblo. Una política que
les permite salpicarse de una continua "danza de los millones" a costa
de los pueblos norteamericano y cubano.
Sin lugar a dudas, el gobierno de los Estados Unidos, dando
cumplimiento a la criminal y genocida política contenida en el Plan
Bush, pretende perfeccionar y continuar el financiamiento para la
subversión interna en nuestro país, para lo cual han decidido destinar
80 millones de dólares adicionales en los próximos dos años y no menos
de 20 millones cada año en lo sucesivo, hasta tanto, según sus
añoradas pretensiones, logren derrocar a nuestra Revolución.
Sin embargo, no deberían hacerse ilusiones. El gobierno y el pueblo
de Cuba se encargarán, como ha ocurrido hasta ahora, de garantizar la
completa ineficacia de estos planes y la ruptura total de cualesquiera
que sean los macabros diseños que se urdan desde Washington para
fomentar la subversión y la contrarrevolución interna en nuestro país.
El gobierno y el pueblo de Cuba denuncian, una vez más, el carácter
provocador, insultante e inaceptable de la ayuda permanente que con
criminales fines políticos el gobierno de los Estados Unidos intenta
hacer llegar a sus cachorros contrarrevolucionarios, a la vez que
recrudece el férreo bloqueo económico que ha mantenido contra la
población cubana a lo largo de casi cinco décadas.
El gobierno imperialista de los Estados Unidos hace mucho que
carece de autoridad moral alguna en Cuba y la pierde de forma
creciente en muchas partes del mundo.
Cuba adoptará en cada momento, con dignidad, serenidad y valentía,
las medidas que sean necesarias para enfrentar este tipo de
agresiones.
Por más dinero que malgasten, jamás podrán doblegar la voluntad del
pueblo cubano.