V Cumbre ACP

Desarrollo, deuda, pobreza y lucha contra el terrorismo

JOAQUÍN RIVERY TUR
rivery@granma.cip.cu

Los cuatro puntos del título resumen lo fundamental de las cuestiones tratadas en la V Cumbre del Grupo África, Caribe y Pacífico (ACP) acabada de efectuar en Jartum, Sudán, donde este gran grupo de naciones pobres coordinaron necesidades y criterios para mantener una posición común ante la Unión Europea y frente a un primer mundo despiadado.

El grupo ACP busca aunar posiciones contra la pobreza.

Actualmente, debido a una Europa cada vez más neoliberal y menos solidaria con sus antiguas colonias, los 78 países integrantes del ACP se ven en una situación cada vez más comprometida desde los puntos de vista político, económico, social e incluso ambiental, por lo que tratan de unir opiniones para fortalecer sus posiciones comunes en los debates.

En 1975, 46 de los estados de las tres zonas geográficas mencionadas firmaron en Lomé, capital de la africana Togo, un convenio con la Unión Europea que daba algunas ventajas comerciales y ayuda a los antiguos territorios coloniales.

En 1998 los caribeños propusieron e insistieron en que Cuba solicitara su ingreso en el Grupo ACP y la invitaron a que participara como observadora en las reuniones con la Unión Europea para la firma de un nuevo tratado que luego devino Convenio de Cotonú. Cuba comenzó a participar, pero en abril del 2000 se vio obligada a rechazar los intentos europeos por presionarla y condicionar su ingreso al Pacto de Cotonú, aunque luego en diciembre de ese año ingresara como miembro pleno al Grupo.

Ese año, Robert Goulongana, secretario general del ACP, declaró durante una visita a La Habana que la Isla podía aportar mucho a los países del Sur, pues se trataba de una nación "sumamente importante porque forma parte del Caribe, porque es una nación que comparte una visión de solidaridad entre los países del Sur y por eso desempeña un papel decisivo" y de ahí el interés de todos en que ella participara en el Grupo.

En la V Cumbre de Jartum, finalizada hace unos días, el Gobierno cubano volvió a estar presente, aportar y suscribir los planteamientos de los miembros, que repudiaron la imposición de leyes extraterritoriales contrarias a la ley internacional de libertad de mercado, navegación y comercio, como la Helms-Burton aplicada a Cuba por Estados Unidos, cuya derogación se exigió.

La lucha contra el terrorismo no quedó en un enunciado abstracto, sino se concretó en la necesidad de que aquellos que cometan actos atroces no queden sin castigo y sean sancionados los que apoyen, faciliten el financiamiento o den abrigo a terroristas, un sayo que le cae muy a la medida a Washington.

Los documentos de la Cumbre de Jartum también insisten en la lucha por erradicar la pobreza, en la cual los países industrializados no han cumplido sus compromisos y obligaciones, sin olvidar que se trata de un problema agudizado por la crisis de una deuda externa que debe ser abolida por parte de los acreedores ricos.

Como muchos de sus estados miembros pueden ser las primeras víctimas del calentamiento del clima por tratarse de territorios insulares amenazados por el aumento del nivel del mar, el encuentro se mostró preocupado por un modelo energético basado en la quema de hidrocarburos y llamó al uso de fuentes renovables y a que las naciones desarrolladas proporcionen colaboración en esa área para asegurar un desarrollo sostenible.

Por la Declaración de Jartum se ve claramente que el Grupo ACP ha mantenido su línea de conformar una posición común con alto grado de independencia para hacer frente a los retos del mundo neoliberal y unipolar, como si quisieran reafirmar la dramática conclusión del presidente de Madagascar, Didier Ratsiraka, en la II Cumbre (Santo Domingo), cuando afirmó: "Si nos dejamos quitar la dignidad, entonces no nos quedará nada a los pobres".

 

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