La presentación especial en Cuba, y por primera vez, de la copia
restaurada de La Pasión de Juana de Arco en La Catedral de La
Habana, con la sonoridad en vivo de la música interpretada al
órgano, distinguió la programación del XXVIII Festival Internacional
del Nuevo Cine Latinoamericano.
Este clásico de la cinematografía universal del realizador danés
Carl Theodor Dreyer narra el juicio de un tribunal eclesiástico
ilegítimo realizado a la Doncella de Orleáns, quien con 19 años de
edad,- ya convertida en una heroína popular-, es acusada de herejía
y hechicería, y condenada a morir en la hoguera.
Dieron realce a la proyección la conjunción entre la expresividad
de los primeros planos que revela la singular travesía de un alma en
sufrimiento representada por Renée María Falconetti, y la música
interpretada por Roberto Chorens en esa joya arquitectónica del
barroco colonial de América.
Alfredo Guevara, presidente del Festival, señaló a la AIN su
beneplácito por la realización de este proyecto, en el cual han
participado altas autoridades eclesiásticas y de la Junta Directiva
del Festival.
Consideró de mucha importancia que una obra de arte sirva para
unir en lo más profundo del humanismo pensamientos que tienen mucho
de contacto y tal vez alguna diferencia.
Roberto Chorens bajo los efectos de la emoción por el argumento
del filme, declaró en exclusiva que fue una experiencia inédita
atender todo el tiempo a las secuencias de imágenes un tanto
repetitivas, y a la vez musicar por más de una hora la película.
El Director General de la Filarmónica Nacional de Cuba comentó
que a él y al pianista Ulises Hernández se les ocurrió mezclar con
el órgano, música coral y otros efectos para darle a la proyección
un toque diferente con un porciento de improvisación.
Significó que en homenaje a Wolfgang Amadeus Morzart por los 250
años del natalicio ellos incluyeron en la banda sonora del filme El
Lacrimosa del Réquiem en el momento del clímax: Juana en la hoguera
y el pueblo acompañándole en el sufrimiento y el dolor.
El filme silente de 88 minutos, en blanco y negro, y estrenado en
1928, contó con la fotografía de Rudolph Maté, la edición del propio
director, y las actuaciones de Eugene Silvain( Pierre Couchon),
André Berley(Jean d'Estivet) y Michel Simon( Jean Lemaitre)