Estados Unidos, gracias a su estrategia de imponerse como potencia
dominante en cualquier rincón del mundo, acapara el mayor número de
denuncias por violaciones de los derechos humanos de Cuba y otras
naciones.
Esa situación, que alcanza un grado superlativo durante la
administración del actual presidente George W.Bush, es una constante a
lo largo de décadas y en distintos continentes del planeta y uno de
sus ejemplos destacados es el caso cubano.
El mantenimiento durante casi medio siglo del bloqueo económico,
comercial y financiero contra la Isla es un esfuerzo por lograr, según
se admitió en documentos desclasificados por la propia administración,
que el hambre melle el apoyo popular a su gobierno.
Recientemente, el presidente del Parlamento cubano, Ricardo
Alarcón, recordó que esos documentos del Departamento de Estado y de
la CIA, ya desde 1959 y 1960, mencionaban directamente la razón de las
distintas medidas de asedio económico contra Cuba.
Al referirse al cese por Estados Unidos de las compras de azúcar a
la isla antillana y del suministro o refinación de petróleo, decían,
textualmente, que ello provocaría "caída brusca de la economía,
desempleo generalizado y la aparición del hambre".
Esa política causó serios sufrimientos a los cubanos, pérdidas
económicas de más de 86 mil millones de dólares, escasez de alimentos
y medicinas, incluso para niños y ancianos enfermos, y condenas de la
Asamblea General de la ONU y otras instancias internacionales.
Paralelamente, la obstinación por derrocar al gobierno de la nación
caribeña, hizo que Washington alentara las acciones terroristas
organizadas desde su propio territorio por grupos violentos de origen
cubano.
De esta forma, el derecho a la vida, el más preciado de todos, se
desconoció reiteradamente con los atentados que destruyeron centros de
trabajo, turísticos y cosechas, segando la vida de nacionales y
visitantes extranjeros o de pasajeros de aviones comerciales.
Junto a ello, el comprometimiento de Washington con esas acciones
hizo que mantenga la protección a sus autores confesos incluyendo a
los más destacados como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, negando
de esta forma el derecho a la justicia.
Cuba denuncia en todos los escenarios internacionales lo que
describe como doble moral de Estados Unidos, que, junto a lo señalado
anteriormente, pretende presentar a la revolución cubana como
desconocedora de los derechos violados precisamente por esa potencia.
En ese caso, la Casa Blanca también sufre continuas derrotas por el
reconocimiento generalizado de los avances logrados por Cuba en la
materialización y protección de los derechos económicos, sociales y
culturales de sus ciudadanos.
El acceso de todos los cubanos a la educación, la salud, la
asistencia y la seguridad social, junto a la igualdad de géneros, la
justicia, la equidad y la participación política y democrática,
desmintió siempre la argumentación estadounidense.
Pero a esa realidad interna, se agrega, además, la solidaridad y la
cooperación internacional impulsada por Cuba en todos los frentes, con
énfasis en la salud y la educación para ayudar a otros pueblos a
mejorar su calidad de vida.
Se trata, como señalan los cubanos, de la vocación humanista de la
Revolución, distinta al mundo de egoísmo y derroche defendido por la
potencia adversaria.