Frenesí bolivariano

FÉLIX LÓPEZ

CARACAS.— Al llegar la medianoche los fuegos artificiales todavía alumbraban la noche feliz de Venezuela. El pueblo celebraba con sus cantos, sus caravanas, sus bailes, sus voladores y sus mensajes¼ Por novena ocasión ganan la pelea a la oligarquía en nombre de Hugo Chávez, ese indio-mulato que lo que siente por su gente "es, más que amor, frenesí".

Ni la lluvia torrencial y fría hizo que los chavistas se quedaran en casa. Desde hace muchos días estaban en la calle para defender la victoria, y este domingo nada los detendría¼ Los "exit polls", encuestas a boca de urna y la corazonada colectiva coincidían en la victoria arrolladora de Chávez. Las colas interminables y el buen ambiente que se vivió en la jornada electoral auguraban que la abstención sería la otra gran derrotada.

De nada sirvieron los intentos del candidato opositor Manuel Rosales, para desacreditar la pulcritud del proceso; mientras los mensajes de texto telefónicos, emails y las llamadas de los nerviosos, no lograron que la maquinaria del rumor se volviera a interponer entre la razón y el odio. Ahora mismo, a las 12:30 de la noche, mientras escribo esta nota, CNN dice que "Chávez ganó cómodamente". El mundo, con más de 600 periodistas y observadores de todos los confines en Caracas, ya conoce de la decisión de la mayoría de los venezolanos: Chávez se queda.

Antes de llegar a casa, fui testigo de un gesto que demuestra cómo va en ascenso la cultura política del pueblo. En sus comandos de barrios, todos escuchaban en silencio las palabras que el candidato opositor utilizó para reconocer la victoria de Chávez: "Ellos nos derrotaron", dijo Rosales, en lo que muchos vecinos consideraron la mejor intervención de toda su campaña. Quizás porque era la primera gran verdad que asumía en público.

Pero la historia de Rosales no había terminado con su derrota personal. Un mensaje de texto telefónico advertía al amanecer de este lunes que los cajeros automáticos de los bancos de Caracas habían enloquecido, porque los opositores introducían la tarjeta "Mi Negra" (en la que el candidato prometió depositarles dinero de la renta petrolera), y la computadora del cajero respondía automáticamente: "Tarjeta denegada. Espere hasta el 2021".

 

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