CARACAS.—
Al llegar la medianoche los fuegos artificiales todavía alumbraban la
noche feliz de Venezuela. El pueblo celebraba con sus cantos, sus
caravanas, sus bailes, sus voladores y sus mensajes¼
Por novena ocasión ganan la pelea a la oligarquía en nombre de Hugo
Chávez, ese indio-mulato que lo que siente por su gente "es, más que
amor, frenesí".
Ni la lluvia torrencial y fría hizo que los chavistas se quedaran
en casa. Desde hace muchos días estaban en la calle para defender la
victoria, y este domingo nada los detendría¼
Los "exit polls", encuestas a boca de urna y la corazonada colectiva
coincidían en la victoria arrolladora de Chávez. Las colas
interminables y el buen ambiente que se vivió en la jornada electoral
auguraban que la abstención sería la otra gran derrotada.
De
nada sirvieron los intentos del candidato opositor Manuel Rosales,
para desacreditar la pulcritud del proceso; mientras los mensajes de
texto telefónicos, emails y las llamadas de los nerviosos, no lograron
que la maquinaria del rumor se volviera a interponer entre la razón y
el odio. Ahora mismo, a las 12:30 de la noche, mientras escribo esta
nota, CNN dice que "Chávez ganó cómodamente". El mundo, con más de 600
periodistas y observadores de todos los confines en Caracas, ya conoce
de la decisión de la mayoría de los venezolanos: Chávez se queda.
Antes
de llegar a casa, fui testigo de un gesto que demuestra cómo va en
ascenso la cultura política del pueblo. En sus comandos de barrios,
todos escuchaban en silencio las palabras que el candidato opositor
utilizó para reconocer la victoria de Chávez: "Ellos nos derrotaron",
dijo Rosales, en lo que muchos vecinos consideraron la mejor
intervención de toda su campaña. Quizás porque era la primera gran
verdad que asumía en público.
Pero
la historia de Rosales no había terminado con su derrota personal. Un
mensaje de texto telefónico advertía al amanecer de este lunes que los
cajeros automáticos de los bancos de Caracas habían enloquecido,
porque los opositores introducían la tarjeta "Mi Negra" (en la que el
candidato prometió depositarles dinero de la renta petrolera), y la
computadora del cajero respondía automáticamente: "Tarjeta denegada.
Espere hasta el 2021".