¿Entrevistar a Luis Báez? El interrogador por excelencia quedó
interrogado y a gusto, porque no fue difícil conversar sobre las
interioridades de una profesión a la que ha dado nervio, audacia y
convicción. ¿Pretexto? Su 70 cumpleaños. Eso sí, solo pretexto. La
obra de Luis habla por sí sola de su contribución revolucionaria,
política e intelectual al conocimiento de nuestras realidades:
confirman esa apreciación libros como Camino de la victoria y otros
reportajes (1978), Guerra secreta (1978), Los que se
fueron (1991), Los que se quedaron (1993), Memoria
inédita: conversaciones con Juan Marinello (1995), Secretos de
generales (1996), Absuelto por la historia (2001) y El
mérito es estar vivo (2004); sus largas entrevistas con Armando
Hart y Pablo Armando Fernández; y los volúmenes escritos junto a Rosa
Miriam Elizalde sobre los "disidentes" pagados por la Oficina de
Intereses de EE.UU. y acerca del proceso bolivariano en Venezuela. He
aquí unos cuántos de los "secretos" del entrevistador.
"Desde muy joven me llamó la atención el periodismo. Me gustaban
los deportes y en especial el béisbol. Comencé a ir al estadio del
Cerro –hoy Latinoamericano– a presenciar los desafíos de la pelota
profesional. Ahí conocí a cronistas deportivos y a personalidades que
asistían a ver los juegos quienes me ayudaron a ingresar en la escuela
de periodismo. Sin haberme graduado empecé a publicar una columna en
el periódico El Crisol —circulaba al mediodía— en el que reflejaba las
interioridades de los cuatro equipos beisboleros: Habana, Almendares,
Marianao y Cienfuegos. En esos primeros pasos me ayudó mucho un famoso
árbitro cubano: Amado Maestri. Posteriormente pasé al diario Avance
—circulaba en horas de la tarde—. El primero de enero de 1959 su
director Jorge Zayas —acaba de morir en Miami y mantenía una posición
de crítica a la política de los Estados Unidos hacia Cuba— me designó
para que cubriera las informaciones relacionadas con Fidel Castro.
Recuerdo que me planteó que no me podía separar del líder de la
Revolución. "Él es la noticia". Si en aquella ocasión seguí un consejo
por profesión, durante 47 años he mantenido una actitud por
convicción: todavía sigo al lado de Fidel".
¿A qué se debe tu predilección por la entrevista?
"Tal vez sea por un problema de características personales: soy muy
conversador, soy polémico. O quizás por los riesgos que entraña: hay
que saber provocar sin herir. Toda nueva entrevista es siempre algo
novedoso; no hay dos personas iguales. Además, es lo que te
proporciona una especial conexión con otros seres humanos. Es un
salvoconducto para adentrarse en la existencia de los demás".
¿Qué virtudes debe tener un entrevistador? ¿Qué defectos debe
evitar?
"Nada hay más importante para el éxito de una entrevista que su
preparación previa. Es necesario estar bien informado sobre la persona
que vas a entrevistar. Estar consciente de qué objetivos quieres
obtener de él. Preguntar es un arte en sí mismo. Como dijo Voltaire:
"Juzga a un hombre por sus preguntas mejor que por sus respuestas".
Hay entrevistadores que les encanta escucharse a sí mismos, y no se
dan cuenta de que la presunción es la enemiga número uno de la
entrevista".
¿Cuál ha sido tu entrevista más difícil? ¿Con cuál has disfrutado
más?
Una de mis entrevistas más difíciles fue la que tuve con el
entonces jefe del gobierno de Panamá, general Omar Torrijos. Se
produjo en 1973, época en la cual aún no existían relaciones
diplomáticas entre Panamá y Cuba. Ningún periodista cubano lo había
entrevistado y era casi imposible llegar hasta él. Lo logré por medio
de su madre y de sus hermanos, con quienes previamente había hecho
amistad. La conversación se desarrolló a bordo de su avión particular.
Sostuve con el líder panameño un amplio diálogo, que al principio no
fue nada fácil pero con el transcurso de las horas se rompió la
barrera de la desconfianza por parte del entrevistado. Por
coincidencias de la vida, Torrijos murió años después en el propio
avión donde lo entrevisté, al estrellarse el aparato en circunstancias
no bien esclarecidas. Sinceramente, esta fue una entrevista que
disfruté".
¿Alguna entrevista se te ha escapado?
"Hacer una hora con Fidel. No es que se me haya escapado, es que no
la he alcanzado".
¿Con cuál nuevo libro de entrevistas nos vas a sorprender?
"Si te lo digo, no te sorprendo".