LAS
TUNAS.— Al universo del ilusionismo le crece aquí cada año una
especie de nueva geografía, mediante estos encuentros entre magos
que concentran multitudes, estimulan la imaginación y llenan
espacios recreativos y espirituales de una población siempre ávida
de más cultura.
Salvadas pretéritas marginalidades que distanciaban esta
manifestación del lenguaje cultural, el futuro desarrollo de la
magia cubana le deberá mucho al Festival Internacional de la Magia
de Las Tunas, Ánfora, pero también el auge cultural de este
territorio encuentra en estos eventos nuevos respaldos conceptuales
y prácticos para su progreso.
Estos espectáculos a cargo de decenas de prestidigitadores del
más variado signo, pueden apreciarse por estos días en teatros,
plazas públicas, comunidades, escuelas, círculos infantiles y
centros de salud.
Eso ocurre, por ejemplo, en los espectáculos para adultos del
recién remozado teatro Tunas con que cierran estas jornadas,
precedidas por las competencias de distintas modalidades en el cine
Luanda y las actuaciones para niños en la sala Raúl Gómez García.
En dichas presentaciones nocturnas, que explotan plenamente las
nuevas condiciones del Tunas, se estrenaron con las actuaciones de
los artistas de la compañía local, Huracán Mágico, que mostró no
solo calidad sino evolución creadora y a ejecutores brillantes como
el dúo Los Lobel, integrado por una pareja de esposos, Yarusbel
Téllez y Fernando Rodríguez, mago este último que impresionó
especialmente con la rutina con bastón.
La pareja innovó también, por cierto, con la sorpresiva actuación
de su pequeña Gretel, quien, junto a su no menos diminuto colega,
Marlon Acosta, también hijo de magos (Ángela Amado y Osvaldo
Acosta), constituye una de las novedades de este Festival.