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Cosas buenas de fin de semana
TONI PIÑERA
Teatros abarrotados hasta el último rincón —incluso los pasillos
se han transformado en lunetas—, cientos de personas afuera tratando
de alcanzar una entrada y adentro, música de aplausos agradeciendo
la buena entrega danzaria... , son imágenes cotidianas del 20 Festival
que dijo adiós ayer desde la sala García Lorca del GTH.
La
Fracci, lección de arte.
Pero antes, el fin de semana trajo cosas muy buenas a las tablas.
El esperado estreno mundial de Cuadros en una exposición, con
coreografía de Alicia Alonso, sobrepasó las expectativas y fue
recibido con fuertes ovaciones. La bailarina cubana tomó como base
creativa la pieza musical homónima del compositor ruso Modest
Mussorgski —orquestada por Ravel— así como la línea temática de los
cuadros que en 1874 lo inspiraron a crear esta composición, aunque
aquí los trazos de Hartmann fueron sustituidos por los de once
destacados artistas contemporáneos cubanos: Alfredo Sosabravo,
Roberto Fabelo, Cosme Proenza, Zaida del Río, Nelson Domínguez,
Arturo Montoto, Ileana Mulet, Alicia Leal, Ángel Ramírez, Gólgota, y
William Hernández. Y, precisamente, los ambientes y personajes
creados sobre los lienzos cobraron vida durante una visita a la
supuesta exposición...
A partir de esta premisa se suceden un conjunto de situaciones,
que hacen de este ballet todo un espectáculo que llega al
espectador, unas veces de manera dramática y otra humorística, para
dejar en claro el poder imaginativo de la coreógrafa. Entre los
puntos altos de la obra pueden citarse, entre otros, la escena de
Las brujas (éxtasis en el baile), El viejo castillo
(lirismo extremo), La carreta (simbiosis entre plástica y
coreografía), En el jardín y En un mercado (plenos de
colorido), Catacumbas (impacto dramático)¼ , y La puerta
(apoteosis), por solo citar estos.
En esta jornada, una de las más sonoras, en cuanto a aplausos,
destacaron también el Canto vital (Miguelángel Blanco, Romel
Frómeta, Javier Torres y Taras Domitro), la pareja del Bolshoi —muy
ovacionada en este encuentro— integrada por Natalia Osipova/Ivan
Vasiliev en Las llamas de París, y el pas de deux de
La bella durmiente, interpretado a la perfección por Bárbara
García y Javier Torres (de quien debemos decir ha tenido una
presencia constante y atinada en este Festival).
DESNUDA LUZ DEL AMOR
Luego de ocho años de ausencia, la célebre bailarina italiana
Carla Fracci reapareció en la escena de la sala García Lorca, de la
mano de Desnuda luz del amor, coreografía de Alicia Alonso
(estreno mundial), creada especialmente para ella. Con desbordado
lirismo, aquí se recrea el pasado amoroso de una mujer que
finalmente despierta en la realidad del verdadero amor... Sinceramente
expresiva, con el hálito de las grandes, la Fracci demostró una vez
más su apreciable don para encarar una galería infinita de
personajes, donde encuentra detalles muy sutiles que sorteó a la
perfección con los bailarines cubanos (Víctor Gilí, Taras Domitro y
Javier Torres).
Un toque de estilo añadieron esa noche la bailarina Silja
Schandorff (Royal Danish Ballet) y Miguelángel Blanco con solistas
del BNC, en La sílfide (Grand pas), mientras que el
estreno en Cuba del Le roman d’un bouton de rose (pas de
six), del conocido coreógrafo Pedro Consuegra, quien ha aportado
no pocos títulos de valía al repertorio del BNC, nos dejó con deseos
de ver la pieza completa (última colaboración entre Drigo y Petipá).
Por el sendero de las investigaciones sobre las creaciones de Petipá,
Consuegra encontró un día la música original y realizó su propia
versión en Marsella en 1982. Particularmente brilló en esta pieza
Hayna Gutiérrez —plena en la difícil variación—, quien estuvo
acompañada por Elier Bourazc y otras dos parejas del BNC.
UN LAGO PARA RECORDAR Tres actos
inolvidables de El lago de los cisnes acercaron a uno de
los grandes bailarines contemporáneos: Julio Bocca, quien en esta
función —junto a la primera bailarina Anette Delgado—, dijo adiós al
papel del príncipe Sigfrido, desde el mismo escenario donde el 31 de
octubre de 1986 había debutado en el mismo rol. Contenido en los
primeros momentos, dejó para los finales todas las fuerzas para
demostrar que es uno de los grandes de la danza. Saltos y giros
perfectos, amén de ese encanto que logra transmitir con su
apropiación del espíritu de la danza fueron suficientes para desatar
las fuertes ovaciones de los espectadores que colmaron todo el
coliseo de la Plaza de la Revolución. Ella, quien ha marcado pautas
en este Festival con su excelente quehacer, siempre en estilo, con
extrema elegancia y precisión del baile, ofreció un desempeño alto
en ambos actos dejando en claro su dominio técnico del difícil doble
rol. Resultado: una función para el recuerdo, en la que hay que
saludar también el esfuerzo realizado por los solistas y cuerpo de
baile, quienes han dado todo en estas jornadas. |