Muchos modos danzarios en escena
TONI PIÑERA
La esperada Giselle que reuniría en las tablas del Teatro
Nacional al célebre bailarín José Manuel Carreño (Albrecht) y a la
hermosa bailarina Sadaise Arencibia no defraudó al público que
abarrotó el coliseo de la Plaza de la Revolución. Un trabajo
caracterizado, de principio a fin, por un armónico fraseo escénico
entre los intérpretes matizó una gran tarde del 20 Festival. Ella,
en una labor mesurada se mostró más segura en el personaje, tanto
técnica como interpretativamente, logrando altos instantes en la
diagonal y la escena de la locura (primer acto) y todo el segundo,
donde ofreció una actuación coherente.
Carlos
Acosta, siempre impactante en sus ejecuciones.
El ballet es, ante todo, proyección estética y ellos la entregan.
Carreño es, la elegancia, el atento acompañante, el bailarín
perfecto que anima las funciones. Su labor fue nuevamente memorable,
y junto al resto del elenco, entre otros, Yolanda Correa (muy bien
por su Myrtha), Víctor Gilí (Hilarión), Ivette González (la madre de
Giselle), el perfecto cuerpo de baile (principalmente en el segundo
acto) y la Orquesta Sinfónica de Matanzas bajo la batuta de Giovanni
Duarte, que fundidos en uno solo alentaron este clásico.
OTROS MOMENTOS EN LA SALA GARCÍA
LORCA
El destacado bailarín cubano Carlos Acosta, con su trabajo en
Mayerling, primero, y luego en el pas de deux de Diana y
Acteón, arrebató las más fuertes ovaciones en la función del martes.
Kenneth McMillan es el creador del ballet Mayerling del cual
se presentó como estreno en Cuba, una escena del III acto,
interpretado por Leane Benjamín, Ricardo Cervera y Carlos Acosta.
Bastaron pocos minutos sobre las tablas para dejar en claro las
excelentes condiciones físicas, naturales, el admirable control de
su cuerpo y sobre todo, la proyección escénica de altos quilates de
Acosta, quien junto con la dúctil y diestra bailarina australiana
ofrecieron un instante cimero en este encuentro. Más tarde volvería
a repetir, esta vez, en un Acteón para el recuerdo, donde desplegó
todo su arsenal técnico. A su lado, la primera bailarina Viengsay
Valdés (Diana), quien a pesar de encontrarse indispuesta, enfrentó
el reto y realizó un loable esfuerzo en su baile, sobre todo en la
variación, que sin alcanzar el brillo a que nos tiene acostumbrados,
fue premiado por los espectadores por su entereza, aunque hubiera
sido preferible una sustitución para no poner en peligro la salud de
la artista.
El estreno mundial de la noche corrió a cargo del coreógrafo
norteamericano James Kelly quien propuso esta vez A través de tus
ojos, en la que su creador se inspiró en la idea de cómo podría
crear si no pudiera ver¼ , encontrando la respuesta en el tacto. A
partir de esta premisa, —apoyándose en la música contemporánea del
Cuarteto Flesh—, y dialogando con el virtuosismo técnico de la danza
académica, los jóvenes intérpretes del BNC, marcaron los rápidos
pasos. A través de¼ resulta un trabajo ameno, al que aportan
un tanto a favor, los diseños de vestuario de Ricardo Reymena. Nada
que moleste, pero tampoco algo que se destaque en lo que a
originalidad toca a la hora de plantear un ballet abstracto.
Nota especial regaló en la noche la pareja integrada por el
bailarín y coreógrafo sueco Mats Ek (descendiente directo de la
reconocida coreógrafa y directora Birgit Cullberg), y la española
Ana Laguna, con las creaciones del propio Ek: Memory y
Potato. Lo más relevante de estos trabajos es ver cómo
demuestran que la danza no es solo un arte universal, sino también
que está abierta a todos, más allá de la edad. Lo que vimos en estas
dos breves entregas sobre el escenario es un desarrollo pleno de
recursos danzarios, interpretativos, incluso con destellos
humorísticos, en desenfadada combinación.
El arte flamenco más puro inundó la sala García Lorca con
Farruquito y su familia, para cerrar con broche de oro la jornada,
con Alegrías, Bulería galáctica, Soleá¼ , donde pusieron en
claro, tanto en el baile como en el canto, que son verdaderos
herederos de las tradiciones gitanas. Una fuerte ovación puso punto
final a otra agradable noche del 20 Festival, en la que también
brilló Las sílfides.
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