Peripecias y ansiedades del color
cubano
Reflexiones en la Fundación
Nicolás Guillén al calor del aniversario 75 de la publicación de
Sóngoro cosongo
Pedro de la Hoz
A 75 años de la publicación de
Sóngoro cosongo, los versos de ese poemario y el prólogo que el
propio autor escribió para presentarlos, se revelan como un
manifiesto de esencias portador de inusitada vigencia. Esta cualidad
no es un deseo, sino una fértil realidad que se hizo evidente
durante las dos jornadas de trabajo que la Fundación Nicolás Guillén
dedicó en la UNEAC para reflexionar no solo en torno al alcance de
ese libro seminal sino también acerca de la problemática racial allí
enunciada y sus resonancias contemporáneas.
A los análisis del alcance lírico de
la obra de Nicolás Guillén, aportados en la sesión inicial por
Guillermo Rodríguez Rivera y Virgilio López Lemus y valorados por
Nicolás Hernández Guillén, presidente de la Fundación, se sumaron
perspectivas conceptuales desde diversas disciplinas humanísticas en
la segunda jornada.
La profesora Ana Cairo vinculó la
efemérides con otra que no debe pasar inadvertida: la creación hace
70 años en La Habana de la Sociedad de Estudios Afrocubanos por
Fernando Ortiz, en la cual Guillén desempeñó un activismo
fundamental en aras de promover las contribuciones de la población
negra y mestiza a la forja de la identidad nacional, cuestión que en
esa época levantaba rechazos y suspicacias por parte de quienes
detentaban la hegemonía en la república mediatizada.
En torno a la percepción de la
discriminación y los prejuicios raciales en el tejido social de
nuestros días disertaron, sobre la base de rigurosas investigaciones
de campo, los sociólogos Pablo Rodríguez y Rodrigo Espina, del
Centro de Antropología del Ministerio de Ciencias, Tecnología y
Medio Ambiente.
Ello dio pie para que el doctor
Esteban Morales, de la Universidad de La Habana, y la socióloga
Mayra Espina, del Centro de Investigaciones Psicológicas y
Sociológicas, abordaran las relaciones entre racialidad, cultura y
desigualdad, a partir de la necesidad de asumir con recursos propios
una agenda ineludiblemente vinculada a la estrategia de defensa y
profundización de las conquistas sociales revolucionarias, y de la
preservación y consolidación de la unidad de los diversos factores
que integran la sociedad cubana ante las amenazas imperiales.
En todo momento el debate derivó
hacia la toma de conciencia de los requerimientos de acciones
científicas, educativas, y promocionales que se articulen con la
elaboración y aplicación de políticas sociales, como las que se
llevan a cabo inspiradas en los nuevos programas de la Revolución.
Mayra Espina recordó oportunamente
cómo estas reflexiones debían conducir a la impostergable indagación
acerca del extraordinario valor de las palabras escritas por Guillén
en el prólogo de Sóngoro cosongo: “Por lo pronto, el espíritu
de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color
definitivo. Algún día se dirá: color cubano”.
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