Capítulos 4 y 5 de Cien horas con Fidel

El asalto al Cuartel Moncada: génesis de la Revolución

MARTA ROJAS
marta.rr@granma.cip.cu

El suplemento que ve la luz ahora, con los capítulos 4 y 6 de Cien horas con Fidel, aborda el nacimiento de la Revolución contra viento y marea externas, lideradas por el imperialismo norteamericano, desde su colosal victoria del Primero de Enero de 1959.

¿Qué determinó al joven abogado Fidel Castro a organizar la lucha armada tras el artero golpe del 10 de marzo, perpetrado por Fulgencio Batista en aquel "madrugonazo" de Columbia? ¿Quiénes eran y cómo aglutinó a los que serían sus compañeros en el acto de rebeldía que cambiaría los destinos de la Isla, y los encauzaría por la senda soberana de los próceres de 1868, cuando —en 1953—la república neocolonial tenía apenas cincuenta años? ¿Cuáles fueron los antecedentes inmediatos? ¿Qué ideología primaba entre los reclutados? ¿Acaso podía soñarse con una victoria sin el concurso del pueblo?

Estas y otras interrogantes más quedan respondidas por el protagonista principal, Fidel Castro, en forma directa y absolutamente sincera, donde no omite ni hechos ni personas que entonces pensaban de una manera y luego se separaron del carril revolucionario.

Por aquel entonces el pueblo había quedado aplastado por la maquinaria ideológica y publicitaria yanki y no podía pensar como hoy; el marxismo, el comunismo eran para ellos palabras, si no desconocidas, sí rechazadas por una inmensa mayoría, o a excepción de un grupo pequeño de cubanos que integraban un partido con esa ideología, el cual no era capaz de movilizar a las masas.

Paralizada la opinión pública pero, más que incómoda, decepcionada por el golpe militar, en vísperas de unas elecciones generales, había condiciones para conducirla a la lucha contra el golpe, a favor de un cambio, pero no podría afirmarse, como dice Fidel en una de sus respuestas a Ignacio Ramonet, que la masa tuviera un nivel de conciencia política, aunque sí, esta y los jóvenes de la vanguardia llevaban en alto el sentimiento ético, patriótico y de vergüenza.

Todas las preguntas, por complejas o elementales que se le formulan al líder de la Revolución, obtienen respuesta y argumentos válidos hoy y mañana. La organización y movilización de los futuros combatientes se realizó voluntariamente y autofinanciada, de la forma más modesta. Fidel no tenía un centavo. Ningún ingreso exterior se solicitó ni se recibió. Solo unos pocos compañeros contaban con salarios decorosos para la época, y fueron entregados a la causa. En cuanto a los jóvenes ortodoxos, que integraron la mayoría del contingente entrenado —1 200— eran muy sanos pero no poseían educación política; tenían instinto de clase, pero no conciencia de clase, explica el líder revolucionario, quien hace énfasis en algo que es válido en todo momento, haber logrado entre todos un alto grado de disciplina y unidad.

La idea de tomar el Moncada por sorpresa y hacerse de las armas de la segunda fortaleza militar del país, muy bien estructurada, minuciosamente planificada, como se verá en las respuestas contaba con un factor que no ha variado nunca en el proceso revolucionario cubano. Factor básico de victoria para Fidel: el pueblo.

Contestando a una pregunta expone: "... cuando atacamos el Moncada ya teníamos la idea de marcharnos hacia las montañas con todas las armas ocupadas en el cuartel, si no colapsaba el régimen. Estoy seguro de que habría colapsado (...) El pueblo se habría levantado y no le quepa la menor duda, porque el que se levantara contra Batista tendría apoyo inmediato de nuestro pueblo".

Esta respuesta de definición de un pensamiento permanente, nos trae ahora a la mente las palabras del principal encartado de la Causa 37 o el juicio del Moncada, cuando del estrado de los magistrados le pregunta el fiscal con qué contaba para llevar a cabo su plan, y él responde:

"Solo contábamos con nuestro propio esfuerzo y con la ayuda de todo el pueblo de Cuba, que la habríamos obtenido, si hubiéramos podido comunicarnos con él a través de la radio". E insiste el interrogador: "¿Entonces solamente contaba con el pueblo?: "Sí, con el pueblo; yo creo en el pueblo. El pueblo hubiera respondido firmemente si llegamos a ponernos en contacto con él (...) Con todo el pueblo unido, habríamos derrocado al régimen de facto".

En 1953 era un joven abogado revolucionario, respondiendo a los jueces. Hoy es un estadista mundial para quien Patria es humanidad, como afirmó el autor intelectual del Moncada: José Martí.

La importancia extraordinaria de esta obra no es solo conocer los importantes resquicios de hechos extraordinarios, nacionales e internacionales, en la voz de su protagonista, sino estimularnos a estudiar cada uno de esos hechos a la luz del presente y el futuro, comenzando por su génesis insoslayable.

 

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