Como sus padres y abuelos, nació y se crió entre las plantaciones
de San Juan y Martínez; hoy tiene 87 años de edad, aunque no los
aparenta. En su aval atesora la experiencia de un hombre que ha
dedicado toda la vida al tabaco y a encaminar a sus tres hijos, de
quienes dice estar ampliamente satisfecho, y con razón.
Erguido, con ideas claras y buen conversador, hace un alto en los
trajines mañaneros para hablar de tabaco.
Lin recibió este año el Premio Habano por sus sostenidos resultados
en la producción de capas para el torcido de exportación. De las 100
000 plantas que caben en su vega, obtiene en cada cosecha hasta 130
quintales, y por lo general más de la mitad son hojas aptas para
vestir los famosos puros cubanos.
¿Cómo lo logra? "Del tabaco hay que ser esclavo; si no haces lo
que exige hoy, mañana puede ser tarde, y tampoco es bueno adelantarse.
A la hora de recolectar, por ejemplo, si coges una hoja tierna, seca
oscuro, cuando está pasada de maduración, se vacía y pierde calidad.
"Tampoco recolecto después de regar agua, hasta tanto se le pasa la
‘metedura de nuevo’, pues influye en el secado; me gusta cosechar y
llevar las hojas directamente para las tarimas de las ensartadoras.
Cuando se trata de los centros, no dejo que le echen más de 50 pares a
cada cuje."
El experimentado veguero afirma que lo primero es cuidar la tierra.
No siembra otros cultivos entre cosechas en el área destinada al
tabaco, y periódicamente le pasa la picadora a la hierba, para
incorporarla al suelo como materia orgánica.
"A la hora de sembrar, encargo más de 120 000 posturas, y donde
hacen falta tres hombres empleo cinco, con el fin de que vayan
seleccionando la buena.
"Surco a 36 pulgadas de ancho y siembro a 13 entre plantas, de
manera que tengan espacio para desarrollarse. Siempre exijo el uso de
la ‘chiva’ (cordel con nudos que indican la distancia a sembrar) para
esta tarea, con el fin de asegurar uniformidad."
De las atenciones culturales tiene el mismo criterio: todas en su
momento. "El tabaco te va pidiendo lo que necesita, basta con que lo
observes para saber cómo tratarlo, excepto la fumigación, esa la
aplico preventivamente, pues después que la plaga afectó las hojas, ya
no dan capas.".
La foto en la pared de un hombre con bata de médico que conversa
con el Comandante en Jefe Fidel Castro, hace cambiar de conversación.
"Se trata de Antonio, mi hijo mayor. Es quien realiza los implantes a
los niños sordo-ciegos, y ha cumplido otras misiones importantes.
Reside en La Habana.
"Le sigue Sergio, que es licenciado en Física, pero desde hace unos
años vino para la vega, pues necesitaba preparar el relevo, y el
tercero, Nelson, es especialista en Ortopedia; así que todos se
formaron en dos de los programas principales de la Revolución",
expresa.
Las Maravillas es un lugar apartado, tierra adentro, aunque los
vecinos disponen de energía eléctrica y un camino transitable siempre
que la lluvia no sea demasiada. Lin recuerda que sus muchachos
estudiaron en varios lugares de Pinar del Río y de la capital.
"Los apoyé en todo, pero me siento recompensado. En otro país
hubiera tenido que ser millonario para tener hoy tres profesionales
como ellos", reconoce agradecido.
¿Hasta dónde piensa llegar en la producción de capas?
"Hasta donde la salud me acompañe; siempre con el principio de que
no se trata de tener alto rendimiento un año, sino de mantener buenos
resultados en cada campaña."