La Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC), en su
cuadragésimo noveno congreso, tendrá en cuenta que esta no es la
agroindustria de los años ochenta ni noventa del siglo pasado, y por
eso iniciará un proceso de refundación.
Nuestra misión, dijo Tirso Sáenz Coopat, presidente de la
institución, es atender a los 15 000 profesionales y a los 50 000
técnicos de nivel medio que laboran en el Ministerio del Azúcar (solo
el 20% está afiliado a la ATAC), expandirnos y promover la eficacia y
la eficiencia en las producciones agropecuaria e industrial y en los
servicios.
En su nueva etapa la organización trabajará con los técnicos en
activo, los que estudian y los jubilados. Nadie quedará excluido de
las tareas que debemos enfrentar porque las inteligencias unidas son
mucho más útiles.
La Asociación ha cumplido, modestamente, su trabajo en favor del
técnico, pero hoy se requiere conocer más las dificultades,
aspiraciones e iniciativas, y ser más audaces, creativos y flexibles.
Con el potencial de conocimiento existente mucho podemos aportar
—enfatizó—, pero admitimos estar muy por debajo de las posibilidades.
Explica que el azúcar representa el 7% de los alimentos energéticos
que consumen las personas en el mundo, pero hoy a la caña se le
adiciona un destacado papel como generadora de electricidad limpia y
de materia prima para la producción de alcohol. Este pudiera suplir o
paliar las carencias de combustibles fósiles en sus mezclas con la
gasolina, y garantizar un entorno más limpio.
Los cerca de 400 delegados al Congreso, que se efectuará del
primero al 3 de noviembre en Santiago de Cuba, asumen la
responsabilidad de acordar líneas de trabajo para buscar una industria
flexible y autoenergética, que permita producir azúcares y alcoholes
utilizando solo bagazo y residuos de la cosecha como combustible, y
tributarle una parte de la energía al Sistema Electroenergético
Nacional (SEN). Reconoce Sáenz que ello constituye un reto técnico,
pero no una quimera.
Las conferencias provinciales abordaron la importancia económica y
estratégica de producir alcohol, energía eléctrica y azúcares en
calidad y cantidad, tanto para el el mercado interno como para
clientes externos, pero con racionalidad, lo cual se traduce en buscar
una elevada eficiencia agrícola e industrial y energética.
Uno de los objetivos capitales del Congreso será promover la
flexibilidad de las instalaciones industriales, y materializar el
sueño del Comandante en Jefe de que cada central se convierta en un
complejo bioenergético e integral que produzca todo el año.
Ante los técnicos azucareros se abre un futuro de infinitas
posibilidades que no puede desaprovecharse. Olvidemos los precios del
mercado internacional —subrayó el Presidente de la ATAC— y pensemos en
un gran complejo bioenergético donde nada pueda dar pérdidas, en un
escenario cualitativamente nuevo y no solo para Cuba.
Peter Baron, secretario ejecutivo de la Organización Internacional
del Azúcar (OIA), señaló hace muy poco que la caña de azúcar se nos
muestra como una materia prima extraordinaria, proveedora de gran
diversidad de industrias por los derivados que es capaz de suministrar
Añadió que es el momento del azúcar, de las mieles y del etanol.
Los técnicos tienen el reto de trabajar por mejorar las tecnologías,
hacer inversiones, dedicar atención a las investigaciones, reducir los
costos de producción y establecer estrategias nacionales.
Ante un mundo azucarero cambiante, ¿qué hacer? El presidente de la
ATAC expresa su criterio: No amarrarnos a un solo producto, utilizar
las herramientas de la ciencia con criterio unificado, proteger la
caña y tener una industria diversificada y flexible capaz de ir
rápidamente hacia lo que más beneficio económico le ofrezca al país.