Héroe del destierro

A 95 años de la muerte de José Dolores Poyo, su obra en el destierro nos recuerda a un amigo entrañable de Martí

Katia Siberia García

Esos hombres imprescindibles que luchan toda la vida se hicieron grandes en sus guerras, sus palabras, su amor¼ su silencio. José Dolores Poyo fue uno de ellos. El sacrificio lo hizo digno y el destierro lo volvería héroe.

Apenas iniciada la lucha independentista en 1868, y perseguido por el gobierno español, se ve obligado a emigrar. Cayo Hueso sería la tierra donde su pluma y espíritu dieron fe de su entrega.

"Es hermoso ver luchar a un hombre honrado —escribía Martí— verlo padecer, puesto que del espectáculo de su dolor, se sacan fuerzas para oponerse a la maldad¼ Enciende en fuerza y amor el espectáculo de estos hombres insencibles". Con esas palabras José Dolores Poyo recibía honores de quien solo los daba cuando eran merecidos. Sobradas eran las razones.

Una vez en la Florida, presidió la Asociación Patriótica de Cayo Hueso, primera en el territorio, y luego integraría no pocos clubes u organizaciones que, asediados por el espionaje, se vieron obligados a una vida clandestina. Como guía del club Luz de Yara logra revolucionar una parte de la Isla, y facilita el contacto de Martí con Bartolomé Masó, Juan Gualberto Gómez, Flor Crombet, Antonio Maceo y Máximo Gómez.

Su pluma no sería menos útil. El periódico El Yara, que "en más de una agonía se sustentó del pan que el padre valiente quitaba a sus hijos", al decir de Martí, circulaba en una ciudad insegura donde también se arriesgaba la vida. Imperaba la necesidad de conquistarse casa propia y con su modesto salario hacía el periódico que gratuitamente se distribuía.

La llegada de Martí a Cayo Hueso propicia el primer encuentro. Los siguientes días de su corta estancia estarían destinados a la obra magna. Es Poyo uno de los tres hombres que en enero de 1892 estudia las bases del Partido Revolucionario Cubano. Intercambios y aprobaciones precedieron a la definitiva fecha.

Luego de una velada musical, a las 8 de la noche, y después de celebrado el aniversario del inicio de las guerras, quedaba oficialmente inaugurado, el 10 de abril de 1892, el Partido. Presidiría Poyo desde entonces, por elección, el Cuerpo de Consejeros de Key West.

Años agitados los de aquella guerra en la que el triunfo le sería arrebatado a los cubanos. Incertidumbre, disoluciones y licenciamientos sucedieron a las victorias y esperanzas. En medio de una intromisión yanki, ya no tan solapada, volvía José Dolores Poyo a la patria.

Su agonía por dar cima a la obra de Martí es su mejor elogio, reflejaba Ramón Rivero en el periódico Cuba. Merecido homenaje al hombre que en medio de la segunda intervención norteamericana predicaba la obra del Apóstol.

Años más tarde, el 26 de octubre de 1911, cerraba los ojos y dejaba encendida esa luz, que al decir de Martí en un artículo de Patria dedicado a su figura, parece que brota, a veces, de los hombres.

 

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