Hable usted, señor arriero

HAYDÉE LEÓN MOYA
moya@granma.cip.cu

No vaya usted a creer eso de que al mulo hay que domarlo con rudeza. Así, ni a palos sube la loma.

Foto: OTMARO RODRÍGUEZRoberto Oliveros sabe de la "pata" que cojea el mulo.

Dígamelo a mí, a Roberto Oliveros Matos, que tengo 39 años de edad, pero desde los 14 soy arriero y he visto a más de un aprendiz sin paciencia al borde de la muerte, porque el mulo es rebencúo.

Lo primero que hay que entender es que ese animal es hijo de yegua, que es bien cerrera, y de burro... que es un burro, ¿te das cuenta?

Pero en las montañas no se puede prescindir del mulo. Anda bien por caminos malos. No lo detiene ni el más endemoniado temporal.

A veces estamos tres días sin ver el sol en estos montes y ni siquiera los camiones de doble y triple tracción suben la loma, sin embargo ellos se mantienen en la pelea. Son fuertes y de buen comer. Se tragan hasta 30 libras de hierbas en un abrir y cerrar de ojos.

Y a un arria le puedes echar encima cualquier cantidad de productos que se acopian en estos sitios muy intrincados que, de no ser por ellos, se perderían.

En toda la zona de Imías, en La Vega, Los Calderos y Jobo Arriba, además de las mercancías de las bodegas que se trasladan desde el almacén del municipio hasta acá arriba, los mulos transportan alrededor de 80 000 latas de café y cerca de 6 000 quintales de viandas y cítricos.

El arriero es un hombre solitario. Y el mulo, el rey del disparate. Cuando uno da un mal paso al borde de una loma, se arma tremendo despelote en la cuadrilla. Si no le pones bien la anclera, que realiza la función de frenos, la carga se afloja y va al piso. Imagínate lo que pasa cuando vas con un arria de 9, como esta, con dos sacos de 100 libras de café cada una a cuestas. Si es por un precipicio no recuperas ni al mulo.

Es un trabajo del cará y te lleva años lograr un buen "carro". A las 35 semanas de nacido ya puedes emplearlo para el tiro. Pero para domarlo de verdad hay que esperar que cumpla dos años.

Usted tiene que darse cuenta de cuál es el más listo, fuerte y obediente. Ese tiene que ser el guía de la cuadrilla. Desde que empiezas a domarlo, tienes que ponerle nombre para que hagan caso, y este animalito es bruto hasta para comer. Mientras más jovencito lo cojas, mejor. Tengo más hembras, porque son de mayor fortaleza. Cuando notas a una de ellas cansada es porque ya hay 5 machos con la lengua afuera. Pero a ellas no puedes ponerlas de guía porque son dominantes.

Los menos hábiles para aprender van en el medio, y al final es necesario uno que sea de buena entendedera. Así tengo organizada la mía y mejor no la quiero.

En realidad mis padres querían que estudiara, que me hiciera ingeniero y dejara el monte, pero ellos nunca se fueron de allá de la zona de Aguacate, donde nací. Entonces crecí subiendo matas, arreando mulos y cruzando ríos. Los mulos me fascinan desde pequeño. Y me propuse formar mi propia arria y así lo hice. Aprendí, entre otras cosas, que es imprescindible el uso del cencerro en el mulo guía, porque hay que desatarlos para que anden más rápido o no se descarrilen, especialmente en trillos difíciles y pendientes. Pero corres el riesgo de que se te rieguen. Para eso es el cencerro, para que los desgaritaos se orienten dónde está el guía, que siempre sigue al arriero.

También hay que tener buena soga para amarrar la carga y lona de calidad para protegerla. Las herraduras están escasas y duran poco, porque los caminos son empedrados, pero hay que tratar de que estén en buenas condiciones.

De los que empezaron conmigo hace 25 años, quedo yo. He estudiado, no soy analfabeto y pudiera trabajar como técnico en agronomía o en veterinaria, porque la Revolución me facilitó superarme. Algunos dicen que estoy loco, que soy muy joven para andar con mulos desde que me levanto, pero cada cual debe dedicarse a lo que mejor sepa hacer, y lo mío es ser arriero, que bastante falta hace en estas lomas. Y la dejo, porque ya he hablado mucho y no puedo estar tanto rato sin trabajar.

MÁS REYES PARA LA MONTAÑA

El quehacer de los arrieros de mulos es imprescindible en la provincia de Guantánamo. Ese territorio, con más del 75% de su geografía montañosa, es una de las principales plazas productoras de café del país. Alrededor del 60% del poco más de un millón de latas del aromático grano que se cosecha en cada zafra en sus serranías, se transporta en mulos hacia los centros de beneficio o puntos de acopio. Para responder a la meta de cubrir las necesidades de estos animales de carga se han incrementado los establecimientos dedicados a la reproducción de burros y los patios de monta, pero la cantidad de yeguas es insuficiente.

Tampoco funciona la herrería, no es estable la producción de aparejos y demás avíos y no se garantiza adecuadamente la alimentación.

Deficiente se considera también el sistema de estímulo al arriero, según reconocen directivos del sector.

Ello permite comprender por qué el territorio tiene un déficit de más de 2 000 de esos híbridos. Los cerca de 5 000 con que se cuenta están organizados en 126 arrias cuyos dueños son campesinos individuales y solamente 35 pertenecen al sector estatal.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Especiales |

SubirSubir