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Frank Castorf, rebelde y agradecido
PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
Tirios
y troyanos, en discursos acomodaticios, le cuelgan el cartel de enfant
terrible. La crítica académica, amoldada a los tiempos postmodernos,
lo encasilla como maestro de la deconstrucción. Pero Frank Castorf se
burla de las etiquetas. El hombre que ha revolucionado la escena
alemana desde el Volksbühne de la plaza berlinesa Rosa Luxemburgo,
encarna una rebeldía con principios, es portavoz de un arte que trata
de penetrar en la conciencia del espectador, a contracorriente de la
pasividad y el llamado buen gusto. No cree en el teatro como medio de
epatar, sino de despertar la condición humana.
Ha sido, por tanto, una suerte tenerlo como uno de los
protagonistas de la Semana de Teatro Alemán, que recién finaliza de
manera formal en La Habana, pero que se extenderá mediante las
representaciones en cartelera de las compañías El Público, Escambray y
Teatro D' Dos. Ha entrado en contacto con la vanguardia del movimiento
teatral cubano, bajo los auspicios del Consejo Nacional de las Artes
Escénicas, la Fundación Ludwig de Cuba y el Instituto Goethe de
Cultura Alemana, y confirmado que tiene mucho que ver con las
propuestas estéticas que se registran en la Isla.
Por ello recibió, con mucho orgullo, de manos del ministro de
Cultura, Abel Prieto, el Diploma del Mérito Artístico, que le
concediera el Instituto Superior de Arte. "Cuando me condecoran —dijo—
suelo sospechar del mérito que me atribuyen, pues a veces pienso en
que tratan de convertirme en un ícono de lo que denuncio con mis
puestas, pero en el caso de Cuba es distinto: agradezco este gesto
porque sé que nos unen muchas cosas y estoy convencido de que
trabajamos por lo mismo".
Al fundamentar la distinción, el teatrólogo Omar Valiño Cedré,
director de la revista Tablas, apreció a Castorf como "heredero de
Piscator e hijo díscolo de Brecht", representante de "la continuidad
renovada de lo mejor del arte y la cultura alemanas", y exaltó "la
consecuencia entre su obra y su persona, entre su estética y sus
ideas, y la auténtica normalidad de este hombre, su no fingida
humildad, su curiosidad ante el otro, síntomas de su verdadera
grandeza".
Castorf (Berlín Oriental, 1951), al frente del Volksbühne desde
1992, ha consolidado su enorme prestigio como director escénico por
sus montajes de adaptaciones de novelas de Dostoievski, y piezas de
Jean Paul Sartre y Tennesse Williams. En estos momentos despierta
expectativas con su peculiar versión de Meistersingers, a
partir de la ópera de Wagner Los maestros cantores de Nuremberg.
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