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Un alto funcionario diplomático estadounidense se pronunció hoy por
imponer una línea dura en el proceder de Naciones Unidas en el
contencioso surgido con Irán sobre su programa nuclear.
Comentando con periodistas la reunión en la que sobre el tema
participara ayer con homólogos de otros cinco países en la capital
alemana, el subsecretario de Estado Nicolas Burns dijo que su gobierno
quiere la pronta imposición de sanciones a la República Islámica.
Esta intención choca con Rusia y China, integrantes junto con
Estados Unidos del Consejo de Seguridad de ONU y opuestas a la
imposición de castigos.
Por la negociación se inclinan Francia y Gran Bretaña, que
completan el selecto grupo de países con poder de veto en el máximo
órgano internacional. Alemania favorece también el diálogo.
La administración del presidente George W Bush sostiene que Teherán
esconde propósitos militaristas tras su programa nuclear y no oculta
su intención de recurrir a la fuerza para acabar con lo que considera
una amenaza a su seguridad nacional.
El gobierno de Bush pasa por alto que Estados Unidos proporcionó a
Irán los elementos básicos para iniciar su programa nuclear cuando en
ese país gobernaba el shah Mohamed Reza Pahlevi, un aliado de
Occidente.
Esa actitud cambió cuando el dictador fue derrocado para dar paso a
la República Islámica, que reclama su derecho a producir el
combustible que necesitan los reactores para generar la electricidad
que demanda el desarrollo económico del país.
Burns dijo a los periodistas que las consultas sostenidas ayer en
Berlín continuarán la semana próxima por vía telefónica.
Con el propósito de acercar posiciones en la búsqueda de una
solución satisfactoria para todos se anunció hoy en Bruselas que
mañana se entrevistarán el principal negociador nuclear iraní, Alí
Larijani, y con el canciller europeo, Javier Solana.
Según la oficina de éste último, aún se desconoce la sede del
encuentro, pero no será ni en Bruselas ni en Helsinki, donde Solana es
esperado para la cumbre entre la Unión Europea y Asia.