Vuelvo con mi Título de Oro
MARÍA JULIA
MAYORAL y JOSÉ M. CORREA (foto), enviados especiales
ma.julia@granma.cip.cu
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Normil Wadner sabe que su vida no se
desligará nunca de Cuba. Durante los últimos seis años la ciudad de
Santiago de Cuba y su gente lo acogieron como a hijo querido. Allí
estudió Medicina, admiró la unidad popular en la lucha por el retorno
de Elián, el niño que estuvo secuestrado en Miami, y por la liberación
de los Cinco combatientes contra el terrorismo, encarcelados
ilegalmente en Estados Unidos, y "me sumé a esas batallas como uno
más".
Wadner
concluyó sus estudios en Cuba con excelentes calificaciones.
Los vínculos de cariño, asegura, no van a quedar ceñidos a la etapa
de alumno universitario que acaba de concluir con promedio académico
de 5,8 puntos y Título de Oro, ni terminarán con los estudios
venideros para alcanzar la especialización en Medicina General
Integral: "Siempre seré un médico haitiano formado en Cuba; es algo
especial que va más allá de la elevada calificación profesional".
En Haití, comenta, el pueblo siente una gran simpatía por los
médicos cubanos, y esa confianza se extiende hasta nosotros; yo lo he
vivido. "Hice prácticas en el hospital de Delmas, aquí en Puerto
Príncipe, como parte de mis deberes en el sexto año de la carrera, y
muchas personas nos buscaban para que los atendiéramos. Dan por
sentado que somos buenos doctores, que no nos faltan ni consagración
ni humanismo".
Normil tiene ahora 30 años de edad y "mucho tiempo por delante para
aprender siguiendo la enseñanza del Che Guevara: el médico que solo de
Medicina sabe, ni Medicina sabe". Para mí, afirma, las relaciones con
los pacientes no pueden circunscribirse al estrecho universo de las
consultas; debo conocer cómo viven, cuáles son sus hábitos, pues solo
de esa manera puede hacerse promoción y prevención en el campo de la
salud.
Socializar la atención médica, opina, "es un derecho humano, que
hoy en mi país tiene impedimentos porque muchas personas carecen de
recursos para pagar el acceso al médico (el llamado dossier o historia
clínica), y para sufragar los fármacos".
"En lo personal nos vemos ante situaciones difíciles. Por ejemplo,
una vez me llegó a la consulta un hombre con un dolor muy fuerte,
tenía una úlcera. Cuando le hice la receta para el medicamento, me
dijo que no tenía dinero, terminé ayudándolo. Son conflictos
cotidianos, pero no imposibles de solucionar."
Aunque desde la adolescencia Normil había estudiado español como
parte de las materias en Secundaria Básica, los mayores temores al
iniciar la carrera universitaria en Cuba fue el idioma. "A cada
momento pensaba: si los profesores dieran las clases en Francés o en
Creole, estaría a mis anchas, pero ¿seré capaz de captarlo todo en
español? Así que también me esforcé en el aprendizaje de la lengua; de
lo contrario no hubiera sacado buenas notas en las asignaturas, ni me
hubiera aventurado a participar en eventos científicos y en exámenes
de concurso, mediante los cuales pude incrementar mi promedio
académico hasta 5,8 puntos".
Lo que más le agradece a Cuba y a su gente, afirma este recién
graduado, es "el sentimiento de humanismo que he adquirido". Haití,
resume, merece profesionales de la Salud formados con esa vocación por
la solidaridad, "y eso tiene que ser muy bueno para mi pueblo". |