El día que Fidel cruzó a nado el río Bravo
Después de ser liberado por las autoridades
mexicanas a finales de julio de 1956, gracias a las gestiones del
general Lázaro Cárdenas, Fidel necesita dinero con toda urgencia para
acelerar la compra de armas (muchas se les habían confiscado durante
las detenciones), adquirir la embarcación para la expedición y
finalmente preparar la salida. Juan Manuel Márquez ha estado haciendo
gestiones con los revolucionarios de la emigración, pero es difícil en
tan corto tiempo recaudar los fondos necesarios. Al joven líder
revolucionario no le queda más remedio que pasar por un momento muy
amargo y difícil, si quiere cumplir la promesa al pueblo de que en
1956 iniciaría la insurrección en Cuba. Con profunda molestia acepta
sostener un encuentro con Carlos Prío, el ex presidente, quien ha
puesto la condición de que Fidel debe reunirse con él en Estados
Unidos. Al joven dirigente del 26 de Julio las autoridades mexicanas
le han retenido el pasaporte y la única solución para acudir a aquella
cita es actuar como indocumentado...
HEBERTO NORMAN ACOSTA
Después de despedir el 29 de agosto a José Antonio Echeverría, tras
la firma de la Carta de México, sin descansar un instante en su
afiebrada actividad, aquella propia noche parte Fidel Castro de Ciudad
de México en automóvil desde el pequeño apartamento de la calle
Pachuca, casi esquina a Francisco Márquez, colonia Condesa. Lo
acompañan Jesús Montané, Melba Hernández, Faustino Pérez, Rafael del
Pino (traidor) e Inés Amor, a quien a última hora Fidel incluyó en el
viaje no sin antes advertirle Melba que de aquello no puede decir ni
una palabra. Su objetivo es efectuar una entrevista con el ex
presidente Carlos Prío Socarrás, como continuación de su empeño con
vistas a aunar esfuerzos con distintas organizaciones insurreccionales
en la lucha contra la tiranía. Pero, sobre todo, obtener los fondos
necesarios para cumplir el compromiso contraído con el pueblo de
iniciar la insurrección armada en Cuba antes de que finalice el año.
Fidel
en México, junto a dos de sus íntimos colaboradores: Juan Manuel
Márquez y Raúl.
Los detalles de la entrevista fueron acordados desde días antes en
México a través de Carlos Maristany y Juan Manuel Márquez, quien se
encuentra hace ya varias semanas en Miami. Por entonces a Fidel no le
es permitido abandonar el territorio mexicano, pues su pasaporte quedó
retenido en la Secretaría de Gobernación después de su detención.
Tampoco a Prío le es permitido salir de territorio norteamericano, por
estar involucrado en un caso de contrabando de armas. Ante el dilema,
Fidel accede a celebrar el encuentro en un hotel de la ciudad de Mc
Allen, Texas, muy próxima a la frontera mexicana, la que cruzará
subrepticiamente con la colaboración del ingeniero mexicano Alfonso
Gutiérrez, Fofó.
Según lo acordado, Juan Manuel Márquez parte desde Miami con Prío
en un auto hasta el punto de reunión. Por su parte, Carlos Maristany
se traslada por carretera desde la capital mexicana hasta Laredo,
Texas, y luego pasa a Mc Allen, donde aguarda en el hotel señalado
para la entrevista.
El recorrido inicial del auto en el que viajan Fidel y sus
compañeros debe tomar por la carretera que conduce a la ciudad de
Pachuca, capital del estado de Hidalgo, distante unos 98 kilómetros de
la capital mexicana, un camino montañoso y difícil que obliga a
reducir la velocidad del auto a no más de 40 kilómetros por hora.
Luego de unas seis horas bordeando montañas, llegan a la entrada de la
ciudad, donde la estatua del cura rebelde da la bienvenida a los
viajeros. Se detienen en un restaurante
para comer algo, pero algunos como Faustino no prueban nada por lo
picante de la comida. Luego siguen camino hasta Tamazunchale, en el
estado de San Luis Potosí, por una carretera también difícil y
montañosa. Inés recuerda que Fidel duerme durante el viaje y en un
momento Montané sustituye a Del Pino en el timón, hasta que Montané
cae en un bache muy grande y vuelve Del Pino a conducir.
El auto avanza despacio por aquella carretera bordeando las
montañas. El recorrido continúa esa madrugada por Ciudad Valles, en el
estado de San Luis Potosí. En un punto del camino, ya al amanecer del
31 de agosto, se detienen un momento en una casa campesina cerca de la
carretera para estirar las piernas y luego seguir viaje. Fidel
entonces toma el timón hasta las 11:00 de la mañana, que paran en un
pequeño pueblito donde Melba le compra algunas ropas para que pueda
cambiarse después que pase el río.
Durante el trayecto, Melba preocupada insiste a Fidel en lo
riesgoso de atravesar a nado el río Bravo, como se propone. Ya a estas
horas de la mañana, han pasado por Ciudad Mante y siguen camino a
Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas. Pero todavía falta
un buen tramo por recorrer.
Toda esa mañana el auto continúa camino, hasta llegar en las
primeras horas de la tarde a la ciudad de Montemorelos, estado de
Nuevo León, a unas 50 millas al sur de Monterrey. Se detienen para
almorzar en el hotel Kasino y después Fidel, Faustino y Rafael del
Pino se separan del grupo, para trasladarse a la ciudad de Reynosa,
estado de Tamaulipas, donde aguardan toda la noche para hacer el cruce
de la frontera al día siguiente.
Por su parte Montané, Melba e Inés Amor, al no encontrar
alojamiento en el motel de Montemorelos debido a una convención que
allí se celebra, se ven obligados a trasladarse aquella tarde en el
mismo auto, conducido por Montané, a la ciudad de Monterrey, donde se
alojan en un pequeño hotel.
HAY UN SOLO CAMINO
En las primeras horas de la mañana del sábado 1ro. de septiembre,
cuando un cable de la United Press fechado en México da a conocer el
reciente acuerdo firmado por el Movimiento 26 de Julio y la Federación
Estudiantil Universitaria, conocido como la Carta de México, Fidel
Castro sale de la ciudad de Reynosa y se dispone a cruzar el río
Bravo, que sirve de límite fronterizo con el estado norteamericano de
Texas, para sostener la proyectada entrevista con el ex presidente
Carlos Prío Socarrás.
Con
Pedro Miret Prieto, otro cercano compañero.
El cruce ha sido cuidadosamente preparado. Algunos amigos del
ingeniero mexicano Alfonso Gutiérrez, Fofó, lo acompañan en un jeep
hasta un determinado punto, donde montan a caballo hasta llegar a un
recodo en la margen del río, desde donde Fidel se lanza al agua y
comienza a nadar en dirección a la orilla opuesta. Allí lo esperan
otros colaboradores, quienes le entregan ropas secas y lo conducen
hasta el lugar donde se celebrará la entrevista. Esa mañana bien
temprano, Faustino Pérez y Rafael del Pino cruzan en auto sin
dificultad el puente que une los puestos fronterizos. En sus
pasaportes aparece registrada, con fecha 1ro. de septiembre, el cuño
de su admisión en Hidalgo, Texas.
Por supuesto, una profunda molestia causa a Fidel aceptar tal
encuentro con Prío, pues desde años atrás han sido acérrimos enemigos
políticos. Pero para cumplir la promesa al pueblo de que en 1956
iniciaría la insurrección en Cuba el líder revolucionario necesita con
toda urgencia el dinero para comprar las últimas armas, adquirir la
embarcación para la expedición y finalmente preparar la salida. Lo
obligan las circunstancias, por mucho que personalmente le duela y
humille. Dicho encuentro, además, podría significar de cierta manera
un compromiso, pero no tiene en esos instantes otra opción.
Años después, Fidel Castro alude de manera excepcional a tal
encuentro, como "una amarga experiencia" de su vida revolucionaria. Se
le presentaba una situación verdaderamente crítica, después de las
detenciones y la ocupación de las armas, lo cual causó cierta
decepción y provocó incluso que hasta la recaudación económica
decayera. La consigna enarbolada (NR: En 1956 seremos libres o
mártires) estaba en peligro de cumplirse e incluso hasta la
posibilidad real de la expedición. Pero Prío, entre otras cosas,
deseaba ofrecerle los fondos con el propósito de humillarlo, pues
siempre el líder revolucionario sostuvo la idea de que con el dinero
robado a la República no se podía hacer revolución y que a las puertas
de los malversadores tocarían solo después del triunfo. Y resulta
profundamente amargo para Fidel tener que convertirse en un humilde
indocumentado más, cruzar a nado la frontera con los Estados Unidos y
entrevistarse con Prío para aceptar su ayuda.
El punto de reunión es el hotel Royal Palm, en la cercana ciudad
norteamericana de Mc Allen, donde se efectuará la entrevista. Hacia
allí se dirige Fidel en automóvil, hizo su entrada en el lobby vestido
con la apariencia de un ingeniero petrolero y un sombrero Stetson
tejano, donde lo esperan Faustino Pérez y Rafael del Pino. Carlos
Maristany también lo aguarda en el lobby del hotel y lo conduce hasta
la habitación No. 21, donde lo espera el ex presidente Carlos Prío
Socarrás, acompañado por Juan Manuel Márquez.
Fidel y Prío se saludan cordialmente en la habitación y comienzan
las conversaciones, sin hurgar mucho en el pasado. En la primera parte
del encuentro participan, además, Juan Manuel Márquez y Carlos
Maristany. Según relata Maristany, se abordó la situación de Cuba y
los detalles de la expedición. Luego en la tarde, se incorporó
Faustino y continuaron conversando.
Fidel camina impaciente de un lado a otro de la habitación,
explicando con entusiasmo sus planes insurreccionales y rebatiendo con
energía los puntos de vista de sus interlocutores. Entre otros temas,
se discute el asunto de la conspiración militar, pues ya Prío está en
contacto con algunos oficiales. Pero Fidel no acepta ninguna
transacción con el ejército. Recuerda Faustino que en aquella ocasión
incluso Fidel invita a Prío a incorporarse a la expedición, pero este
se disculpa, aduciendo que organiza otra, y se habla de su aporte
económico.
Luego de asegurar Prío que coordinará sus acciones con el
desembarco, Fidel se compromete finalmente a notificarle la fecha de
la partida de la expedición. El ex presidente se compromete a su vez
entregar a Fidel los 50 000 dólares pedidos como préstamo para la
expedición. Sin embargo, la entrega de dicha suma no se efectuará en
ese momento, sino posteriormente. La entrevista concluye ya de noche.
Juan Manuel Márquez permanecerá en los Estados Unidos, junto con
Prío y Maristany, para después dirigirse a la ciudad de Miami, con el
propósito de recoger el dinero que este se comprometió a entregar,
imprescindible para los preparativos de la expedición.
Pero la cantidad ofrecida no le será entregada de una sola vez,
sino en diferentes partidas. El mexicano Antonio del Conde, el Cuate,
recuerda que Juan Manuel Márquez le pidió que viajara a Miami y se
hospedara en un hotel barato en la parte baja de la ciudad, donde
debía registrarse con un supuesto nombre, hasta que hiciera contacto
con él. Al cabo de varios días, lo recogió Juan Manuel en el hotel y,
simulando ser el capitán del barco de la expedición, lo llevó a la
casa de Prío. Después de algunas preguntas, Prío le entregó 20 000
dólares, los que a la salida entregó a Juan Manuel. Pocos días
después, partía Juan Manuel de regreso a Ciudad de México con la suma
obtenida, después de cumplir algunas tareas encomendadas por Fidel
relacionadas con el trabajo del Club Patriótico en dicha ciudad.

Esa noche Fidel, acompañado de Faustino Pérez y Rafael del Pino,
regresa a territorio mexicano, esta vez todos juntos por el puente que
une ambos puestos fronterizos, debido a no existir control en el
retorno.
En las primeras horas de la tarde, Jesús Montané, Melba Hernández e
Inés Amor se preparan para partir de la ciudad de Monterrey hacia
Reynosa, donde deben encontrarse con Fidel y sus compañeros. El auto
que traen lleva placas del Distrito Federal, por lo que según las
regulaciones viales mexicanas no le es permitido circular después de
cierto punto en la carretera que conduce a la frontera norteamericana.
Por esta razón, Montané guardó el vehículo en un pueblito en medio del
camino y todos continuaron en ómnibus. El viaje dura cuatro horas,
llegan en la tarde a Reynosa y se alojan en un hotelito. Según
recuerda Inés Amor, como a las 7:30 de la noche, cuando terminaron de
comer, llegó Fidel vestido de tejano y con sombrero, y fue directo a
la mesa donde se encontraban. Fidel y sus compañeros hacen noche en el
hotelito de Reynosa y emprenden el regreso al día siguiente por la
mañana.
RIO BRAVO, RIO GRANDE
El río Bravo es una corriente de agua que nace en las montañas
nevadas de Colorado y Nuevo México; de él depende el abasto de agua y
energía eléctrica de aproximadamente trece millones de personas. A lo
largo de su recorrido de 1 455 kilómetros, atraviesa los estados de
Durango, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, del lado
mexicano; y Colorado, Nuevo México y Texas, del lado estadounidense,
así como los pueblos nativos al norte de Nuevo México. El río Bravo
desemboca en el Golfo de México por Tamaulipas. Por su longitud ocupa
el lugar 18 en el mundo.
La cuenca del Bravo es conocida con dos nombres: río Grande del
Norte, en Estados Unidos; y río Bravo, en México. Este río es fuente
de vida no solo para las poblaciones que lo rodean, sino también para
los ecosistemas que allí se desarrollan. La cuenca del Bravo es
nutrida con aguas tributarias provenientes de los ríos Conchos,
Salado, Sabinas, Medio Bravo, Álamo, San Juan y Bajo Bravo. |