— El Servicio de Acción contra las Minas de Naciones Unidas desactivó
en el sur de Líbano dos mil artefactos explosivos lanzados por Israel
contra este país árabe, informó hoy la televisión local.
Luego de 18 días de cesar las hostilidades entre ambos Estados,
tras la aprobación de la resolución 1701 del Consejo del Seguridad de
Naciones Unidas, el equipo de expertos informó que la cifra de sitios
donde existen bombas activadas ascendió a 390.
El informe divulgado indicó que ya son 13 los civiles que
perecieron y 46 resultaron heridos por las bombas de racimo.
Los equipos de despeje de estos ingenios continúan laborando, pero
pidieron a Israel que entregue una lista de sitios que fueron
escogidos para el lanzamiento de las bombas.
Según explican varias web de temática militar, las bombas de racimo
contienen submuniciones, o bombas más pequeñas, muchas de las cuales
no llegan a detonar inmediatamente después del impacto.
Los especialistas de la ONU en el terreno dijeron que la mitad de
los dispositivos que se usaron durante los 34 días probablemente no
llegaron a detonar.
La misma fuente estimó que el Ejército israelí descargó sobre el
diminuto país entre dos mil y tres mil municiones pesadas diariamente,
y ya en los días finales de la agresión llegaron a lanzar hasta seis
mil.
Jan Egeland, coordinador de la ONU para Ayuda Humanitaria, indicó
que el 90 por ciento de las bombas de racimo fueron descargadas en las
tres últimas jornadas, con el pleno conocimiento de que sería aprobado
un cese el fuego en la ONU.
Egeland aseguró que 200 mil refugiados se ven imposibilitados de
retornar a sus hogares en ruinas por los artefactos sin estallar en
sus viviendas.
Este jueves, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, denunció
en Jordania el uso de bombas de fragmentación en el Líbano por el
Ejército israelí.
Annan pidió a las autoridades de Tel Aviv entregar mapas que
contribuyan a la ubicación de esos artefactos.
Michael Bociurkiw, vocero del Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF) expresó en esa ocasión que tal situación supone un
serio peligro para la población, especialmente para los niños,
incapaces de identificar esos artefactos.