El nudo de la OMC

JOAQUÍN RIVERY TUR
rivery@granma.cip.cu

La famosa Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio, o la serie de negociaciones iniciadas en la capital de Qatar hace cuatro años para tratar de destrabar el comercio internacional y lograr una fluidez que todos parecen desear y a la que nadie quiere ceder, tiene hoy un nudo que se aprieta con el tiempo en lugar de aflojar.

Las negociaciones entre los expertos se han realizado en numerosas reuniones hasta que el 24 de julio pasado se anunció en Ginebra definitivamente la suspensión de las negociaciones. Todo indica que deben citarse otros encuentros, más difícilmente se logre resultado alguno, y hay quien considera superfluo continuar las conversaciones.

Los países industrializados se equivocaron. Sus gobiernos creían sujetar el rábano por las hojas, y las hojas les resbalaron de la mano. Los países del Tercer Mundo no han cedido en las negociaciones, a pesar de las presiones ejercidas sobre ellos por los más poderosos.

Los subdesarrollados insisten en torno a la necesidad de que los países ricos eliminen los subsidios a la producción agrícola y presionan en dirección a los términos en que se pueden redactar las cláusulas de propiedad intelectual, en tanto se trata de una arista cortante que hiere los sistemas de Salud de los pobres.

Recoger sin dar, parece ser la divisa de Estados Unidos (el principal estorbo), la Unión Europea y Japón. El pasado 15 de junio la agencia Reuters transmitió que grupos industriales norteamericanos y europeos aseguraron que rechazarían cualquier acuerdo que excluya grandes recortes de aranceles de parte de los países en desarrollo (pobres, atrasados, subdesarrollados, depauperados).

"Es hora de presionar realmente a quienes negocian para llegar a algún lado", dijo Ernst-Antoine Seilliere, presidente de la Confederación de Empresas Europeas, durante una conferencia de prensa.

Para él: "Debemos encontrar una significativa apertura de los mercados de los países emergentes (...) (y) ver una reducción real en sus barreras."

Pero no pronunció una palabra respecto a las reclamaciones de los representantes subdesarrollados, mientras en el texto referente a la agricultura hay más de 700 acápites encerrados entre corchetes (no hay acuerdo sobre ellos).

La responsabilidad del estancamiento es, evidentemente, de las naciones industrializadas, cuyos gobiernos carecen de voluntad política para resolver los problemas. Pretenden continuar el saqueo mediante el comercio desigual.

Pascal Lamy, secretario ejecutivo de la OMC, ha puesto la cara por las dificultades con reuniones de un pequeño grupo de ministros del norte y del sur, que no obligatoriamente representan las posiciones de los 149 países miembros.

Por tanto, la reducción del grupo negociador plantea serios obstáculos, independientemente de la buena voluntad, dada la diversidad de posiciones. El llamado Grupo de los 20 parece ser el que más abarca las preocupaciones de las naciones pobres, el más representativo.

Una de las dificultades para que unos y otros se pongan de acuerdo es que los gobiernos de los países desarrollados entiendan la Ronda de Doha como una cuestión de liberalización comercial bajo las recetas del neoliberalismo, cuando es, fundamentalmente, un tema de desarrollo; es decir, que incumbe esencialmente al futuro de los países pobres y a la solución de numerosos problemas sociales que no aguantan más.

Mientras, los asuntos que más golpean a las naciones del sur han sido dejados para la llamada segunda ronda de discusiones, entre ellas las barreras no arancelarias que mutilan los esfuerzos de los subdesarrollados.

En tantas reuniones que se están efectuando se dan resultados parciales, a veces arrancados por los poderosos a los más débiles sobre la base de la presión y el chantaje en las relaciones bilaterales, pero cualquier paso momentáneo tiene que ser considerado luego bajo el reglamento de someterlos como un todo único al final de las negociaciones, siguiendo el principio de que nada está aprobado hasta que todo esté acordado.

La diferencia entre las negociaciones sostenidas en Doha y en Hong Kong (ministeriales) y las actuales de Ginebra (de expertos) radica en que las dos primeras emitieron declaraciones políticas —por ello se denomina el proceso actual Agenda de Desarrollo—, y las que se efectúan hoy tienen un carácter técnico, práctico.

Si algo no deja duda de ningún tipo es que el aferramiento de los desarrollados a sus posiciones, muy perjudiciales para el Tercer Mundo, ha evitado la confección de un borrador potable para discutir en una reunión de cualquier nivel que hoy no se sabe cuándo se efectuaría.

 

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