Vivienda, cifras para meditar
MARÍA JULIA MAYORAL
ma.julia@granma.cip.cu
El actual programa de la Vivienda en Cuba, dado a conocer en
septiembre del 2005 durante los debates de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, resulta muy superior a lo aprobado nunca antes en el
país. Su ejecución obligará a erogar miles de millones de pesos y un
monto apreciable de divisas.
Cualquier
solución masiva en la vivienda resulta altamente costosa.
Según informó entonces Carlos Lage, secretario del Comité Ejecutivo
del Consejo de Ministros, entre los últimos meses del 2005 y diciembre
de este año, deben ejecutarse no menos de 150 000 nuevas viviendas y
380 000 labores de conservación y rehabilitación. Además, se
pronosticó elevar el ritmo de terminaciones a no menos de 100 000 por
año a partir del presente.
Dichas proyecciones toman en cuenta la revitalización de la
industria de materiales de construcción y las posibilidades de
importación, y aunque se sustentan en la gradual recuperación
económica interna, están condicionadas directamente —al igual que
otras esferas de la vida nacional— por los vaivenes de la economía
internacional, cuyo síntoma más alarmante resulta el vertiginoso
ascenso de los precios del petróleo. No puede pasarse por alto que
producciones como las de materiales de construcción, requieren un
elevado consumo de portadores energéticos.
Sin la comprensión exacta de esos factores y de la importancia de
no afectar en lo más mínimo las obras de la Batalla de Ideas
(hospitales, policlínicos, escuelas y otras instituciones con enorme
repercusión social y económica), sería imposible apreciar en su justa
medida el comportamiento del Programa de la Vivienda.
A diferencia de tiempos recientes y debido, entre otros factores, a
la necesidad de no mover a los constructores profesionales de las
obras de la Batalla de Ideas, dicho Programa habitacional retoma el
propósito de conceder a las familias papel principal como ejecutoras
de los inmuebles donde van a residir, contando en los casos necesarios
con la asesoría técnica de las organizaciones de la Construcción.
Desde septiembre del 2005 hasta el primer semestre de este año han
sido terminadas 79 410 viviendas. De ese total, 48 752 corresponden a
los seis primeros meses del 2006. Si a estas últimas se suman las
previstas hasta diciembre, el año cerrará con 119 342, informa el
ingeniero René Lozano, director de Inversiones del Instituto Nacional
de la Vivienda (INV).
Según el especialista, más del 91% de las casas concluidas en lo
que va de año han sido fruto de la participación popular. Dentro del
plan de terminaciones del 2006, precisa, está concebido que 72 094
viviendas sean construidas por esfuerzo propio de la población y otras
42 521 mediante la actuación conjunta del Estado y las familias. Es
decir, solo unas 4 700 estarán a cargo de brigadas profesionales.
Ninguna respuesta masiva a las necesidades habitacionales en el
país resulta fácil; los siguientes datos pueden ayudar a comprenderlo:
terminar en el 2006 poco más de 119 000 viviendas, requerirá gastar un
monto superior a los 501,3 millones en moneda libremente convertible (MLC),
solo a causa del valor de los materiales de construcción y otros
insumos. Al considerar esa cifra, añade el representante del INV, no
podemos desconocer que en muchos casos se trata de inmuebles que
venían en ejecución desde hace varios años, es decir; ya había gastos
precedentes.
De tal forma, para poder concluir 48 752 viviendas en el primer
semestre del 2006 hubo que gastar 102 millones en MLC, con un promedio
de 2 092 unidades monetarias por inmueble. El monto, indica Lozano,
nos puede parecer elevado, pero para hacer un número similar de casas,
desde los cimientos hasta la pintura final —completamente nuevas—, la
erogación hubiese sido superior en, por lo menos, dos veces.
Si de complejidades se trata, tampoco puede desconocerse que el
67,7% de las más de 48 000 casas mencionadas tenían familias
residentes en ellas. Esto indica que si bien un número importante de
personas mejoró sus condiciones (llevaban tiempo prolongado sin poder
terminar sus viviendas debido al periodo especial), no hay todavía un
aporte significativo de nuevas capacidades para atenuar el déficit
habitacional existente en el país.
Quizás para algunos ciudadanos el asunto de la vivienda se reduce,
como suele decirse popularmente, a cuatro paredes y un techo; pero el
problema es mucho más complejo. Por ejemplo, ofrecer las condiciones
mínimas de habitabilidad a las más de 119 000 que deben concluirse
este año, requiere destinar de los más de 501,3 millones en MLC, unos
39,5 millones a los servicios básicos de acueducto, alcantarillado y
electricidad, explica el directivo del INV.
También el panorama en la conservación y rehabilitación resulta
complejo. De las 380 000 labores que se previeron ejecutar entre
septiembre del 2005 y diciembre venidero, hay realizadas más de 230
900, informa Evidio González Curbelo, del Instituto Nacional de la
Vivienda.
Lo hecho en este campo, aclara el ingeniero González Curbelo,
incluye la eliminación de más de 7 000 pisos de tierra, y la ejecución
de 124 755 tareas de conservación y 98 735 de rehabilitación. Dentro
de estas últimas, precisa, contabilizamos las obras de mayor
envergadura.
Sin embargo, el elevado cumplimiento de las proyecciones no
significa que se haya podido atender las necesidades de incontables
familias, cuyas casas llevan años en regular y mal estados. Ha habido
que concederle prioridad a quienes resultaron damnificados por los
huracanes.
El 68% de los trabajos de conservación realizados entre septiembre
del 2005 y junio del 2006, consistió en la reparación de techos
dañados parcialmente por los fenómenos climatológicos. Si vemos la
conservación y la rehabilitación en conjunto, el 45% de las obras
ejecutadas en esos 10 meses estuvieron dirigidas a arreglar y a
reponer techos devastados por los ciclones. Lo más alentador en esta
faena, señala González Curbelo, es que estamos procurando soluciones
de mayor calidad.
El 80% de las cubiertas que han sido repuestas en su totalidad son
ahora metálicas, más duraderas y seguras. Conseguir esa mejoría
resulta costoso para el país: haber techado unas 15 600 casas por esa
vía llevó a realizar gastos por 17,4 millones en MLC.
En ese caso, como en el resto de los elementos de construcción
entregados a la población, el Estado incurre en millonarios subsidios.
Por ejemplo, el techo metálico (tejas y todas las piezas de soporte)
de una vivienda de 70 metros cuadrados, cuesta no menos de 1 120
dólares, y se vende por aproximadamente 1 000 pesos, concluye el
funcionario. |