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Macambo, donde menos llueve en Cuba
Texto y
foto: JORGE LUIS MERENCIO CAUTÍN
Para los estudiosos del clima de Cuba parece no tener discusión que
es Boca de Jaguaní, en Guantánamo, en la cuenca del río Toa, la zona
más lluviosa del archipiélago, con más de 4 000 milímetros de agua al
año.
Los
cactus, la palma cana y el guayacán delatan el agreste clima.
Con igual precisión, sin embargo, no se habla del sitio de más
bajas precipitaciones en el territorio nacional.
Todas las fuentes consultadas ubican el lugar, aunque sin
definirlo, en la franja costera sur de esta provincia, un listón de
tierra de más de 150 kilómetros de longitud que abarca parte de los
municipios de Niceto Pérez, Caimanera, Guantánamo, San Antonio del
Sur, Imías y Maisí, y donde caen, como promedio, solo unos 400
milímetros al año.
Pues bien, el sitio donde menos llueve en el país se llama Macambo
y está ubicado a nueve kilómetros al este del poblado de San Antonio
del Sur, en el vial a Baracoa.
En esta comunidad de nombre aborigen y gente humilde, los registros
de precipitaciones alcanzan 366 milímetros de promedio anual. Según
estudios del Instituto de Recursos Hidráulicos en el territorio, que
evaluó las últimas cuatro décadas y media.
Como registro extremo Macambo reporta 97,2 milímetros, en 1967. Los
otros tres acumulados más bajos son de 120,5 (1976); 121,2 (1969) y
174,8 (2004). En varias zonas del territorio nacional esa cantidad de
lluvia es superada frecuentemente con un intenso aguacero.
El análisis, solicitado por Granma a Eugenio Martínez,
especialista del Grupo de Servicios Hidrológicos, especifica que a
esta comunidad les siguen en promedio anual de menos lluvias:
Tortuguillas (394 milímetros) y los poblados cabeceras de los
municipios de Imías y de San Antonio del Sur, con 463 milímetros,
respectivamente.
EN MACAMBO LA VIDA TAMBIÉN TIENE SUS ENCANTOS
Otros rasgos peculiares de Macambo son su quemante sol, una
evaporación elevadísima y suelos aluviales de media y baja fertilidad,
con algunos tenores de sal provocados por la pulverización marina,
donde se enseñorean el cactus, el guayacán, la palma cana y otras
plantas de las semidesiertas.
En condiciones de clima tan agreste, 833 personas aportan en esta
comunidad cada vez mayor sentido a su existencia. La escasez de lluvia
no los atemoriza, ni siquiera los amilana, según Feliciano Gamboa,
quien a los 86 años de edad mantiene alta su autoestima y su identidad
como macambero.
El agua potable —argumenta— nos llega mediante acueducto. Solo
algunos núcleos distantes la reciben en pipas. Los sembradíos, que
crecen sobre todo en los patios, los regamos con agua de los pozos
construidos en casi todas las casas.
Antes del triunfo de la Revolución aquí solo existían unas cinco
viviendas, y se sobrevivía gracias a la pesca, el carbón y la crianza
de animales, fundamentalmente de chivos, carneros y cerdos. No había
trabajo y para comer tenía que luchar mucho, dice Vicente Lobaina, a
quien con sus 77 años todavía hay que respetar cuando de pescar se
trata.
Nuevos horizontes se han abierto a los jóvenes con los cursos de
superación integral y los de formación de profesores de Educación
Física y Ajedrez.
También desarrollan una finca integral para el fomento de cultivos
asociados, como boniato, plátano, frijoles, habichuelas y tomates en
medio de la Jatropha Curcas (piñón de botija), empleada en el
mejoramiento del suelo y, perspectivamente, en la producción de
biocombustible y jabón, a partir del aceite que da su fruto.
Este proyecto científico está financiado por el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y en él intervienen el CITMA,
la ANAP y la delegación del Ministerio de la Agricultura en la
provincia.
Cuenta Fidel Frómeta, coordinador de la zona de los CDR, que la
emigración era significativa en Macambo. "Mucha gente se iba para
Ciego de Ávila y Camagüey, sobre todo en busca de tierra para
cultivar.
Esa tendencia —aclara— se detuvo con la puesta en marcha del
acueducto, entrega de tierra en usufructo, venta de turbinas a
numerosas familias (que así pudieron regar sus parcelas mediante
pozos) y fundamentalmente, con la construcción por medios populares de
unas 70 viviendas que sustituyeron a igual cantidad de bohíos. Ahora
la comunidad es receptora de personas que abandonan la montaña.
Macambo dispone, además, de consultorio del médico y la enfermera
de la familia, escuela primaria, bodega y placita.
Su gente goza de buena salud, que, de acuerdo con Feliciano y
Vicente, es resultado de un clima favorable.
Pescar, atrapar cangrejos, bañarse en la playa, disfrutar de un
agua de coco refrescante, o de un apetitoso chilindrón son algunos de
los encantos de Macambo, el lugar más seco de Cuba. |