| Para convertir el Consejo en tribunal exclusivo contra los países subdesarrollados y asegurar impunidad a los del Norte, no se podrá contar con
Cuba
INTERVENCIÓN DEL COMPAÑERO
FELIPE PÉREZ ROQUE, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA
REPÚBLICA DE CUBA, EN EL SEGMENTO DE ALTO NIVEL DEL CONSEJO DE
DERECHOS HUMANOS
Excelencias:
Hoy
es un día especialmente simbólico. Cuba es miembro fundador del
Consejo de Derechos Humanos y Estados Unidos no. Cuba resultó
elegida con el apoyo abrumador de 135 países, más de dos tercios
de la Asamblea General de Naciones Unidas, mientras Estados Unidos
no se atrevió siquiera a presentarse como candidato. Cuba confiaba
en el voto secreto por las mismas razones que Estados Unidos lo
temía.
La elección de Cuba es la victoria
de los principios y de la verdad, es un reconocimiento al valor de
nuestra resistencia. La ausencia de Estados Unidos es la derrota de
la mentira, es el castigo moral a la arrogancia de un imperio.
La elección supuso una exigente
evaluación. Cada uno recibió lo que merecía. Cuba fue premiada y
Estados Unidos fue castigado. Cada uno tenía su historia y los
países que votaron la conocían bien.
Los países africanos recordaban que
más de dos mil combatientes cubanos habían derramado su sangre
generosa en la lucha contra el oprobioso régimen del apartheid, al
que Estados Unidos apoyó y armó, incluso con armas nucleares.
Cuba llegó a la elección con casi
30 mil médicos cubanos salvando vidas y aliviando el dolor en 70
países, mientras Estados Unidos llegó con 150 mil soldados
invasores, enviados a matar y a morir en una guerra injusta e
ilegal.
Cuba llegó con más de 300 mil
pacientes de 26 países de América Latina y el Caribe que
recuperaban la visión gracias a las cirugías gratuitas realizadas
por oftalmólogos cubanos. Estados Unidos llegó con más de 100 mil
civiles asesinados y 2 500 jóvenes norteamericanos muertos en una
guerra fraguada para robarse el petróleo de un país y regalarle
jugosos contratos a un grupo de los amiguetes del Presidente de la
única superpotencia del planeta.
Cuba llegó a la elección con más
de 25 mil jóvenes de 120 países del Tercer Mundo estudiando
gratuitamente en sus universidades. Estados Unidos llegó con un
campo de concentración en Guantánamo, donde se tortura a los
prisioneros y en el que se declara oficialmente por los carceleros
que el suicidio de tres seres humanos "no es un acto de
desesperación, sino un acto de guerra y de propaganda".
Cuba llegó a la elección mientras
sus aviones transportaban médicos cubanos y hospitales de campaña
a lugares donde ocurrieron desastres naturales o epidemias. Estados
Unidos llegó mientras sus aviones transportaban en secreto de unas
cárceles a otras a prisioneros drogados y maniatados.
Cuba llegó a la elección
proclamando la vigencia del derecho sobre la fuerza, defendiendo la
Carta de Naciones Unidas, reclamando y luchando por un mundo mejor.
Estados Unidos llegó proclamando que "si no están de nuestro lado
están contra nosotros".
Cuba llegó a la elección
proponiendo dedicar el millón de millones de dólares que
anualmente se gasta en armas a luchar contra la muerte por causas
prevenibles de 11 millones de niños menores de 5 años y de 600 mil
mujeres pobres en el parto cada año. Mientras, Estados Unidos
llegó proclamando su derecho a bombardear y arrasar "preventivamente"
lo que llamó con desprecio "cualquier oscuro rincón del mundo" si
no se obedecían sus designios. Ello incluía a la ciudad de La
Haya, si se pretendía juzgar a algún soldado norteamericano en la
Corte Penal Internacional.
Mientras Cuba defendía los derechos
del pueblo palestino, Estados Unidos era el principal sostén de los
crímenes y atrocidades de Israel.
Mientras bajo el azote del huracán
Katrina, el gobierno de Estados Unidos abandonaba a cientos de miles
de personas a su suerte, la mayoría negros y pobres, Cuba ofrecía
el envío inmediato de 1 100 médicos, que hubieran podido salvar
vidas y aliviar el sufrimiento.
Podría seguir así desgranando
razones hasta mañana. Solo quiero agregar que quien no ocupa hoy un
escaño como miembro del Consejo es el gobierno de Estados Unidos,
no su pueblo. El pueblo norteamericano estará representado en los
demás, incluido el escaño de Cuba. Nuestra delegación será
vocera también de los derechos del pueblo norteamericano y, en
particular, de sus sectores más discriminados y excluidos.
Ahora bien, la verdad es que Estados
Unidos no estuvo solo en sus groseras y desesperadas maniobras y
presiones para impedir la elección de Cuba. Un pequeño grupo de
aliados lo acompañó hasta el final. Son los de siempre.
Beneficiarios del injusto y excluyente orden mundial, antiguas
metrópolis coloniales en su mayoría, que no han pagado todavía su
deuda histórica con las que fueron sus colonias.
Cuba conoce perfectamente, hasta en
sus mínimos detalles, el acuerdo secreto negociado en Bruselas a
través del cual la Unión Europea se comprometió a no votar por
Cuba y a trabajar estrechamente junto a Estados Unidos contra
nuestra candidatura. Pero fracasaron rotundamente. Resulta que Cuba
fue elegida sin su apoyo y su incómodo aliado, al que necesitan
como gendarme que garantice sus privilegios y su opulencia
derrochadora, no se pudo presentar siquiera a las elecciones.
En los pasillos y salones de este
edificio se escuchan ahora reiterados llamados a "un nuevo comienzo"
y a "imprimirle aire fresco al nuevo Consejo", precisamente de parte
de los mismos que son responsables de la manipulación, la
hipocresía y la selectividad que hicieron naufragar a la Comisión.
Conviene señalar que un nuevo comienzo no puede construirse sobre
la base de olvidar lo que ha venido ocurriendo o simular que un poco
de retórica edulcorada resuelve los problemas. Hechos y no palabras
es lo que necesitamos.
Si son sinceras las declaraciones de
los voceros de la Unión Europea y estamos de verdad ante un mea
culpa, pues entonces esperamos todavía por su rectificación. No
por Cuba. No porque se hayan confabulado con Estados Unidos para
tratar de impedir nuestra elección. No porque no hayan sido capaces
jamás de tener una política ética e independiente hacia Cuba.
Esperamos una rectificación de la
actitud de la Unión Europea, que impidió el pasado año que se
aprobara en la Comisión de Derechos Humanos una investigación
sobre las masivas, flagrantes y sistemáticas violaciones de
derechos humanos en la Base Naval de Guantánamo.
Una rectificación del cómplice
silencio con el que permitieron la realización de cientos de vuelos
secretos de la CIA trasladando personas secuestradas y el
establecimiento de cárceles clandestinas en el propio territorio
europeo, en las que se tortura y se veja a los prisioneros. La
Unión Europea ha obstaculizado hipócritamente hasta hoy la
investigación y el esclarecimiento de estos hechos.
La Unión Europea no ha tenido el
valor de sancionar ejemplarmente las miserables manifestaciones de
falta de respeto contra otras religiones y costumbres.
La Unión Europea fue cómplice de
Estados Unidos en la conversión de la antigua Comisión en una
suerte de tribunal inquisidor contra los países del Sur. Esperamos
que ahora no se repita.
La Unión Europea no ha reconocido
siquiera su deuda histórica con los casi 100 países, hoy naciones
independientes tras años de lucha y sacrificio, que eran sus
expoliadas colonias en el momento en que 57 años atrás se aprobaba
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que
paradójicamente se afirmaba que: "Todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos".
Excelencias:
Esta sesión puede marcar el inicio
de una nueva etapa en la lucha por crear un verdadero sistema de
promoción y protección de todos los derechos humanos para todos
los habitantes del planeta, y no solo para los ricos y
privilegiados. Se necesitará para ello un cambio radical, una
verdadera revolución en las concepciones y métodos que lastraron a
la defenestrada Comisión.
Cuba no se hace ilusiones con la real
disposición de los países desarrollados, aliados de Estados
Unidos, a dar ese paso trascendente e histórico. Sin embargo, les
concederá el beneficio de la duda. Esperará y los observará.
Si se trabaja para hacer realidad las
promesas que han sido proclamadas a todos los vientos, se podrá
contar con Cuba. Si se repite el pasado, y el Consejo vuelve a
tornarse en un campo de batalla, se puede contar desde ahora con que
Cuba será otra vez un combatiente en las trincheras de ideas del
Tercer Mundo.
Para convertir el Consejo en tribunal
exclusivo contra los países subdesarrollados y asegurar impunidad a
los del Norte, no se podrá contar con Cuba. Tampoco para usar la
cláusula de suspensión del Consejo contra los países rebeldes, ni
para seguir usando politizada y selectivamente las resoluciones
sobre países para castigar a los que no bajan la cabeza.
Para usar el nuevo mecanismo de
revisión periódica universal como instrumento de nuevas presiones
y campañas mediáticas, no se podrá contar con Cuba.
Para defender la mentira y actuar con
hipocresía, tampoco se podrá contar con Cuba.
Para luchar por la verdad y la
transparencia, para defender el derecho a la independencia, a la
libre determinación, a la justicia social, a la igualdad, sí se
puede contar con Cuba. También para defender el derecho a la
alimentación, a la educación, a la salud, a la dignidad, el
derecho a una vida decorosa.
Para defender la democracia real, la
participación verdadera, el disfrute real de todos los derechos
humanos, se puede contar con Cuba.
Para cooperar con el espurio mandato
de cualquier enviado, representante o relator impuesto a través de
la fuerza y el chantaje, no se puede contar con la colaboración de
Cuba. Para cooperar, en plano de igualdad con los demás, con el
Consejo y sus mecanismos no selectivos, se puede contar con Cuba.
No se podrá contar con la
colaboración de Cuba para que haga silencio y no denuncie el cruel
bloqueo económico que sufrimos hace más de cuatro décadas y no
reclame el regreso a nuestra Patria de cinco puros y valerosos
jóvenes luchadores antiterroristas cubanos, presos injusta e
ilegalmente en cárceles norteamericanas.
Para que renunciemos a un solo
principio, no se podrá contar con la colaboración de Cuba. Para
defender el noble ideal de construir un mundo mejor para todos, se
podrá siempre contar con Cuba.
Finalmente, a nombre del pueblo
cubano, que allá en nuestra Patria sueña, construye y defiende su
Revolución, agradezco de modo especial a nuestros hermanos del
Tercer Mundo su apoyo decisivo a la elección de Cuba como miembro
del Consejo de Derechos Humanos y les reitero que los cubanos no
defraudaremos jamás la confianza que ustedes depositan en nosotros.
Para los que apoyan la lucha de Cuba
por sus derechos, que es también la lucha por los derechos de todos
los pueblos del Tercer Mundo y de las fuerzas progresistas y
democráticas en el Primer Mundo, tenemos un mensaje: ¡Hasta la
victoria siempre!
Para los que agreden a Cuba y para
sus cómplices, tenemos otro mensaje: ¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! |