Basora: ciudad sitiada por ejército y la policía

BAGDAD, 1 de junio (PL). — Basora devino hoy una ciudad sitiada tras el estado de emergencia impuesto por el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, para detener la desobediencia de la comunidad chiíta local, enfrentada a las autoridades.

La medida —primera que aplica como jefe del Gabinete— pone a prueba su capacidad para frenar el caos en la segunda mayor urbe del país y principal productora de petróleo, estremecida por la inestabilidad sectaria y política.

Policías y militares habilitaron hoy puestos volantes dentro y fuera de la metrópolis de cerca de un millón de habitantes y controlaban el paso vehicular en todas direcciones, informaron testigos en el terreno.

El capitán de la policía Ali Jassem comentó que entre las misiones de sus fuerzas, válidas por un mes, están la confiscación de armas, inspeccionar todos los autos con cristales polarizados y supervisar el orden en las calles en condiciones de limitación de movimientos.

Las disposiciones fueron orientadas este miércoles cuando al Maliki, el vicepresidente Tareq el Hashemi, algunos ministros y parlamentarios, se trasladaron a Basora con el fin de restaurar la estabilidad.

En las últimas semanas la relativa calma que imperó en la sureña ciudad se truncó con el incremento del número de muertos y heridos, causados por constantes choques entre entidades chiítas y sunitas y la acción de bandas criminales, según la versión oficial.

A ello se suma la ofensiva rebelde contra los soldados británicos desplegados allí desde el inicio de la guerra y la lucha entre organizaciones armadas, el partido Fadhila y el Ejército del Mehdi (enviado en árabe), liderado por el clérigo chiíta Moqtada al Sadr.

Sobre la principal zona productora de hidrocarburo del país pende también la amenaza de integrantes de Fadhila de suspender la exportación petrolera hacia el exterior, lo que paralizaría la economía del país.

Esta región exporta un millón 500 mil barriles diarios de petróleo y sus habitantes se quejan, además de la violencia e inseguridad, de la carestía de la vida asociada a la falta de combustibles domésticos, de empleo y a los frecuentes cortes de energía eléctrica.

 

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