Para una nueva historia natural del hombre

ENRIQUE ROMÁN

¿Por qué, a lo largo de una historia milenaria, las sociedades establecidas en diferentes regiones del planeta han evolucionado de modo distinto, y sus poblaciones han experimentado un desarrollo más o menos rápido al compararlas entre sí? ¿Por qué unas han llegado a dominar a otras?

Jared Diamond, autor de Armas, gérmenes y acero.

El científico norteamericano Jared Diamond se propuso en su más conocida obra, Armas, gérmenes y acero (Editorial Científico Técnica, La Habana, 2005) responder estas preguntas y esclarecer el complejo fenómeno que ellas resumen, tomando como punto de partida el surgimiento de la vida humana sobre la tierra y su vínculo con el entorno natural.

El esfuerzo era de magnitudes impresionantes. Suponía sintetizar lo que aportan hoy ciencias como la botánica, la genética, la biología molecular o la biogeografía, vinculadas tanto a los cultivos como a los animales y a los gérmenes causantes de enfermedades (causantes de gigantescos exterminios históricos, por ejemplo, en las civilizaciones precolombinas tras su contacto con los conquistadores europeos). Igualmente, la genética y la epidemiología humanas, la lingüística, la arqueología y los estudios de historia de la tecnología, la escritura y la organización política.

Diamond, formado en la mayor parte de estas disciplinas, resumió sus consideraciones en esta obra de más de 400 páginas, publicada inicialmente en 1997. El resultado es una impresionante y erudita argumentación que le valió numerosos reconocimientos —entre ellos un premio Pulitzer en 1998— como texto de indiscutible rigor científico, expuesto además en un lenguaje accesible para un público no necesariamente iniciado.

El profesor norteamericano se propuso desmentir las corrientes que atribuyen el desarrollo desigual a capacidades desiguales de las razas a las que pertenecen los integrantes de cada comunidad estudiada Al hacerlo, enfrentó también las corrientes que atribuyen superioridad al hombre europeo y a sus creaciones sociales. Su texto, afirmó explícitamente, iba dirigido contra las bases del racismo y del eurocentrismo en la interpretación histórica.

En oposición, dedicó su obra a explicar la larga historia de la humanidad, desde la emergencia de los homínidos y la aparición posterior del homo sapiens, a partir de su reacción frente a las posibilidades alimentarias de cada región (presencia o ausencia de cultivos adaptables para el consumo humano y diferencias en su productividad; existencia o no de animales domesticables y económicamente significativos) y posteriormente, de las transmisiones de gérmenes entre un pueblo y otro, de los desarrollos del lenguaje y de la capacidad para el uso de las tecnologías, particularmente militares.

Las posibilidades que el entorno geográfico brindó a cada enclave humano ocasionaron, según Diamond, la evolución diferente de comunidades distintas y están en el origen mismo de las formaciones sociales.

El libro generó un amplio debate, inabarcable en esta reseña, en la comunidad académica estadounidense. En un extremo se colocaron, como era de esperarse, quienes atribuían a las diferencias biológicas los ritmos desiguales de desarrollo.

En el otro, quienes señalaron acertadamente el carácter restrictivo e insuficiente del determinismo geográfico como explicación del desarrollo humano.

Diamond, en efecto, se presenta a sí mismo como un exponente del determinismo geográfico. Es un estudioso de las fuerzas externas a las distintas sociedades humanas, que sin duda proporcionaron el marco de posibilidades naturales en el que estas actuaron y evolucionaron. Pero relega a un segundo nivel de significación la primordial dinámica interna de las formaciones y clases sociales y la capacidad de su base económica, de la cultura y de las ideas.

La revista marxista estadounidense Science and Society caracterizó así la insuficiencia del enfoque básico de Diamond: "Para considerar plenamente la amplia significación de la historia reciente, el determinismo geográfico debe ser complementado por el materialismo histórico".

Pero todos los críticos —y exégetas, por supuesto— coinciden en que estamos ante una obra importante, con una cantidad formidable de información sobre el desarrollo del ser humano y su intercambio con el entorno natural, nacida de una preocupación básicamente humanista.

Vencidas con facilidad sus 400 páginas, el lector habrá enriquecido notablemente su visión de nuestro planeta, de sus diversos ecosistemas y de la historia misma de la humanidad. Habrá ganado claves para comprender mejor la necesidad de proteger la milenaria relación entre el hombre y la naturaleza en los días actuales, cuando los ritmos vertiginosos y muchas veces irracionales de explotación de los recursos naturales amenazan a nuestro entorno, y a la propia supervivencia de nuestra especie.

 

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