Jorge Eduardo Elguezábal, único
cubano sobreviviente de la masacre fascista en Guernica, rememoró
hoy los hechos a 69 años de aquellos acontecimientos que
inmortalizara el pintor Pablo Picasso en uno de los lienzos más
conocido del mundo.
Un 26 de abril de 1937 esa ciudad de
España, fue destruida por el bombardeo de las hordas del fascismo,
al punto que testigos de los hechos narraron luego cómo quedó en
pie solo un roble, símbolo de esa urbe.
Entonces Jorge Eduardo era un niño
cienfueguero de 11 años, que viajó con su familia a España, dos
hermanos mayores y la madre, quienes permanecían en Guernica donde
trabajaban, mientras él estudiaba y extrañaba a su lejano padre,
en el central Soledad, de Cienfuegos.
El día de la agresión, declaró
Elguezábal a la AIN, era un lunes con tradición festiva, por ello
muchos habitantes llevaban productos al mercado, otros se acercaban
a comprar, al tiempo que los jóvenes iban a bailar o a divertirse.
Unas 10 mil personas estaban
conglomeradas en las arterias principales del centro urbano, el día
escogido por los alemanes para lanzar bombas incendiarias, a fin de
demoler la ciudad como había amenazado el general Queipo del Llano
ante la resistencia de los soldados de la comarca.
Abunda que en los refugios ubicados
en la vía denominada Paseo de los Arcos se protegieron unas 700
personas aunque el local solo tenía capacidad para 300, por ello
comenzó a faltar el aire y el polvillo de los sacos de arenas
penetraba hasta asfixiar a mucha gente.
Después de varias horas de cruento
bombardeo, salieron de los parapetos, todo estaba destruido, y miles
de españoles muertos, heridos, sangrantes, mutilados, tal cual lo
pintó en su cuadro el artista español.
Luego de vivir ocho décadas, siete
de ellas con el peso de los hechos, Elguezábal asegura que la
guerra como espada de Damocles, aún pende sobre los pueblos, como
la agresión norteamericana a Iraq y las ansias de Washington de
atacar a Irán, por lo cual la unidad debe primar ante la
agresividad yanqui. (AIN)