Para aproximar el surco a la tarima (Primera Parte)

COLECTIVO DE REDACCIÓN NACIONAL DE GRANMA
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Foto: RAÚL LÓPEZ SÁNCHEZLa producción y la comercialización agrícolas reclaman cambios raigales. La investigación realizada por Granma en torno al tema nos sumergió en las evidentes contradicciones de métodos y estructuras que son propiciadoras del descontrol, burocratización, ineficiencia y perpetuación de problemas que no acaban de encontrar solución.

Durante estas semanas, nuestro Colectivo de Redacción ha conocido numerosos criterios de expertos y son coincidentes las apreciaciones que, desde que se prepara la tierra para cultivar hasta el puesto de venta, debe existir un sistema que posibilite realmente estimular a los productores y proteger a los consumidores y, además, que resuelva la cadena de impagos, que es un elemento muy corrosivo, daña al productor y desmoraliza la gestión estatal.

El control no es solo aumentar planillas de información y reuniones, sino establecer un sistema capaz de garantizar menos estructuras intermedias entre el productor y el mercado y velar sistemáticamente porque se cumpla.

EL QUE MUCHO ABARCA

Foto: RAÚL LÓPEZ SÁNCHEZLas formas de producción agropecuaria se descentralizaron y diversificaron durante el Periodo Especial. Ahora coexisten Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS) y las de Producción Agropecuaria (CPA), Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), finca y granja estatales, entre otras.

No es el momento de cuestionarse si lo que se hizo bajo esa coyuntura fue correcto o no, pero lo cierto es que el agricultor por lo general no puede encargarse de comercializar sus cosechas porque lo apremian las tareas del campo, y delega en un representante que puede ser persona natural o jurídica.

En los últimos años las empresas agropecuarias han estado sometidas a cambios estructurales continuos para reducir personal en el sistema de dirección, pero a su vez han asumido funciones que antes no estaban bajo su mando. Ahora deben atender todas las formas de producción del municipio, asumir la comercialización y administrar mercados agropecuarios, algunos de los cuales no están ni en su propio territorio.

En esas nuevas funciones la dirección empresarial ha tenido que emplear más tiempo, personal y especialistas para tratar de controlar todo el proceso productivo hasta el destino final de la mercancía en el agromercado. Esa supuesta integralidad presupone un proceso demasiado abarcador y el que mucho abarca, como dice el refrán, poco aprieta.

En los sistemas productivos a cielo abierto, como en la agricultura, el control consiste en permanecer en contacto directo con las personas bajo su responsabilidad, para observar lo que ocurre, atajar a tiempo los problemas y adoptar medidas con agilidad.

RECURSOS POR ENTREGA DE PRODUCTOS

Otro de los problemas que están gravitando mucho en el sector agrícola es la falta de estimulación con los aseguramientos para producir.

Los medios de trabajo deberían asignarse de acuerdo con la entrega de productos y que los campesinos pudieran adquirirlos en una tienda de Comercio Interior del municipio.

Los agricultores, de cualquier forma de producción, actualmente establecen un contrato de entrega de productos con la empresa agrícola a la que se subordinan. En ese documento solo se consigna lo que deben suministrar para la comercialización, pero no existe un sistema que vincule el aseguramiento de los insumos de acuerdo con la cantidad y calidad de lo acopiado.

En realidad, muchos reconocen que lo adquieren de manera ilícita a partir de lo que se desvía de otros cultivos.

Cuando los productores van a cobrar sus entregas a Acopio o a la empresa agropecuaria, tienen que realizar numerosas gestiones burocráticas, además de que los plazos de pago se extienden, por lo general, más allá de lo acordado, según los testimonios recogidos en varias provincias durante la investigación de Granma.

Los controles a las instituciones y el análisis y las decisiones sobre estos asuntos, motivaron varias ideas, sobre todo en lo relativo a la distribución de algunos recursos.

¿Por qué no establecer un sistema de contratación con los agricultores donde se consignen, aunque sean mínimos, posibles suministros, que pueden recibirse en dependencia del surtido, cantidad de quintales y calidad de productos entregados para la comercialización?

¿Por qué no entregar los insumos de acuerdo con la cantidad de quintales recibidos para vender en los agromercados?

Por ejemplo: cada X quintales de X vianda, hortaliza y fruta que se acopien, el productor podría recibir determinadas cantidades de combustible, lubricantes y otros insumos. Esa distribución puede ser calculada de acuerdo con un índice de gasto promedio aproximado para cada labor agrícola en cada cultivo.

El agricultor requiere roturar la tierra y sembrar, ¿con qué recursos asume hoy esas tareas primarias?

Quizás pudiera ser esta vía de estimulación un factor que permita entregarle al agricultor de manera anticipada, un mínimo de insumos calculados para alistar los suelos y cultivar. Luego, cuando se cumpla con la entrega de los productos para vender en el mercado o para destinarlos al abastecimiento del consumo social, podría valorarse, dentro de las posibilidades, hacer el resto de la asignación.

Al preguntar sobre cómo se pagarían esos recursos, todo el mundo coincidió en señalar que, como seguramente con este método se incrementarían las producciones, los agricultores estarían en condiciones entonces de pagarlos con parte del efectivo acumulado por las ventas.

Varios especialistas también arguyeron criterios en torno a que igualmente debería verse la factibilidad de comenzar a asignar otros aseguramientos imprescindibles en la comercialización, como son pesas digitales u otros accesorios. En este caso, los pagos podrían descontarse y realizarse a plazos que oscilarían en relación con la solvencia económica de los productores.

De la misma manera, recomiendan que se estudie si no sería conveniente que en el caso de los equipos, medios y herramientas requeridos por la producción, la empresa agropecuaria tuviese facultades de descentralizar la mayor cantidad de estos recursos a los productores más eficientes, mediante alguna fórmula de alquiler o arrendamiento.

Con estos métodos no se requerirían, a escala empresarial, muchas instalaciones para estacionar, reparar y proteger equipos de transporte, así como variados tipos de almacenamiento.

Es indudable que mientras menos estructuras existan entre el agricultor y la comercialización,

más se disminuyen los gastos y se evitaría algo peor: fomentar el medio propicio para las sustracciones ilegales, el descontrol, el delito y la corrupción.

Sobre este tema, también algunos expertos coincidieron en sus comentarios y sugerencias en que, por ejemplo, el combustible y lubricantes que se les entregaría a las formas de producción más eficientes no tienen que permanecer almacenados en la empresa, sino que pudieran distribuirse por asignación en la filial de CUPET de la localidad y con esto quizás estemos evitando algunas manifestaciones actuales de desvío. Otros insumos, como fertilizantes y plaguicidas, se pudieran distribuir por la empresa agropecuaria, de forma inmediata, a los agricultores más eficientes y que más lo requieran de acuerdo con las condiciones de suelos y disponibilidades de recursos hídricos de su finca.

Lo mismo podría hacerse con herramientas, ropa y otros medios de trabajo que necesitan los agricultores, asignándolos localmente en una tienda de la dirección de comercio municipal del Poder Popular.

Todas estas medidas evitarían exceso de almacenes en el ámbito rural y facilitarían la disminución del personal administrativo de la empresa agropecuaria

ESTIMULAR DETERMINADOS PRODUCTOS

La necesidad de potenciar el factor estimulación hacia la producción dirigida de algunos productos ha sido otro tema de conversación por varios especialistas en su comunicación con Granma.

Una de las sugerencias más generalizadas es que determinados índices de asignación de recursos para cada cultivo se podrían mover de acuerdo con los productos agrícolas que se requiera estimular en cada etapa del año.

Si escasea una determinada vianda, hortaliza o fruta y son muy solicitadas por la población, podría establecerse una política flexible que permita modificar índices promedio de asignación de recursos contra cosecha, de acuerdo con las necesidades de los consumidores. De esta forma, se preservaría el principio inviolable de estimular al agricultor y proteger al consumidor.

Con estos sistemas dialécticos se podría disponer de mayores ofertas de lo que más necesita la población, lo cual repercutiría positivamente en los precios, que tienden a bajar cuando aumenta la presencia de un producto en venta.

Lo que está cada vez más claro es que como único se pueden bajar los precios a la población es aumentando la producción agrícola, pero también algo puede lograrse si se disminuyen las empresas, instituciones o mecanismos que actúan como intermediarios entre el productor y la comercialización.

Para que se vea en la práctica la influencia de los precios y lo que la población puede adquirir cuando acude a las distintas formas de comercialización, presentamos este estudio que hizo un economista especializado en estos temas (ver tablas).

CANTIDAD DE PRODUCTOS (UNA LIBRA DE C/U) QUE SE PUEDEN COMPRAR CON 20 PESOS EN MONEDA NACIONAL EN LOS DISTINTOS MERCADOS

PRODUCTOS

 EJT

 TOPADO

 PUNTOS DE VENTA

 OFERTA Y  DEMANDA

Boniato

 0.50

 0.60

 1.50

 2.00

Habichuela

 1.40

 2.00

 3.00

 5.00

Plátano fruta maduro

 0.80

 1.00

 2.50

 3.00

Calabaza

 0.50

 0.70

 1.50

 2.00

Yuca

 0.70

 0.90

 1.10

 1.70

Pepino

 1.30

 1.50

 1.80

 1.90

Lechuga

 1.20

 1.50

 1.70

 1.90

Remolacha sin hojas

 0.90

 1.50

 2.00

 2.50

Plátano vianda verde

 2.00

 2.40

 2.50

Col

 0.80

 1.00

 2.40

Arroz

 3.00

 3.50

 

 20.00 (4)

Malanga isleña

 1.20

 1.50

 

Quimbombó

 1.20

 1.50

 

Plátano fruta verde

 0.50

 0.80

 20.00 (3)

Acelga

 0.80

 20.40 (2)

 

Rábano

 0.70

 

 

Fruta bomba verde

 0.50

 

 

Platano burro

 0.50

 

 

Cebollino

 0.80

 

 

Zanahoria con hojas

 0.80

 

 

 

 20.10 (1)

 

 

El Ejército Juvenil del Trabajo con esta política de precios recaudó el año pasado 264 millones de pesos.

Si la misma cantidad y similar calidad de libras con que se recaudaron 264 millones de pesos con los precios del EJT, se hubiera vendido con los precios de las siguientes formas de comercialización, los ingresos por encima serían:

Topado

 118 800 000

Puntos de venta

 261 360 000

Oferta y demanda

 393 360 000

Estas cifras revelan el desembolso adicional que sale del bolsillo de los consumidores por los precios más elevados de venta, en relación con los establecidos por el EJT.

CANTIDAD DE PRODUCTOS (UNA LIBRA DE C/U) QUE SE PUEDEN COMPRAR CON $50.00 EN LOS DISTINTOS MERCADOS

PRODUCTOS

 EJT

 TOPADO

 PUNTOS DE VENTA

 OFERTA Y DEMANDA

Frijol negro

 5.50

 7.00

 7.50

 7.80

Cebolla con hojas

 3.20

 4.00

 5.00

 5.50

Frijol chino

 4.00

 5.00

 5.50

 6.00

Pierna de cerdo

 18.00

 21.00

 25.00

 25.00

Frijol colorado

 6.50

 8.00

 9.00

 9.50

Pata de cerdo

 4.00

 5.00

 52.00 (3)

 53.80 (4)

Guayaba

 2.20

 50.00 (2)

 

Tomate

 1.30

 

 

Malanga

 2.10

 

 

Zanahoria sin hojas

 0.90

 

 

Harina de maíz

 2.20

 

 

 

 49.90 (1)

 

 

Si la misma cantidad y similar calidad de libras con que se recaudaron 264 millones de pesos en el EJT se hubiese vendido con los precios de las siguientes formas de comercialización, los ingresos por encima serían:

Topado

 1 000 560 000

Puntos de venta

 1 547 040 000

Oferta y demanda

 1 642 080 000

Estas cifras revelan también el gasto adicional que deberían realizar los consumidores de acuerdo con las formas de comercio a las que acuden. (La investigación para aproximar el surco a la tarima terminará en una próxima edición.)

 

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