Cubadisco, rivalidades anticipadas
PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
Cada
año por estas fechas el ambiente musical cubano se caldea a la espera
de los Premios Cubadisco y su recompensa mayor, el Gran Premio. Al
cabo de casi una década, y más allá de sus agradecidos y
malagradecidos ribetes polémicos, estos lauros se han convertido en
una institución. El próximo 20 de mayo se sabrán en el teatro Karl
Marx los resultados, pero ya están las nominaciones, y con su
conocimiento, se pueden anticipar algunas rutas.
Leyva, líder de Sur Caribe, el hombre de la Conga que más suena hoy.
Por lo pronto cuatro
categorías se presentan como las de más enconada rivalidad, lo cual
es una suerte para la música cubana: Fusión, Jazz, Trova y Música
Bailable Actual.
En esta última resultaron
nominados Mi timba cerrá, de Pupy y los que Son Son (EGREM); Credenciales,
de Sur Caribe (EGREM); Mi linda habanera, de Adalberto Álvarez
(Bis Music); El ciclón de La Habana, de la Charanga Habanera
(Unicornio); Soy yo, de Maraca y Otra Visión (Ahí Namá) y Prohibido,
de Isaac Delgado (Lusáfrica). Son seis producciones dignas y
diferentes en tanto la actualidad en que plantean el entorno del son y
los géneros bailables es abordada por cada uno de los creadores desde
ópticas muy particulares y cuentan con una respuesta pública, dentro
y fuera de Cuba, efectiva.
Al jurado que se enfrente
a los fonogramas nominados para el Mejor Álbum de Trova le será
harto difícil decidirse entre la irrepetible emoción de la entrega
en vivo de Santiago Feliú registrada por Unicornio, la madurez del
ejercicio poético-musical de Gerardo Alfonso en No me mires tan
extraño (Centro Pablo) y las novedades que representan haber
dejado testimonio de dos juglares de pródigas aunque no tan
publicitadas calidades: Yamira Díaz por Antes de la noche
(Centro Pablo) y el disco de Víctor Quiñones titulado simplemente
con su nombre (Colibrí). El dulce abismo (Unicornio), quinto
álbum en liza realmente importante, merece que se le considere mejor
en la otra categoría donde aparece, Compilación, puesto que de esto
se trata, de reunir grabaciones realizadas en diversos momentos, para
honrar a los Cinco cubanos luchadores antiterroristas prisioneros en
Estados Unidos.
También resultan
presumibles las arduas discusiones para dictaminar el Premio Cubadisco
al Mejor Álbum de Jazz, y eso que en un acto de prestidigitación
conceptual apareció doblemente la obra Cancionero cubano, de
Chucho Valdés (EGREM), entre las propuestas de Solista Concertante y
ese cajón de sastre tautológicamente definido como Música
Instrumental. El que no entienda que lo que hace Chucho es jazz, poco
entiende acerca de la amplitud de los cauces del género en la hora
actual y la especificidad del jazz cubano.
Andante, del
saxofonista César López (Bis Music) y Sax Soul, de su colega
Germán Velasco (Colibrí), juegan al seguro con las más elevadas
posibilidades de estos creadores e intérpretes cada uno en el
territorio de su elección jazzística. Pero está también Charly
en La Habana (Colibrí), ópera prima de un talento que dará que
hablar, el trompetista Carlos Sarduy. Y una recopilación de Ahí
Namá, Descarga ajiaco, que tiene el mérito de mostrar la
pujanza y variedad de nuestras jam session y posee un valor
testimonial.
Valdría la pena alguna
vez detenernos en qué se representa como Fusión. Si no fuera porque
la categoría responde a una ecuación operativa, como diría el
notable musicólogo Danilo Orozco, el camino quedaría sembrado de
dudas, porque bajo ese paraguas se admite lo incomparable, lo
diametralmente diverso, solo por el hecho de que en un ejercicio
musical confluyen mezclas e hibridaciones, sin considerar su
naturaleza ni la evolución intergenérica de los tiempos que corren.
Delirio o distorsión
aparte, los cinco discos nominados valen lo que brillan por sí
mismos: La lucecita, de Arnaldo y su Talismán (EGREM), avalado
por su innegable pegada popular; Goza pepillo, de Roberto Julio
Carcassés e Interactivo (Bis Music), por su noción revolucionaria
del mestizaje desde una perspectiva jazzística de amplio espectro; Consumir
preferentemente antes de..., de Aceituna sin Hueso (Unicornio), en
tanto prolonga las expectativas sobre un hecho singular entre nuestras
agrupaciones; Iré Habana, de José María Vitier
(Colibrí/Fundación Autor), por ahondar la dialéctica peculiar de un
creador que ha reinventado nuestra identidad, y Bréate, de
Yusa (Tumi Music), por consolidar una apertura estética desde el arte
del juglar.
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