Fructuoso: ética patriótica y humanista

FAURE CHOMÓN Comandante del Ejército Rebelde

La magnitud de la trágica muerte el 20 de abril de 1957 de Fructuoso Rodríguez, junto a la del temerario Juan Pedro Carbó Serviá, el heroico José Machado Rodríguez y el apasionado martiano Joe Westbrook Rosales, destacados luchadores del movimiento estudiantil y del levantamiento armado del 13 de Marzo, a pocos días de haber caído en combate José Antonio Echeverría, multiplicó de tal forma la indignación revolucionaria, que ambos paladines han sido desde entonces símbolos de la acción, la audacia, el riesgo y el desinterés, para las generaciones de jóvenes que les han sucedido.

El ejemplo de sus vidas ha sido un aporte significativo a la pasión revolucionaria que hay en la conciencia de nuestros jóvenes, ansiosos de ser sus émulos y afrontar con decisión los retos que va encontrando la Revolución en su desarrollo.

Fructuoso, al igual que José Antonio, va a la acción por convicciones e ideas profundas, no por impulsos emocionales, precisamente por tener un sistema de pensamiento revolucionario es que ambos pueden elevar, a límites superiores, sus acciones y sus sentimientos patrióticos e internacionalistas. Este trabajo es una contribución al entendimiento de su ética patriótica y humanista, de su moral hacia los compañeros y los trabajadores, del sentido táctico y estratégico de sus principios, coincidentes e idénticos con los de José Antonio.

Acosados por la represión apenas cesan los disparos del ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo, los sobrevivientes del Directorio Revolucionario eligen a Fructuoso como Secretario General de esa organización y Presidente de la FEU. Sin refugios ciertos, ni casas seguras, reestructuran en horas la dirigencia de la organización y toman dos acuerdos trascendentales: no escapar de la muerte por la vía del exilio y restablecer la capacidad de combate del Directorio, para contraatacar en el menor tiempo posible.

En estos se expresan múltiples significados morales, psicológicos, ideológicos, organizativos y políticos, cuya concreción teórica se aprecia en la carta de Fructuoso al Consejo Superior de la Universidad de La Habana el propio 20 de abril, horas antes de caer asesinado:

Respetables Profesores:

Me dirijo a ustedes para dejar definitivamente puesto en vuestro conocimiento que la Federación Estudiantil Universitaria, que hoy presido en su momento más difícil al faltarnos quien fue su más grande y glorioso timonel, José Antonio Echeverría, ha ordenado el paro indefinido del estudiantado de nuestra Universidad y ha llamado a todos los centros de enseñanza de la República a que adopten idéntica conducta.

Este acuerdo, que muy pronto tendrá al estudiantado de toda Cuba no solo en huelga sino en pie de lucha, será en solidaridad con los combatientes del Directorio Revolucionario que el pasado 13 de marzo marcharon a conquistar las libertades perdidas, liderados en primera fila, como siempre hizo, por José Antonio Echeverría.

Esta actitud no solo será un gesto de solidaridad, sino que ha de ser la continuación de la lucha emprendida ese día, hasta que convertido en un gran movimiento de pueblo tenga como colofón la huelga revolucionaria que rescate la libertad y el derecho de nuestra Nación, y en nuestra Universidad la normalidad perdida, que tanto os preocupa en estos días.

Señores profesores: ¿qué es lo que hace más grande a nuestra Universidad, los que siguen el ejemplo de José Antonio Echeverría o los 500 certificados de alumnos que se marchan presurosos a otras latitudes, egoístas y poco generosos con la Patria y con la Humanidad?

Lo que importa es la Universidad que de veras sea una promesa de esperanza para su pueblo. Lo que importa es la Universidad que haga Hombres antes que médicos, ingenieros o abogados.Que haya mil universidades “ajenas” a la Patria no importa, pero lo que sí importa es que la nuestra, la del pueblo, la de Mella, la de Trejo, la de Ramiro Valdés Daussá y José Antonio Echeverría, siga demostrando que no es de piedra, porque sangra, que no es ajena porque siente el dolor de sus hijos, que no se abre porque en este momento crucial aspira a que sus bicentenarias puertas se abran cuando la Libertad engalanada aparezca en el pórtico de la República.”

De elevada estatura y gran fortaleza física, Fructuoso no trataba de hacer imponente su figura, por el contrario vestía frecuentemente un saco o una chaqueta deportiva y mostraba una elegancia natural sin afectación ni atildamiento, incluso en las manifestaciones en que enfrentaba a la policía del tirano. Era allí donde empleaba la potencia demoledora de sus puños y también en ocasiones en que se pretendía dañar su dignidad o la de otra persona; tal fue el caso respecto a la nota que publicara el Director de la revista batistiana “Gente” sobre su boda con Martha Jiménez.

Se negó a recibir la cobertura del Grupo de Acción del Directorio y solo aceptó a dos amigos personales, desarmados: Miguel Ángel Domínguez y Pedro Azze, para ir al cubil del provocador. Ya en el lugar increpó al testaferro y le derribó de un puñetazo; el guardaespaldas sacó una pistola y el Moro Azze agarró al gánster por el cuello y le arrebató el arma. El descalabro moral entre los batistianos fue absoluto: carreras, gritos de terror y gemidos: Fructuoso y sus amigos se retiraron sin disparar un tiro y el Directorio obtuvo otra arma.

En otra ocasión dos hermanos que eran gánsters le enviaron un mensaje invitándolo a un duelo, nuevamente la sección de Acción quiso brindarle apoyo y Fructuoso se negó, alegando que resolvería el asunto con sus puños. Cuando llegó al lugar, que era frente a la FEU, ni los gánsters ni sus acompañantes aparecieron. De nuevo se había impuesto su fuerza moral y su dignidad.

Pero no solo era digno y valiente Fructuoso Rodríguez. Todo un caballero de la Revolución, cuando regresó de México mostró también su proverbial austeridad, pues no pudo traer “ni un alfiler de regalo” a su joven esposa que embarazada esperaba ansiosa su regreso.

En los 38 días que pudo vivir después del levantamiento armado del 13 de Marzo, Fructuoso Rodríguez con el Ejecutivo Nacional del Directorio Revolucionario bajo su mando, logró sorprendentes resultados:

Reorganización del Directorio.

Preservación de la vigencia de la FEU al ser sustentado por el D.R. como presidente de esa organización juvenil.

Evaluación de los hechos del 13 de Marzo; depuración de responsabilidades y medidas disciplinarias.

Definir nuevas tácticas de acción del D.R:

-Contraataque armado con las armas disponibles

-Aprobación de enviar las armas rescatadas por un comando del Directorio de la acción del 13 de Marzo, al compañero Fidel, en cuyo nombre las solicitaba la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio.

Desarrollar la estrategia de la nueva etapa de la Revolución:

-Fortalecer la estructura del D.R. en Las Villas y Camagüey.

-Crear un Frente Guerrillero en Las Villas designando cuadros urbanos, áreas rurales, dirigentes campesinos y cuadros para conseguir armas en el extranjero.

-Designar al compañero Faure Chomón, Jefe de Acción del Directorio, para salir clandestinamente al exterior con la misión de preparar y traer una expedición armada.

-Incrementar las acciones en la capital y otras ciudades, hasta desembocar en una huelga general apoyada por un levantamiento armado que derrocara a la tiranía.

El asesinato vil de Fructuoso, secretario general, y otros miembros del Ejecutivo Nacional del Directorio Revolucionario el 20 de abril de 1957, fue un duro golpe para la organización, pero no su destrucción. Férreamente articulada desde José Antonio, pudo mantener sus objetivos de lucha, porque estaban sustentados en el desinterés y el sacrificio, en una firme convicción de unidad revolucionaria y en la pasión ilimitada por reivindicar la Patria y conquistar la justicia social.

Por eso, tiene sentido recordar que la acción y el pensamiento de José Antonio y Fructuoso se prolongan más allá de sus muertes; han estado en el triunfo de la Revolución y en la victoria de sus ideas.

 

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