Desde Argentina
Virtudes y problemas
del cine independiente
Frank
Padrón Especial
para Granma
BUENOS
AIRES.— Tras su primera semana, el BAFICI (Festival Internacional
de Cine Independiente) que se desarrolla aquí desde el día 10, ha
permitido llegar no sólo a conclusiones puntuales sobre los muchos
filmes exhibidos en cualesquiera de sus secciones, sino a algunas de
carácter más general, que engloban esta importante manera de hacer
que tanta fuerza cobra hoy en el mundo entero.
El hecho de que los
cineastas que deciden asumir la gestión fílmica alejados de la
tiranía de los estudios y los productores al uso, logren una
libertad creadora y expresiva considerable, conlleva en sí mismo
esa incuestionable virtud, pero que a la vez puede devenir defecto,
o al menos, peligroso riesgo: el querer decir tanto, sin la presión
de los cortes, el regodearse en un tempo ajeno a las prisas
hollywoodenses, desemboca en algunos de los problemas que se
detectan en muchas de las obras aquí presentadas.
Tomemos por caso cuatro
de la competencia internacional: Longing , de la alemana
Valesa Grisebach (un triángulo amoroso en clave tragicómica), Los
estados nórdicos , del canadiense Denis Coté (un hombre que ha
practicado la eutanasia a la madre encuentra la redención en un
apartado paraje), Reflections, del surcoreano Yao Hung (otro
trío, esta vez de gente más joven y con un punto lésbico) o El
amarillo (melodrama rural donde apenas se habla) , del
argentino Sergio Mazza: temas de interés, tratamientos incluso
con rubros técnicos motivadores, historias que podrían haber
resultado si los circunloquios de la cámara, los motivos
superfluos, los estiramientos absolutamente prescindibles, no las
hubieran lastrado, algunas de modo irremediable.
Aspiren o no los
premios, lo más novedoso e interesante se está hallando en el
documental, a veces con un empaque más o menos tradicional (es el
caso de Cero grados de separación, de Elle Flanders; el
conflicto israelo-palestino visto a través de dos parejas gays, de
ambos sexos, e integrada por sendas etnias, o Meninas, de la
brasileña Sandra Werneck, en torno a adolescentes embarazadas en
las favelas cariocas) otras enriquecido por elementos fictivos (El
ojo salvaje, de los estadounidenses Madows, Meyers y Strick, en
la cuerda dialógica y dialogada de Hiroshina, mon amour) o
hasta pulsando la tan de moda cuerda del "falso
documental" (como la rusa First on the Moon, de Alexéi
Ferdochencko, historia alternativa de las presencias soviética y
yanqui en la carrera espacial, o una variante, especie de
"seudo-remake" en la argentina Porno, de Homero
Cirelli: cómo se hizo un filme de este tipo, y donde interesa más
el contexto y los costados que la obra en sí ).
A propósito de esta
última, la nutrida competencia argentina sigue demostrando que los
linderos desnarrativos, el snobismo y la poses seudointelectuales,
pueden llevar las conquistas de este grupo a un despeñadero: una
cinta tan bien recibida aquí como Puto , de Pablo Oliveiro,
sobre un par de chicos que protagonizan una relación aparentemente
profunda, que desemboca en otra cosa, es un ejemplo de cómo puede
arruinarse una propuesta interesante cuando el tratamiento es, como
decimos en buen cubano, "más rollo que película". Así
andan las cosas por el BAFICI, del que seguiremos hablando.
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