Otra vez sobre Brokeback Mountain
El espantapájaros de Wyoming
ROLANDO PÉREZ
BETANCOURT
El
comentario sobre el filme Brokeback Mountain aparecido en
estas mismas páginas el martes 4 de abril, y difundido en la
edición digital del diario, trajo la grata sorpresa de recibir
numerosos correos, procedentes de diferentes lugares del mundo, y
también de Cuba, todos, por supuesto, referidos a diversos aspectos
de la excelente película del taiwanés Ang Lee.
Un mínimo de pudor
hubiera impedido hacer referencia a ello si no fuera porque buena
parte de esos remitentes, además de sus opiniones, e incluso de
enviar páginas web sobre el tema, subrayan un aspecto trascendente
al cual no hice referencia y ahora traslado a los lectores.
La obra teatral The Laramie Project, de Moises Kaufman, se inspira en el asesinato de Shepard.
Los que vieron la cinta
(en estos días se estrena en los cines tras una primera
exhibición) no olvidarán que hacia los finales del metraje, uno de
los vaqueros homosexuales aparece siendo agredido por dos hombres,
en una fugaz y bien armada escena, evocativa de la causa que le
acarreó la muerte.
Recuerdan los
remitentes, que tal asesinato en la trama de ficción trae a la
memoria un hecho real acontecido también en Wyoming (el escenario
en el que Ang Lee sitúa la montaña de sus vaqueros) y que
ocasionó un gran revuelo en los Estados Unidos. Estos son los
hechos:
La noche del 6 de agosto
de 1998, Matthew Shepard, de 21 años y estudiante de Ciencias
Políticas en la Universidad de Wyoming, de aspecto aniñado y
frágil, fue engañado por dos hombres que lo conocieron en un bar y
que luego de cargar con él en una camioneta lo condujeron a un
lugar apartado de la ciudad. Allí, atado a una verja, lo torturaron
y golpearon durante horas y luego lo abandonaron bajo el intenso
frío de la madrugada. En la mañana, un ciclista lo descubrió y en
un primer momento, al ver desde lejos el rostro destrozado y lleno
de sangre —una faz en la que resaltaban dos surcos blancos dejados
por las lágrimas— lo confundió con un espantapájaros.
Matthew Shepard,
homosexual y muy querido en su comunidad, sufría de hipotermia y
presentaba una fractura desde la parte posterior del cráneo hasta
la región frontal del oído izquierdo, producido por golpes
propinados por la culata de una pistola. Conducido al hospital, eran
tantas las heridas y laceraciones que lo único que pudieron hacer
por él fue conectarlo a una máquina resucitadora y alargarle la
vida durante cinco días.
Cinco días durante los
cuales una honda polémica se desató en el país y puso de
manifiesto la criminal homofobia prevaleciente en varios estados de
la nación, y cuya cara más insultante salió a relucir la misma
tarde en que se realizaron los funerales de Matthew y una derecha
ultraconservadora y religiosa —dirigida por el pastor Fred Phelps—
se manifestó frente a la iglesia desplegando un muñeco en forma de
espantapájaros y carteles con estas expresiones (textual): “Dios
odia a los maricones” y “el SIDA cura a los homosexuales”.
Llevado ante los
tribunales, uno de los asesinos fue condenado a muerte, pero la pena
se le redujo a cadena perpetua a petición de los padres de la
víctima, quienes declararon en relación con su hijo: “Llegó al
mundo temprano, y se fue del mundo temprano, y estamos muy
agradecidos por el tiempo que tuvimos juntos.”
Aquellos acontecimientos
llevaron al presidente William Clinton a intentar ampliar la
protección federal por “crímenes de odio” contra homosexuales,
mujeres y discapacitados, pero el proyecto fracasó al ser rechazado
por la Cámara de Representantes.
Una de las muchas
personas que nos escribieron al calor del comentario de Brokeback
Mountain, recordaba que en los Estados Unidos, desde el asesinato de
Matthew (1998) y hasta el año 2003 —según la Coalición Nacional
de Programas Contra la Violencia— habían ocurrido al menos 67
homicidios vinculados con el odio hacia los homosexuales.
Relacionados con estos
hechos se han realizado tres películas: The Laramie Project (basado
en la obra de teatro del mismo nombre), The Matthew Shepard Store, y
Anatomy of a Hate Crime. También se han compuesto varias canciones,
entre ellas, Scarecrow (Espantapájaros), de Melisa Etheridge y
American Triangle, de Elton John y Bearnie Taupin.
Gracias a todos aquellos
que desde diversos lugares del mundo, y también desde nuestro
país, se han comunicado con la Crónica de un Espectador.
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