La segunda piel del deseo

Arte y Moda 2006 en el Museo Nacionalde Bellas Artes

VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Un acontecimiento poco usual, una pasarela, ocupó este último fin de semana, el teatro del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Fue la tercera edición de Arte y Moda, la cual contó con la participación de 20 prestigiosos diseñadores cubanos que en esta oportunidad han tomado la esencia de las marquillas de tabaco empleadas en los siglos XIX y XX para identificar las diferentes marcas presentes en el mercado. Se enriqueció la colección con obras de los artistas Nelson Domínguez, Flora Fong, Isabel Santos, Pepe Rafart, Yosvany Martínez y Michel Mirabal.

José Luis González interpretó una escultura de cera de Isabel Santos para vestir el sueño de la tradición cubana.

Desde su primera irrupción en el 2003, Arte y Moda ha impactado por unir la fuerza creativa de los artistas con la habilidad, el buen gusto y la originalidad de los diseñadores cubanos. Proyecto nacido del talento de Rafael Méndez, que coordina y lidera su organización con el apoyo del Fondo Cubano de Bienes Culturales, es el resultado de un trabajo conjunto que abarca desde la fundamentación conceptual hasta la realización de los atuendos y accesorios y la exhibición pública, que comprende tanto la documentación gráfica como el modelaje, misión esta última donde se revela el tino de Juan Carlos Marrero para obviar los lugares comunes de este tipo de acción.

Arte y Moda es un proyecto innovador y original. Incluso la palabra moda hay que tomarla con reservas, apenas como una referencia, porque nada de lo que allí acontece tiene que ver con el estatuto convencional de una industria de la alta costura y su consumo elitista. Es entender el vestir como representación simbólica de nuestra cultura, como la segunda piel del deseo.

Es, en este caso muy particular, un testimonio de identidad actualizada desde la raíz hasta la sublimación imaginativa que se manifiesta de muy diversos modos: el maestro Rafael de León al rescate de la imagen romántica de los petimetres que alguna vez dieron vida a la ciudad de intramuros en tiempos de Villaverde; Nachy Carmona enfundando con un deslumbrante traje de crochet y abalorios al Rigoletto que distinguió la breva favorita de los amantes de la ópera en La Habana de Julián del Casal, enmascarado con el arte de Vicente R. Bonachea; Maray Pereda, llevando a la mezclilla serigrafiada las marquillas creadas por Nelson Domínguez; Rosa Díaz vistiendo con las telas del tapado de la hoja a una nueva Perla del Océano; Piedad Subirats con su ascética y rotunda reinterpretación del art decó; y José Luis González, a partir del fino arte escultórico de Isabel Santos, entregado a la demostración de que entre la tradición y el futuro puede tenderse un puente de autenticidad.

 

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