Muchos republicanos abandonan hoy el
barco del presidente George W. Bush preocupados ante la posibilidad
de que la baja popularidad del gobernante afecte su aspiración de
reelegirse al Congreso estadounidense en noviembre próximo.
Imposibilitado de llevar adelante su
agenda de gobierno, el panorama se ve ensombrecido más aún para
los republicanos por los continuos errores de su administración.
Las críticas a la conducción de la
guerra en Iraq, la reacción ante el desastre de los huracanes, los
déficit presupuestarios y otros problemas, causaron una caída de
la aceptación de Bush a un nivel sin precedentes de 36 por ciento.
Lo único que mantiene a los
legisladores cerca del gobernante es su condición de recaudador de
fondos. Pese a su declive en las encuestas es aún el más exitoso
buscando dinero para el partido.
Pero, su baja popularidad obliga a
los candidatos a mantener distancia del número uno del gobierno.
Por ejemplo, en una cena privada en
Pittsburgh, el jefe del gobierno recolectó fondos destinados a la
campaña del senador Rick Santorum, republicano por Pensilvania.
Sin embargo, el legislador, en
desventaja frente al demócrata Robert Casey, no apareció en
público con el gobernante.
Incluso, en el Congreso se negó a
apoyar el acuerdo para que una empresa de Dubai controlara seis
importantes puertos estadounidenses y plantea algunas objeciones a
la guerra en Iraq.
Estrategia o no, lo cierto es que los
republicanos dan la imagen de abandonar la nave de Bush.
Durante la actual ofensiva del
gobernante para levantar su imagen también se vio un
"distanciamiento" de los dirigentes partidistas.
Así, durante su discurso en
Cleveland esta semana para hablar sobre Iraq, los republicanos de
Ohio se negaron a asistir, entre ellos, el senador Mike DeWine,
quien lucha por su reelección.
Lo mismo ocurre con el vicepresidente
Richard Cheney. Durante una gira a Newark, Nueva Jersey, para apoyar
la recaudación de dinero destinado a la elección al Senado de un
candidato republicano, este apareció cuando el vicepresidente se
marchó.
Es indudable que el Comité Nacional
Republicano aprovecha que la dupla Bush-Cheney cuenta con 74 por
ciento de aprobación en la base republicana y entre los
conservadores para obtener apoyo financiero.
Pese a que los republicanos cuentan
con una bien engrasada maquinaria para sacarles el dinero a los
estadounidenses, hay una creciente preocupación en sus filas.
Ahora son más los que dentro del
partido de gobierno temen que se pierda la mayoría en el Senado, la
Cámara de Representantes y en los cargos de gobernadores estatales.
El temor es alimentado también por
las encuestas.
Según la televisora NBC y el diario
The Wall Street Journal, ahora los demócratas ganarían 50 por
ciento de los votos y los republicanos 37 por ciento.
No son muchos los asientos que
separan a los demócratas de la mayoría republicana en la Cámara y
en el Senado.
También existen 28 republicanos y 22
demócratas al frente de los estados, y 14 republicanos ponen en
juego sus asientos, lo que permitiría a sus rivales remontar
varios puestos.
En los próximos meses Bush tendrá
dificultades para adelantar su agenda en el Congreso y enfrentará
una fuerte oposición, incluso de parte de sus correligionarios
temerosos de hundirse en un barco que ya zozobra.
(PL)