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Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba
Estamos asistiendo a un
nuevo golpe al multilateralismo y a las Naciones Unidas. Estados
Unidos ha amenazado con pedir votación y votar en contra del
proyecto de resolución presentado por el Presidente de la Asamblea
General de las Naciones Unidas el pasado jueves 23 de febrero, con
el objetivo de dejar establecidas las modalidades del Consejo de
Derechos Humanos, órgano que sustituiría a la actual CDH. Como se
conoce, dicha Comisión terminó hundida en el descrédito por la
manipulación política impuesta a sus labores por la
Administración Bush y sus aliados y cómplices de la Unión
Europea.
El Embajador de Estados
Unidos ante las Naciones Unidas —impuesto por los halcones de la
Casa Blanca a contrapelo del propio Congreso de la Unión—,
anunció ayer lunes 27 de febrero, que contaba con instrucciones
para reabrir las negociaciones con relación al texto del proyecto,
añadiendo que si se intentaba adoptar una decisión sobre el mismo
en su contenido actual, solicitaría votación y votaría en contra
del mismo.
Lo paradójico en todo
esto es que el proyecto de resolución, que fuera circulado
oficialmente hoy 28 de febrero, fue concebido minuciosamente y
negociado tras bambalinas con los personeros de Washington para
acomodar, precisamente, las principales exigencias de la
superpotencia, a sabiendas de que estas no contarían con el apoyo
mayoritario de los miembros de las Naciones Unidas.
Durante los meses
transcurridos del proceso en curso, Estados Unidos y sus aliados han
ejercido fuertes presiones sobre numerosos gobiernos del Tercer
Mundo, con el objetivo de quebrar su resistencia frente a esta nueva
confabulación. La Misión de Cuba ante las Naciones Unidas
denunció el peligro de la consumación de esta maniobra en un
Comunicado de Prensa distribuido el pasado 20 de febrero.
El chantaje es el único
"argumento" de la Administración Bush. Sus tesis no resisten el
debate. ¿Qué Consejo de Derechos Humanos pretende imponer Estados
Unidos?:
· Uno
cuyos miembros queden sujetos a requisitos y condicionamientos de
tal naturaleza, que harían imposible el ingreso al mismo de
aquellos países que se coloquen en la primera línea de resistencia
frente a las acciones agresivas y hegemónicas del imperialismo a
escala global. Estados Unidos pretende hacer creer que el
descrédito de la CDH es el resultado de la presencia en la
Comisión de países como Cuba, cuando es bien conocido que, por el
contrario, fueron las maniobras políticamente motivadas que
promovieron Washington y los miembros de la Unión Europea, tales
como el injusto ejercicio anticubano, las que dieron al traste con
la credibilidad de la Comisión. Recordemos que, incluso, Estados
Unidos no fue elegido para integrar la Comisión de Derechos Humanos
en el año 2001 como voto de castigo de la mayor parte del mundo
ante sus imposiciones y manipulaciones.
· Uno
que vea disminuida la actual membresía de 53 miembros de la
Comisión de Derechos Humanos. Hablan de un órgano "más manejable",
es decir, uno más pequeño que les permita concentrar sus presiones
sobre menos miembros, para elevar el impacto de las mismas y
hacerlas más efectivas. En otras palabras, desean un Consejo que
puedan "manejar" mejor, sin la presencia de aquellos que, como Cuba,
llamamos a las cosas por su nombre y defendemos, por encima de todo,
los principios y la dignidad de los pueblos.
· Uno
en el que se imponga a los países candidatos a integrarlo el
requisito de recibir el apoyo de dos tercios de los miembros de la
Asamblea General para tener éxito en su candidatura. De tal modo,
pretenden garantizarse en la práctica, con el acompañamiento
cómplice de una clara minoría conformada por sus aliados cercanos
y aquellos que se subordinan a sus dictados, el poder de vetar a los
candidatos que obstruyan el control que pretenden sobre los trabajos
del órgano. La imposición de este requisito, que sólo se aplica a
la elección de los órganos principales de las Naciones Unidas, lo
cual no es el caso del Consejo de Derechos Humanos, permitiría a
una minoría de 64 estados bloquear la candidatura de cualquier
aspirante.
· Uno
que tenga amplios poderes punitivos y capacidad sancionadora contra
los países del Sur, en contraposición con la cooperación
internacional en materia de derechos humanos, función que la Carta
de las Naciones Unidas asigna a las instituciones que se ocupan de
esta materia. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea seguirán
adelante en el nuevo órgano con sus tradicionales ejercicios de
manipulación política contra los pueblos en desarrollo. Por algo
se niegan a considerar siquiera el establecimiento de criterios
claros y que se apliquen a todos por igual a la hora de la
presentación de resoluciones sobre países.
· Uno
en el que los miembros al asumir una conducta disidente frente a las
maniobras e imposiciones del imperio, quedarán sujetos al
permanente riesgo de ser suspendidos de sus derechos, por la
soberbia, el rencor y la arrogancia de la superpotencia.
· Uno
que cuente con estrechos vínculos con el Consejo de Seguridad,
órgano antidemocrático al que Estados Unidos impone sus
condiciones como única superpotencia.
· Uno
que no cuente con un mandato expreso para atender de modo priorizado
la realización del Derecho al Desarrollo, reivindicación vital de
las grandes mayorías de la especie humana. Uno que no pueda adoptar
decisiones efectivas contra el racismo, la discriminación racial,
la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia. Uno que
concentre sus trabajos en los derechos civiles y políticos como los
entiende Washington y que sirva, además, entre otras cosas, para
legitimar la tortura, a cuya justificación tanto tiempo han
dedicado los teóricos y halcones de Washington.
¿Resulta acaso el
proyecto de resolución que ha sido registrado contrario a los
intereses de Washington? Todo lo contrario. El mismo consagra la
disminución del número de miembros del principal órgano de
derechos humanos de las Naciones Unidas, de 53 a 47 miembros; eleva
el número mínimo de votos requeridos para la elección de un
candidato a 96; mantiene la posibilidad de imponer resoluciones
contra países del Sur, sin sujeción o respeto a criterio alguno.
Hace posible, además, la suspensión de los miembros del Consejo
con el apoyo de dos tercios de los presentes y votantes en una
reunión oficial de la Asamblea General, sin establecer un límite
mínimo requerido; abre la posibilidad de que los países del Sur
tengan que enfrentar en el futuro no sólo el peligro permanente de
ser condenados a través de una resolución, también de ser
suspendidos de sus derechos en el Consejo; le da la capacidad al
Consejo de responder de modo expedito a las llamadas emergencias de
derechos humanos que, según los pretendidos dueños del mundo,
sólo ocurren en el Sur. Sin embargo, no se aplica a las graves,
masivas y sostenidas violaciones de derechos humanos en el centro de
detención de la base de Guantánamo, las torturas brutales en Abu
Ghraib o el traslado de detenidos para ser torturados en vuelos
secretos de la CIA a través de la civilizada y democrática Europa;
hace posible la celebración de reuniones extraordinarias del
Consejo a partir de la voluntad minoritaria de un tercio de los
miembros del Consejo.
¿Puede calificarse
acaso el proyecto de resolución presentado por el Presidente de la
Asamblea como un texto que favorece los intereses de los países en
desarrollo, en detrimento de las apetencias de Washington? En lo
absoluto. De los 28 párrafos del proyecto, ni uno solo fue
destinado a promover acciones concretas que permitan superar los
obstáculos que plantea el orden internacional vigente a la
realización del objetivo de todos los derechos humanos para todos,
tal y como establece el artículo 28 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos. No existe párrafo alguno consagrado a plenitud a
la promoción del Derecho al Desarrollo. No se mencionan siquiera
los derechos de solidaridad. El derecho de los pueblos a la paz
tampoco recibió en el proyecto de resolución el reconocimiento
universal que merece.
El problema fundamental
no radica en que el texto de la resolución presentada sea
contrario, incompatible, o que tan simplemente no asegure los
intereses de estabilidad, credibilidad y legitimidad que requiere el
esquema de dominación global diseñado por los círculos
imperialistas que detentan el poder en Estados Unidos. La
motivación real de la embestida final de la actual Administración
estadounidense en las negociaciones del Consejo de Derechos Humanos,
es evidenciar su voluntad y capacidad para imponer, incluso con el
más burdo chantaje, sus condiciones al proceso en curso de reforma
y rediseño del sistema internacional que las Naciones Unidas
representan. Los neoconservadores de la Administración Bush han
iniciado ya, y a marcha acelerada, el proceso de aplicación del
proyecto de dominación mundial que plantea el llamado Proyecto para
un Nuevo Siglo Americano.
No ha importado a
Washington colocar a sus aliados y cómplices de la Unión Europea
nuevamente en el ridículo de la subordinación y el acompañamiento
mimético a la superpotencia. Después de haber expresado
públicamente que se aprestaban a forzar la adopción en el más
breve plazo de un proyecto de resolución concebido para acomodar
las impopulares demandas de Washington y sus propios intereses, tan
espurios como los de su severo tutor, tan pronto se hicieron
públicas las amenazantes declaraciones de Bolton, se han apresurado
a indicar que si Washington insiste en su posición, deberá
posponerse la creación del Consejo.
De este modo, ya varias
autoridades de la Unión Europea han declarado que "no es deseable
un Consejo creado sin el apoyo de todas las democracias del mundo,
así que tenemos que tratar de llevar a EE.UU. hacia nuestro campo".
Ya deben estar
trabajando de modo vehemente los aliados europeos del imperio para
arrancar al resto del mundo nuevas concesiones que permitan saciar
la sed de dominación y rapiña de la Administración Bush.
Al fin y al cabo, sus
intereses ideológicos y políticos son los mismos que los de
Washington, que se ha encargado de hacerles comprender que sus
objetivos no podrían ser cumplidos en Ginebra sin el apoyo de
Estados Unidos.
Manipulando el interés
universal del fortalecimiento del multilateralismo, Washington, sus
aliados y otros gobiernos vulnerables a las presiones de Estados
Unidos, pretenden seguir imponiendo sus condiciones obligando al
resto de las naciones a claudicar en la imprescindible defensa de
los principios centrales del sistema internacional.
El multilateralismo
sólo puede funcionar sobre la base del respeto a la igualdad
soberana de los estados. No serían viables unas Naciones Unidas que
permitan a la superpotencia actuar a su antojo en la
instrumentación de sus apetencias hegemónicas e intereses
egoístas.
Cuba ha venido
participando activamente en los debates sobre la reforma de la CDH
con un espíritu constructivo y total transparencia. Ha presentado
numerosas propuestas en las sucesivas etapas del proceso, muchas de
ellas sustentadas en lenguaje previamente acordado en la Conferencia
Mundial sobre los Derechos Humanos, que tuvo lugar en Viena en el
año 1993, o en sucesivas resoluciones de la Comisión de Derechos
Humanos y la Asamblea General.
Cuba seguirá trabajando
para que aquellos aspectos que fueron dejados a un lado de modo
injusto, y en contra de la voluntad de la mayoría de los estados
del Sur, sean debidamente incluidos en el proyecto de resolución
sobre el que deberá pronunciarse la Asamblea General. Esas
omisiones atentan gravemente contra la posibilidad de asegurar la
creación de un Consejo de Derechos Humanos que sustente sus labores
en el diálogo genuino.
Cuba ha trabajado
arduamente por evitar que se transfieran al nuevo órgano los graves
problemas que dieron al traste con la credibilidad de la CDH.
Nuestro país no será cómplice de la consumación silenciosa de
una nueva componenda en ciernes entre Washington y sus principales
aliados occidentales contra los intereses de los pueblos del Sur.
Cuba mantendrá su
denuncia vertical frente a este nuevo ataque al sistema
internacional y a los intereses de los pueblos del Sur y actuará,
según las circunstancias lo exijan, en defensa de la justicia, del
Derecho Internacional y de la tan necesaria cooperación
internacional a favor de la promoción y protección de todos los
derechos humanos para todos los pueblos y todas las personas.
La Habana, 28 de febrero
de 2006 |