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El bigotillo de Bush
RAMÓN CHAO
El antiguo presidente de
los españoles es hombre de palabra. Cuando estaba en el cenit de su
gloria, posando con Blair y Bush cara al sol de las Azores, y era el
más belicoso partidario de una invasión ilegal (como todas las
invasiones) a Iraq; mareado tal vez por el viento enajenador del
Atlántico, ofreció su mostacho al presidente yanki para que le
sirviera de apoyo en los momentos difíciles que se le avecinaban: "Siempre
tendrás un bigote a tu lado", le dijo.
Cúmbilas del fascismo.
El bigote de Aznar puede
engañar a cualquiera, y con semejante colchón, el jefe de la Casa
Blanca se lanzó a ciegas en una guerra que todo el mundo veía
perdida de antemano, y en la que sus tropas cometen toda clase de
atrocidades.
A Bush le va tan mal por
haberse fiado de unos bigotes que no le sirven para nada. La prueba
es que en cuanto se dio cuenta del desastre en que se metía,
prefirió agarrarse a los siempre pulcros y afeitados rostros de
Blair y Berlusconi, que no tienen por dónde cogerse.
Ahora, por haberse fiado
de los bigotes aznarianos, las organizaciones internacionales
condenan a Bush por las torturas en Abu Ghraib, por lo mismo en
Guantánamo, la detención y proceso de los Cinco cubanos, la
protección a Posada Carriles y, para colmo, como a todo perro
sarnoso le asaltan las pulgas, se le solivianta Irán con todas sus
consecuencias y Dick Cheney le sale peor cazador que Fraga en el
Pardo.
El ofrecimiento de Aznar
tiene sus raíces etimológicas: En su origen, la palabra bigote
significaba "el que jura y blasfema". En la Edad Media los normandos
invadieron —con muchas barbas y bigotes— varios países de
Europa, y juraban "Bi got" (por Dios) que lo seguirían haciendo. Es
esta una expresión precursora de la actual inglesa "by God". Otros
creen que "bigote" llegó al español bajo el imperio de Carlos I (y
V de Alemania) con el fuerte contingente germánico que por entonces
entró en la Península. Sin embargo, Carlos I gobernó a base de
bigotes el Imperio donde nunca se ponía el sol a comienzos del
siglo XVI; aunque la palabra ("bigote") figuraba ya en el
Diccionario latino-castellano de Nebrija de 1495.
Esta misma exclamación
(bi got) dio origen en inglés a otra acepción de sentido
totalmente diferente: se aplicó primero a los fanáticos religiosos
y después a los fanáticos racistas, por lo cual vemos que la
mullida pilosidad supralabial de Aznar corresponde perfectamente a
su temperamento. Está, sin embargo, anticuado, pues los racistas y
violentos de hoy, los Skinheads, suelen ser lampiños,
desbigotizados y cabezas rapadas.
Pero José María Aznar
no aprende. El ex presidente se autoproclama "salvador de América
Latina" frente a lo que denomina "marea populista" que se extiende
por el sur del continente. No se sabe con qué carabelas va a
desembarcar ni en qué Guanahaní, si en Cuba, Haití o Venezuela,
aunque en cualquiera de los tres países le resultaría más
difícil que a Méndez Núñez (otro gran peludo) en Callao.
Lo más significativo es
que Aznar hizo esta declaración a un diario chileno después de
haber visitado en Washington a su amigo Bush.
Los expertos aseguran
que sus palabras están dictadas por su amo tejano, el cual, en
vista de que no fue capaz de frenar ninguno de los procesos
liberadores de América Latina, se acuerda de la promesa que le
hiciera el español.
(Tomado de Rebelión) |