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El incendio vivo de Camilo Torres
JOAQUÍN
RIVERY TUR
rivery@granma.cip.cu
Tal
vez la sola imagen de los gamines* que morían de frío en los
portales capitalinos actuaban como acelerador de las ideas de
justicia que le carcomían la mente y se fueron acumulando hasta
convertir al sacerdote en un activísimo organizador de protestas
populares contra las lacras que todavía padece su Colombia natal.
Jorge Camilo Torres
Restrepo, conocido en América Latina y el mundo como el cura
guerrillero, nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929, año
maldito, cuando los juegos con la burbuja financiera estallaron en
una crisis económica en Estados Unidos que se extendió y
estremeció al planeta por buen tiempo.
Después de siete años
de estudios, se ordenó sacerdote en 1954. De familia acomodada, las
desgracias de los desposeídos de la Tierra le penetraron el
espíritu y la mente desde temprano.
En 1958 se graduó como
sociólogo en Bélgica con el trabajo Una aproximación estadística
a la realidad socioeconómica de Bogotá, y en 1959 entró como
capellán en la Universidad Nacional, uno de los hervideros de
pensamiento y lucha de Colombia.
Pero no era un sacerdote
común. Su espíritu volcánico lo llevó a los barrios populares y
a organizar acciones sociales que inevitablemente le traerían
problemas y choques con el régimen y sus instituciones.
Escribía sin cesar
sobre la realidad que veía, que le atenazaba el pensamiento y
golpeaba a la población —La violencia en Colombia (1962,
segundo tomo en 1963), La violencia y los cambios socioculturales
en las áreas rurales colombianas—, que le servían de
alimento para sus propias ideas y volvían su vida cada vez más
contra el régimen imperante.
Sentía en su cuerpo los
golpes propinados por el contraste entre la miseria de las grandes
masas y la opulencia de la oligarquía y conocía muy bien dónde
estaban las causas reales de la pobreza generalizada: "Todos sabemos
que el nuestro es un Estado limosnero que está dependiente de las
migajas que nos quieren dar los norteamericanos".
El Frente Unido del
Pueblo fue una de las organizaciones creadas por él y publicó el
semanario Frente Unido, pero dentro llevaba un ciclón de ideales
como fogonero de su actividad sin descanso, y eso lo llevó a
renunciar al sacerdocio... y a seguir actuando contra una situación
que él veía clara y la describía nítidamente: "Hay interés en
mantener el subdesarrollo para beneficio de las castas privilegiadas".
La década de los
sesenta fue un decenio explosivo en América Latina. En 1964 habían
nacido dos organizaciones guerrilleras en su país, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC).
En aquella situación,
con talla nacional de luchador, fichado y ya perseguido, Camilo
Torres solamente podía optar por el camino de la lucha armada, y no
pensó demasiado lo que ya era convicción. En octubre de 1965 se
unió al ELN y en enero de 1966 emitió su Proclama a los
Colombianos para continuar su batallar "hasta conquistar el poder
para el pueblo".
Pero no llegó a verlo,
como otros tantos patriotas. Cayó en combate el 15 de febrero de
1966 en el departamento de Santander y abonó con su sangre una
tierra latinoamericana donde ya algunos árboles comienzan a dar sus
frutos.
*Gamines: niños
abandonados que llenan las calles de las ciudades colombianas. |